15 millones de fallecidos en el mundo de 2019 a 2023

Todo espíritu encarnado trae una misión, en nuestro nivel evoluctivo las almas tienen la tarea de mejorarse moral e intelectualmente y eso incluye la reparación de faltas cometidas. De forma general, por nuestras imperfecciones traemos deudas pasadas, obviamente hay seres que encarnan con la tarea de aportar conocimientos a la Humanidad, sin embargo, la mayoría de nosotros tenemos que aprender sobre la amabilidad, la lealtad, la bondad, la caridad y tantas otras virtudes, puliendo las relaciones sociales.
Todos estamos en una vibración similar, y tenemos que progresar siguiendo algunas de las exigencias morales necesarias para evolucionar. Recordemos que el arrepentimiento apresura la rehabilitación del error pero no absuelve de repararlo, toda falta debe ser enmedada. No todo son rescates pasados, también hay que aprender nuevas lecciones.
La encarnación tine la función no solo de reparar las faltas sino de permitir la adquisición de nuevos conocimientos tanto emocionales, sociales como intelectuales.
Existen las faltas individuales, las grupales como familia/amigos/vecinos y las nacionales como individualidades colectivas que tienen que rescatar equivocaciones anteriores.
Los pueblos son compuestos por individualidades colectivas que, como los individuos, pasan por la infancia, la madurez y la decrepitud.
Los espíritus que erraron juntos se reúnen para reparar sus faltas, las almas en las desencarnaciones colectivas por medio de un desastre natural o provocado ajeno a sus voluntades, reequilibran su pasado y eso ocurre por una Ley de Dios que agrupa y criba a todos aquellos que deben pasar por la prueba bajo la Ley de Acción y Reacción.
Ciertas personas se libran de un peligro mortal pero se enfrentan a otro lo que demuestra que no podían escapar de la muerte. Cuando llega el momento de la desencarnación no podemos sustraernos a él.
La fatalidad, en verdad, sólo rige a la hora de nacer en la Tierra, así como a la hora de morir. Por lo tanto, respecto de la desencarnación, sí que está el hombre sometido de un modo absoluto a la inexorable ley de la fatalidad; porque no puede substraerse al fallo que fija el término de su existencia, ni al género de muerte que debe interrumpir su curso, nos aclara Allan Kardec.
Así pues, nos explican los buenos espíritus, cualquiera que sea el peligro que nos amenace, no moriremos si no ha llegado aún nuestra hora, no pereceremos, pero llegado el momento de marchar, nada puede librarnos.
En la última pandemia que asoló la Humanidad, hace 5 años, el coronavírus, que duró de diciembre de 2019 a mayo de 2023, provocó 15 millones de muertos en todo el mundo, todos los días había fallecidos, sin embargo de esta manera hubo una retirada masiva de espíritus de la Tierra en un corto período de tiempo.
Encontramos muchas formas de desencarnaciones colectivas como pueden ser las provocadas por fenómenos naturales tales como las sequías, inundaciones, maremotos, terremotos, nevadas extremas, etc. Los desastres naturales siempre han existido, pero con la acción del hombre los fenómenos meteorológicos adversos experimentados actualmente que se presentan con un grado superlativo suceden como síntomas de la crisis ecológica derivada de un modelo depredador de consumo e irresponsabilidad.
Hay que sumarles los fenómenos resultantes de la acción negligente del hombre materialista como los accidentes bioquímicos, radioactivos, nucleares y los conflictos bélicos. En dramas como estos, mientras unos desencarnan, otros son más o menos alcanzados por la catástrofe, teniendo como prueba la dificil subsistencia en la Tierra en poblaciones colapsadas con infraestructuras destruidas, bienes perdidos o con enfermedades descontroladas. Los buenos espíritus utilizan estos hechos creados por la malicia o negligencia humana para el progreso. ¡Nada es en vano! En estos casos lo que nos parece una vulnerabilidad climática, biológica o bélica se emplea beneficiosamente de forma natural como cambio del sistema vigente.
¿Sufren los espíritus que desencarnan en estas circunstancias?
Recordemos que los espíritus revisten temporalmente una envoltura material perecedera, cuya destrucción, a consecuencia de la muerte, los constituye nuevamente en estado de libertad, ya que la muerte del cuerpo rompe los lazos que lo unen al alma, y esta lo abandona. Algunas personas son más concientes de este momento que otras.
La turbación subsiguiente a la muerte no es nada penosa para el hombre honrado, sino tranquila y semejante en todo el que se despierta apaciblemente. Para el que no es puro de conciencia, la turbación abunda en angustias, que aumentan a medida que se reconoce en el mundo invisible.
En los casos de muerte colectiva, se ha observado que todos los que mueren a un mismo tiempo no se vuelven a ver inmediatamente. En la turbación subsiguiente a la muerte, cada uno va por su lado, o no se ocupa más que de lo que le interesa.
La duración de la turbación subsiguiente a la muerte es muy variable, puede ser de algunas horas, de muchos meses y hasta de muchos años. Es menos larga en las personas que, desde esta vida, se han identificado con su estado futuro; porque entonces comprenden inmediatamente su posición, nos afirman los buenos espíritus.
El Planeta Tierra está cambiando de vibración y ya ha empezado la etapa de encarnación de espíritus más elevados, que traerán a ella un estado de mayor armonía con las Leyes de Dios.
¿Podrá establecerse algún día en la Tierra el reino del bien?
Los espíritus nos advirtieron:
«La transformación de la Humanidad ha sido predicha, y vosotros presenciáis ese momento, que es apresurado por los hombres que favorecen el progreso. La transformación se verificará por medio de la encarnación de espíritus mejores que constituirán en la Tierra una nueva generación.
Entonces los espíritus de los malos, a quienes la muerte hiere diariamente, y todos los que intentan detener la marcha de las cosas, serán excluidos de la Tierra, porque estarían entre hombres de bien cuya felicidad perturbarían. Irán a mundos nuevos menos adelantados, a cumplir misiones penosas donde podrán trabajar para su propio mejoramiento, al mismo tiempo que lo harán para el adelanto de sus hermanos aún más atrasados que ellos.»
Que todas las almas que hayan desencarnado reciban nuestro recuerdo.
Cláudia Bernardes de Carvalho
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Bibliografía
Kardec, A., El Libro de los Espíritus
ONU Noticias
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