Ciencia, Tecnología, Innovación y Espiritismo

Si nos dirigimos al Espíritu de una celebridad médica, ¿estaremos más seguros de obtener un buen consejo?
“Las celebridades terrenales no son infalibles, y suelen cultivar ideas sistemáticas que no siempre son correctas, y de las cuales la muerte no las libera inmediatamente.
La ciencia de la Tierra es muy poca cosa al lado de la ciencia celestial.
Sólo los Espíritus superiores poseen esta última. Aunque sus nombres no os resulten conocidos, pueden saber mucho más que vuestros sabios, en relación con todas las cosas.
La ciencia no determina por sí sola la superioridad de los Espíritus. Tanto es así, que vosotros quedaríais muy asombrados si conocierais el lugar que algunos sabios ocupan entre nosotros.
Por consiguiente, es posible que el Espíritu de un sabio no sepa más que cuando estaba en la Tierra, en caso de que no haya progresado como Espíritu.”
El sabio, cuando vuelve a ser Espíritu, ¿reconoce sus errores científicos?
“Si llegó a un grado suficientemente elevado, que le permita despojarse de su vanidad y comprender que su desarrollo no está completo, los reconoce y los confiesa sin avergonzarse.
Con todo, si todavía no está suficientemente desmaterializado, puede conservar algunos de los prejuicios de que estaba imbuido en la Tierra.”
Si un médico evocase a los Espíritus de sus pacientes que han muerto, ¿podría obtener informaciones acerca de la causa de sus muertes, así como de las equivocaciones que tal vez él mismo cometió durante sus tratamientos, a fin de incrementar de ese modo su experiencia?
“Sí, podría, y eso le resultaría muy útil, sobre todo si consiguiera la asistencia de Espíritus esclarecidos, que suplirían la falta de conocimiento de ciertos pacientes.
No obstante, para eso sería necesario que realizara ese estudio con seriedad y asiduidad, con un fin humanitario, y no como un medio para adquirir saber y riqueza sin esfuerzo.”
¿Pueden los Espíritus guiar a los hombres en las investigaciones científicas y en los descubrimientos?
“La ciencia es obra del talento. Sólo debe adquirirse por medio del trabajo, puesto que solamente mediante el trabajo el hombre avanza en su camino.
¿Qué mérito tendría él si le bastara con interrogar a los Espíritus para saberlo todo?
A ese precio, cualquier tonto podría convertirse en sabio. Lo mismo sucede con las invenciones y los descubrimientos de la industria.
Además, debemos hacer otra consideración: cada cosa debe venir a su tiempo y cuando las ideas están maduras para recibirla. Si el hombre tuviera ese poder, trastornaría el orden de las cosas y haría que los frutos nacieran antes de la estación apropiada.
”Dios ha dicho al hombre: Extraerás tu alimento de la tierra con el sudor de tu frente. Admirable imagen que describe cuál es la situación en que él se encuentra en la Tierra.
Debe progresar en todo mediante el esfuerzo del trabajo. Si se le dieran las cosas completamente resueltas, ¿para qué le serviría la inteligencia?
Sería como un estudiante a quien otro realizara su tarea.”
El sabio y el inventor, ¿nunca son asistidos por los Espíritus en sus investigaciones?
“¡Oh! Eso es muy diferente. Cuando llega el tiempo de un descubrimiento, los Espíritus encargados de dirigir su marcha buscan al hombre capaz de llevarla a buen término, y le inspiran las ideas necesarias para lograrlo.
De ese modo, le dejan todo el mérito, pues es preciso que él mismo elabore esas ideas y las ponga en ejecución. Lo mismo sucede con todas las grandes realizaciones de la inteligencia humana.
Los Espíritus dejan a cada hombre en su propia esfera. Así, al que sólo es capaz de trabajar la tierra no lo convertirán en depositario de los secretos de Dios. No obstante, saben cómo sacar de la oscuridad a aquel que es capaz de secundar sus designios.
Por consiguiente, no dejéis que la curiosidad o la ambición os arrastren a un camino que no corresponda a los objetivos del espiritismo, y que os conduciría a padecer los más ridículos engaños.”
La inferioridad de nuestro plano, el estado aún primario de la Tierra catalogada por los espíritus superiores como un planeta de pruebas y expiaciones, muestra como consecuencia una ciencia que necesita de su desarrollo y que puede ser susceptible de inexactitud.
Los científicos que adoptan el error son aquellos que no están suficientemente adelantados para comprender la verdad, por falta de conocimiento o por decisión propia de equivocación intencionada.
La ignorancia de los principios filosóficos de la ciencia espírita, puede llevar a un falsa aceptación y conocimiento de que las intuiciones científicas son universales e infalibles. Así como una persona puede ayudar a un científico a llegar a conclusiones correctas, también puede colaborar a alcanzar resultados falsos. Lo mismo ocurre con un Espíritu, que no es nada más que un ser vivo sin el cuerpo físico.
¿Cómo puede un Espíritu intuir a un científico encarnado?
Por medio del pensamiento un espíritu puede inspirar al investigador a que encuentre las respuestas que busca, para esto este guía necesita del permiso del Mundo Mayor. En el caso que nos concierne, en el medio científico los espíritus que se sienten afines, que tienen la misión de colaborar con el progreso auxilian en la búsqueda y las conclusiones con el fin de ayudar a encontrar los resultados y alcanzar la meta científica.
Como en todo, el éxito en un proyecto científico requiere tiempo, análisis concienzudo, estudio detallado de los resultados, un propósito y un fin elevado. Los mentores espirituales no hacen el trabajo del científico, solamente le inspiran ideas para mostrar el camino a tomar.
Si un investigador busca exaltar su ego y resaltar su vanidad (mismo que este objetivo esté camuflado en su foro más íntimo), las intuiciones serán dadas por espíritus inferiores, porque las directrices en forma de inspiración son una cuestión de sintonía de pensamientos y acciones.
Aquel estudioso que con la ayuda de la ciencia espírita pide la ayuda de los espíritus superiores o que ni siquiera sabe de la existencia de éstos, pero que posee la conducta recta es ayudado por las fuerzas del bien.
Los buenos espíritus inspiran a todo analítico en cualquier campo de desarrollo que desea sinceramente aportar valor y seriedad a la sociedad y que se encuentre escrupulosamente animado del deseo de instruir y contribuir acerca de objetivos nobles. Las intuiciones estarán siempre de acuerdo a los tiempos permitidos por el Padre para desvelar ciertas verdades.
Aquel indagador científico que atenda al compromiso de evolución científica y que ningún motivo personal le impulse, hallará en la fuerza de atracción que sólo el bien confiere la presencia de entidades benévolas que le inspirarán en sus estudios y conclusiones. Por eso, someted los sistemas científicos al tamiz de la razón y la conducta investigativa de la moral y del buen sentido. Así se podrán verificar las directrices de un científico y observar las intuiciones recibidas.
Todas las ciencias que nos hacen conocer los misterios de la Naturaleza nos revelan algo: la Geología, la formación de la Tierra; la Astronomía, el mundo estelar que ignorábamos; la Química, la ley de las afinidades; la Fisiología, las funciones del organismo, etc. Copérnico, Galileo, Newton, Laplace y Lavoisier son, por lo tanto, reveladores. (La Génesis y los milagros según el Espiritismo)
La revelación es la intuición promovida hacía los investigadores por los buenos espíritus, que velan por el progreso acorde los designos de Dios.
Ahora, aquel pesquisador que pretendiera hacer milagros, ser reconocido, alcanzar la fama, etc, es un ignorante del tema o un embaucador y a éste solo le acercarán espíritus embusteros cuyos fines son los mismos.
«El espiritismo, en relación con las extravagancias que se cometen en su nombre, no es más solidario que la ciencia verdadera para con los abusos de la ignorancia, o que la religión verdadera para con los excesos del fanatismo.»
Recordemos que los espíritus pueblan el Universo y acuden al auxilio de aquellos que evocan conscientemente o no una inspiración con fines elevados.
«Como la doctrina de la localización de las almas no puede concordar con los datos de la ciencia, otra doctrina más lógica demarca como dominio de ellas, no un lugar determinado y circunscrito, sino el espacio universal. Se trata de todo un mundo invisible en medio del cual vivimos, que nos circunda y se codea con nosotros permanentemente.» (El Libro de los Médiums)
Cuanto más elevada sea la posición que se ocupe en la ciencia, tanto menos excusable será tratar superficialmente un tema que no se conoce, se debe entender profundamente las verdades invisibles, pues el mundo de los espíritus existe y es preexistente al mundo terrenal.
Dijo Emanuel Swedenborg, el científico e inventor sueco del siglo XV conocido por su libro del Más Allá:
«Esto puedo declarar… las cosas que hay en el cielo son más reales que las que hay en el mundo.»
La sociedad del consumo y egoísmo en la era de la información
Actualmente nos da la sensación que todo va demasiado rápido, la IA asomándose por todas partes, los robots asumiendo roles nuevos cada día, las redes sociales haciendo en algunos casos de altavoz de conductas de la sociedad… Sin embargo, aún no entendemos algunas enfermedades, sus orígenes y cómo sanarlas; aún hay hambre en la Tierra, contaminación e innumerables desajustes éticos.
El hombre no ha corregido lo esencial: su propia conducta. No ha evitando el consumo desenfrenado ni los desvíos morales que le causan desajustes orgánicos y la desconexión de la Naturaleza.
Si puedes vivir en una casa confortable, comer a diario mínimo tres veces, moverte en transporte o ir de vacaciones a la playa o a la montaña, enhorabuena, estás entre el 18% de los privilegiados de la Humanidad. De alguna manera eres rico económincamente.
Los avances de la ciencia, tecnología e innovación han desarrollado el arte del bienestar, a tal punto que las tendencias materiales se han vuelto dominantes. Ante los innúmeros desafíos globales se requiere redimensionar el valor de la ciencia como matriz generadora de conocimiento y motor de desarrollo sostenible y calidad de vida. Sin embargo, con tantas facilidades no se debe olvidar la solidaridad para con pueblos y conciudadanos menos favorecidos y la reconexión con la Naturaleza, lo bello y lo simple.
La ciencia está para colaborar en la mejora y crecimiento del hombre. Si los científicos y sus experimentos son responsables, rigurosos, perseverantes y profundos, los buenos espíritus os considerarán hombres serios, en busca de la verdad.
El foco presente en la sociedad es mayoritariamente materialista. Por ejemplo, muchos jóvenes prefieren no tener hijos para no someterse a ataduras en la educación de un ser, que quitan el tiempo de disfrute y placeres. La adquisición de casa, coches, ropas, viajes, última tecnología y otros ítenes superfluos son la meta de vida de muchas personas.
El mundo siempre tuvo su existencia con ciertas frivolidades, porque la materia distrae al hombre de su propósito real. Claro está que poder moverse, comunicarse, vestirse, etc, es necesario, pero me refiero a los excesos de lo citado arriba.
No se puede perder el verdadero enfoque de la vida de encarnado en la materia.
¿Cuál es el verdadero enfoque de la vida?
Un crecimiento ético-moral e intelectual. Dios quiere que los Espíritus sean reconducidos hacia los intereses del alma.
Quiere que el perfeccionamiento del hombre llegue a lo que debe ser, es decir, al fin y objetivo del ser eterno, la comprensión y ejecución de los deberes para con las Leyes Universales.
El espíritu sigue un camino necesario y sin marcha atrás, este camino es la imagen de la gradación experimentada por todo lo que vivió el Universo visible e invisible. El progreso, la vida no se detiene. Sin embargo, el avance ético-moral hacía Jesús llega a su momento crítico y la hora de la elevación moral en la Tierra ha llegado para la Humanidad.
El espiritismo viene a mostrar una ruta que facilita un incremento intelecto-moral por medio del estudio de la doctrina, favoreciendo el avance de la ciencia, la tecnología y la innovación. Estas pueden conducirnos hacia un desarrollo más equitativo y sostenible y un futuro más prometedor dentro de la nueva etapa de regeneración del planeta Tierra.
Cláudia Bernardes de Carvalho
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