Luis IX – Exponente del Espiritismo
Luís de Poissy nació en Francia como miembro de la dinastía de los Capetos, en el día 25 de abril de 1214.
Fue el segundo hijo varón del rey Luis VIII de Francia, apodado el León, y de la reina española Blanca de Castilla, que a su vez era hija de Alfonso VIII de Castilla.
Por este motivo Luis también era heredero indirecto del trono del reino de la península ibérica. Fue primo hermano del rey castellano Fernando III, el Santo.
Infancia
Su infancia discurrió de forma normal para los padrones de la época, donde la madre era la educadora. Ella supo infundirle los ideales de una vida inmaculada y le transmitió profundos valores cristianos. Como madre y maestra cultivó su fe con esmero, pero ante todo sembró en su hijo un anhelo constante de servicio divino.
Por añadidura, su formación tuvo el apoyo de Tomás de Aquino. Siempre mantuvo una conducta humilde. Cuando se le preguntaba quién era, respondía: Luis de Poissy.
En aquella época, el Medievo, la enseñanza básica para el futuro monarca se restringía a oratoria, latín, literatura, teología, administración y estrategia militar. Con estos privilegiados conocimientos el sucesor al reino tendría las herramientas necesarias para desarrollar su papel en el poder. Desde muy temprana edad, Luis destacó en el área militar, a pesar de haber admitido mucho más tarde que no le gustaba la guerra.
Tras la muerte de su abuelo el rey Felipe Augusto, cuando el príncipe Luis tenía nueve años, su padre Luis VIII accedió al trono. Sin embargo, el reinado del que fue conocido como el rey León sería corto, pues falleció transcurridos tres años. Su hermano primogénito Felipe, el heredero, murió cuando Luis tenía cuatro años.
A los doce años, debido a una epidemia de cólera que asoló París, Luis fue llamado a gobernar siendo coronado rey de los franceses con el nombre de Luis IX, también conocido como Ludovico.
Reinado
Bajo la regencia de su madre, quien le ayudó con su apoyo, Luis empezó su reinado en 1230 con 16 años. Transcurridos dos años la regencia deja de existir y el día 5 de abril de 1232, después de alcanzar la mayoría de edad, asume en sus manos los designios del reino y pasa a reinar en solitario.
Este período fue marcado por amenazas de los reinos italianos y alemanes. Su adolescencia se desarrolló en una época de grandes conquistas cristianas. Sin embargo, su madre ejercería una gran influencia hasta su muerte en 1254.
Conflictos políticos
Francia recibió un ataque musulmán y Luis IX tuvo un comienzo algo turbulento debido a una gran crisis política que se inició en París. Después de seis años en una velada guerra interna entre judíos y cristianos, el soberano convoca un jurado para poner fin a la disputa.
Matrimonio
En 1235, a la edad de 21 años, contrajo matrimonio con Margarita de Provenza, hija del conde Ramón Berenguer, conde de Provenza, una princesa que cultivaba, defendía y compartía los mismos valores y conductas que el rey, tales como la justicia y la caridad.
La pareja tuvo once hijos en común, cinco mujeres y seis varones. La primogénita falleció a los tres años de edad y un varón murió al poco tiempo de nacer.
Todos fueron educados en la religión católica, pues era lo que preponderaba entre la élite intelectual de la época, y esto resultó en reyes y reinas de varias cortes que ejercieron sus reinados con caridad, prudencia y sabiduría.
Conocido como el Rey Justo, ejercía la equidad en todas sus tomas de decisiones. Poseía un elevado sentido de la solidaridad, virtud excepcional entre los nobles medievales. Piadoso con sus súbditos, buscó siempre la paz, siendo un monarca recordado hasta la actualidad como uno de los mejores soberanos de la historia de Francia.
Defensor de los pobres, fue un rey enérgico que supo defender a la Iglesia y buscar la justicia. François-Marie Arouet más conocido como Voltaire dijo años después de él:
“No es posible que ningún hombre haya llevado más lejos la virtud”.
Sus primeras iniciativas fueron firmes, totalmente enfocadas a reconciliar al pueblo con la nobleza.
Toda su vida se autoimpuso un ejercicio diario de piedad y penitencia, mientras la corte se deleitaba en pompa y circunstancia. Tenía la noción clara de que el gobierno es más un deber que un derecho.
Diariamente se dedicaba a atender a las necesidades de los pobres y desafortunados, su gran preocupación. Su propósito era hacer el bien, buscando en todas sus acciones la felicidad de sus súbditos.
Compartía su mesa con los leprosos, quienes comían de la misma comida que él, y con asiduidad lavaba los pies a los mendigos a semejanza del Maestro Jesús. Recorría hospitales y repartía limosnas.
Además, fundó varios monasterios, promovió y propagó la fe, se distinguió por su espíritu de penitencia y oración, ayudando a diferentes abadías. Estudiaba las Escrituras con frecuencia.
Recorrió todo su país para entender la realidad del pueblo de primera mano y poder de este modo solucionar los problemas, así como promover reformas que protegiesen a los vasallos frente a sus dueños. Se preocupó por la paz entre las naciones, especialmente con el país vecino, Inglaterra. Sofocó rebeliones, a los rebeldes u ofensores a que vencía les perdonaba sin miramientos. En definitiva y con ahínco, promovía la paz.
Vivió siempre con austeridad y ajustó su conducta a las normas más estrictas de la moral cristiana. Desempeñó la caridad en todos los sentidos con su pueblo, el objetivo supremo en su reinado era la justicia, en todas sus acciones persigue y cumple solamente este ideal. La administró personalmente, amparando a los oprimidos y desafortunados que a él recurrían a veces en demanda de ayuda y de consejo. Como hombre sensible concedía sus audiencias a gentes de su pueblo en el bosque de Vincennes y no entre las paredes suntuosas de su palacio.
Cuando calificado por la nobleza y aristocracia como demasiado liberal con los pobres solía expresarse:
“Prefiero que mis gastos excesivos estén constituidos por luminoso amor de Dios y no por lujos para la vana gloria del mundo.”
Las Cruzadas
Asistió al Concilio Ecuménico de Lyon I en 1245 presidido por Inocencio IV, donde se convoca la séptima Cruzada, en la que se designó el mando a Luis IX para rescatar los Santos Lugares en Jerusalén.
Los preparativos para esta campaña se prolongaron tres años. Durante este largo periodo, recaudó dinero mediante impuestos especiales creados específicamente para sufragarla.
La séptima Cruzada duró seis años de 1248 a 1254, cuatro años se quedó en Palestina peregrinando con profunda piedad y devoción a los Santos Lugares de Nazaret, Monte Tabor y Caná. Sólo en 1254, cuando supo de la muerte de su madre, Doña Blanca, se decidió a volver a Francia.
El sueño de su vida era poder liberar la Tierra Santa de los turcos, pero esta cruzada fracasó, su ejército cristiano fue derrotado y cayó prisionero de Egipto. Luis IX fue apresado, quedando en cautiverio durante seis años. Sus innúmeras virtudes y valores impresionaron de manera muy profunda a los musulmanes que le apodaron como el “Sultán Justo”.
Tenía el corazón y el espíritu dedicados a Dios. Siempre dispuesto a la paz, buscando el entendimiento y persiguiendo la justicia, le hizo ser conocido por sus súbditos como el pacificador, por conseguir por medio de decisiones justas la paz, muchas veces en favor de los demás y en su detrimento.
Obras Sociales
Confiaba en que todas las cosas de este mundo le pertenecen al rey del cielo y por esto supo cuidar del bien espiritual de sus súbditos cada día. Fundó los Hoteles de Dios “Hôtel-Dieu”, para los pobres y las viudas, además del Hospicio de los Trescientos, que acogía a los mendigos ciegos, así como otras grandes labores y múltiples obras de piedad, que mejoraron la vida de su pueblo.
Construyó la estructura gótica más famosa de todo el mundo, la Saint Chapelle de París, un refugio dispuesto en la Isla de la Cité cerca de la Catedral de Notre Dame, considerada como un gigantesco relicario para albergar una gran colección de reliquias del cristianismo.
Las joyas principales de la misma eran la supuesta corona de espinos de Jesús (adquirida de Balduino II, Emperador de Constantinopla), una buena porción del santo madero de la cruz y el hierro de la lanza con que fue atravesado el costado de Jesús.
Para la formación juvenil y de los sacerdotes, el monarca ayudó en la fundación la Universidad de la Sorbona.
De esta manera les aseguraba una correcta educación a través de la filosofía y la teología.
Desencarnación
En una segunda expedición al Oriente, promovida por el papa Clemente IV en lo que fue la octava cruzada, Luis IX decide acudir.
El rey viaja a Túnez para apoyar a su hermano, Carlos de Anjou. Tras haber conquistado la ciudad de Cartago, el rey y otros más son afectados por una epidemia.
El calor y el agua contaminada fomentaron la proliferación de infecciones. El 3 de agosto de 1270, su hijo, el príncipe Juan Tristán, fallece. Tres semanas después, le sigue en la muerte su padre. Luis IX desencarna en el día 25 de agosto de 1270 a la edad de 56 años y tras 40 de reinado.
Según las versiones de los historiadores no está claro si de disentería o de fiebre tifoidea, A su muerte, otro de sus hijos, el príncipe Felipe, se convierte en el rey Felipe III de Francia.
Repercusión de su muerte
Su cuerpo fue trasladado a Sicilia y después a Francia, para ser enterrado en el panteón de los reyes en la catedral de San Denis. Sin embargo, su corazón fue llevado a una iglesia de Palermo donde está hasta nuestros días.
Sus restos mortales fueron profanados durante la revolución francesa en 1793, no obstante, recuperados supostamente en 1820 por el rey Luis XVIII.
Luis IX, el monarca protagonista de nuestra biografía, fue considerado el mayor rey de Francia. Desde este momento su sepulcro iba a constituirse en lugar de grande veneración y piedad para todos los franceses, pues es uno de los reyes más queridos por sus súbditos.
Canonización
El 11 de agosto de 1297 su amigo Jean de Joinville, ya bastante anciano, dio el testimonio de la vida de Luis IX al jefe mayor de la iglesia. El papa Bonifacio VIII, en la iglesia de San Francisco de Orvieto en Italia, realizó la solemne liturgia de la canonización del rey que pasaría a ser conocido como San Luis, con el apodo de Luis el Piadoso o el Justo.
Con este hecho se extinguieron las Cruzadas. A pesar de estos fracasos, su popular imagen dentro y fuera de su reino y el modelo ideal de monarca hacen de San Luis un ejemplo de gobernante católico y una figura predominante en el Universo cristiano.
Su impacto y estela fueron tan grande que varios reyes de Europa adoptaron su nombre como homenaje y ejemplo de buen hacer. Entró a pesar de ser rey en la Orden Tercera de San Francisco de Asís.
Testamento
Dejó un testamento a su hijo digno de un gran espíritu que dice:
«Hijo amadísimo lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios con todo corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible.
Debes alejarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal.
Además, si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido.
Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas.
Asiste de buena gana y con devoción, al culto divino, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Señor con oración vocal o mental».
Incidente en la actualidad
La Corona de espinas de Jesús, junto a otras reliquias, fueron rescatada recientemente del trágico incendio ocurrido el 15 de abril de 2019, en Notre Dame por el capellán de la brigada de bomberos de París, Jean-Marc Fournier, junto a una prenda de vestir de Luis IX.
Exponente del Espiritismo
Este espíritu que ha dado durante la vida ejemplo de abnegación y fidelidad a Jesús, muestra un ejemplo más grandioso si cabe participando en la Tercera Revelación, la diseminación sobre la Tierra de las Leyes Universales, la palabra de Jesús sin desvíos y la mediumnidad por medio de la Doctrina Espírita.
Participó en Prolegómenos de El Libro de los Espíritus, junto a otros eminentes espíritus.
En el Evangelio según el Espiritismo realiza once intervenciones, una de 1859, nueve en 1860 y una en 1862, todas las comunicaciones espirituales fueron recibidas por diferentes médiums en la ciudad de París.
Las dos primeras psicografías las encontramos dentro del Capítulo IV, “Nadie puede ver el reino de Dios si no nace de nuevo”, done expone dos manifestaciones en las que explica dentro de las Instrucciones de los Espíritus, el límite y la necesidad de la encarnación.
El Evangelio Según el Espiritismo
Resumen:
1-Límite de la encarnación.
La encarnación no tiene límites, ya que la materialidad de la envoltura disminuye a medida que el espíritu se purifica. En algunos mundos más adelantados que nuestro planeta Tierra, el cuerpo material es menos compacto, o sea más sutil, lo que le proporciona menos exposición a las vicisitudes. Cuando el espíritu se encuentra en un grado de mayor elevación, su cuerpo material es más diáfano y casi fluídico. Nos enseña el espíritu de San Luis que a medida que el espíritu va avanzando en grados de purificación su cuerpo se desmaterializa y termina por confundirse con el periespíritu.
El insigne espíritu nos llama la atención sobre que el cuerpo del espíritu dependerá del mundo que le corresponda vivir para progresar, del cual toma la envoltura apropiada a la naturaleza de este mundo. Nos resalta que el propio periespíritu sufre trasformaciones sucesivas, cambiando hacia estados más etéreos, hasta llegar a la purificación completa que corresponde a los espíritus puros.
Estos espíritus pueden trasladarse a todos los lugares a los cuales son convocados debido a su estado de desprendimiento. La encarnación tal como la concebimos en la Tierra está limitada a mundos inferiores. Cuando el espíritu se encuentra en estado errante, la situación del espíritu guarda relación con la naturaleza del mundo al que está vinculado, de manera que este será más feliz y libre según esté más o menos materializado. (San Luis. París, 1859)
2- Necesidad de la encarnación
La encarnación es necesaria para que los espíritus puedan cumplir su misión con la ayuda de la materia, lo cual contribuye al desarrollo de la inteligencia. Como Dios es justo, designa a todos los espíritus el mismo punto de partida, las mismas obligaciones y la misma libertad. Sin embargo, para todos los espíritus la encarnación es un estado transitorio, como prueba inicial del uso de su libre albedrío.
Nos explica el instructor espiritual que los encarnados que cumplen su tarea evolutiva con esmero, pasan rápidamente los primeros escalones de desarrollo de las virtudes y gozan del fruto de su labor, pues quien siembra, recoge. No obstante, aquellas personas que emplean indebidamente su libre albedrío, retardan su progreso, prolongando por mucho tiempo la necesidad de encarnar, que se torna un castigo para ellos. (San Luis. París, 1860)
3- ¿Será lícito abreviar la vida de un enfermo que sufre sin esperanza de curarse?
En el capítulo V, “Bienaventurados los afligidos”, el buen espíritu nos advierte que no. Nadie más que Dios puede abreviar la vida, es posible que este momento de sufrimiento sea para el enfermo de suma importancia, pues puede ser en este estado cuando promueva las reflexiones necesarias para su arrepentimiento y consideración. Debemos atenuar los dolores, pero guardarnos de reducir la vida, porque cada minuto puede ser crucial y fundamental para el porvenir. (San Luis. París, 1860)
4- Sacrificio de la propia vida
En otra comunicación en el mismo capítulo, San Luis nos habla sobre aquella persona que busca acortar su propia vida o permite que otro lo haga. En este caso es considerado suicida, ya que la idea de que su muerte servirá para algo no es real. Este es un pretexto para disimular frente a sí mismo este acto erróneo. Del mismo modo cuando se busca la exposición a un peligro con esta intención. Cuando el acto de salvar a alguien lleva al encarnado a la muerte, no es considerado suicidio, ya que no había una intención de morir, sino de sacrificio y abnegación. (San Luis. París, 1860)
5- Provecho de los padecimientos para el prójimo
Aún en el capítulo V, el espíritu de San Luis clarifica con relación a que los padecimientos pueden resultar provechosos para otras personas, tanto materialmente como moralmente, por medio de privaciones, sacrificios y trabajo, además de por la sumisión a la voluntad de Dios. (San Luis. París, 1860)
Dentro del capítulo X, vemos tres nuevas participaciones de San Luis, dentro del título “Bienaventurados los que son misericordiosos”.
6- ¿Está permitido reprender al prójimo, observar sus imperfecciones y revelar el mal que comete?
Sí, pues todos debemos trabajar para el progreso general. No obstante, debemos hacerlo con moderación y con un fin útil, pero sin la intención de denigrar, que en este caso es maldad. Cuando el fin es útil, o sea, de mejorar a la persona, debe ser aplicada con todos los miramientos e imponerse a sí mismo, buscando ver si también la merece. (San Luis. París 1860)
7- A la pregunta ¿será reprensible observar las imperfecciones del prójimo cuando de eso no resulte ningún provecho para él, y aunque no las divulguemos?
San Luis expone que todo depende de la intención, que no es erróneo observar el mal, ya que este existe. El error sería observar el mal para desacreditar al prójimo, que fuera sin necesidad ante los demás o por complacerse a uno mismo. Por otro lado, es provechoso, en el caso de que al observar el mal se saque un provecho personal de aprendizaje y progreso. (San Luis. París, 1860)
8- La siguiente cuestión nos explica acerca de si hay casos en los que es útil revelar el mal ajeno, explicándonos que si las imperfecciones de una persona solo la perjudican a ella no hay utilidad en revelarla. En cambio, si causan perjuicios a otros, se debe preferir el interés de la mayoría frente al interés de uno. (San Luis. París, 1860)
9- Beneficencia exclusiva
Al encontrarnos en el capítulo XIII “No sepa tu mano izquierda lo que da tu mano derecha”, ¿es lícita la beneficencia, cuando se la practica exclusivamente entre personas que comparten la misma opinión, la misma creencia o el mismo partido? San Luis nos enseña que no es correcto, ya que el sectarismo y el partidismo se deben eliminar de nuestras acciones ya que todos somos hermanos. (San Luis. París, 1860)
10- Transmisión de la riqueza
Dentro del capítulo XVI, “No se puede servir a Dios y a Mamón”, San Luis disipa las dudas al respecto. Se pueden transmitir los bienes al morir, porque el efecto de este derecho está subordinado a la voluntad de Dios que puede impedir que los herederos hagan usufructo de estos bienes. (San Luis. París, 1860)
Allan Kardec selecciona para El Libro de los Médiums dos comentarios de San Luis.
Libro de los Médiums
Resumen:
San Luis en este libro participó cinco veces con sus sabios esclarecimientos.
1-Laboratorio del mundo invisible
El profesor espiritual dio la solución a las apariciones de objetos explicando que el espíritu con la ayuda del principio material adopta la apariencia del objeto que necesita.
2- Disertaciones espíritas
Nos aconseja San Luis en el capítulo XXXI que el espiritismo es solo una moral, y no debe salirse del límite de la filosofía. Nos dice que convirtamos nuestras reuniones en un centro serio. Que haya entre los espíritas comprensión y amor, y que si buscamos las comunicaciones serias los buenos espíritus nos considerarán hombres serios en busca de la verdad.
En El Libro de los Espíritus San Luis interviene en tres temas de forma explícita.
Libro de los Espíritus
Resumen:
La aportación de San Luis en El Libro de los Espíritus fue de cuatro comunicaciones. En el Libro Cuarto, capítulo II, Penas y Goces futuros dice:
1-La duración de los padecimientos del espíritu ¿puede ser eterna?
No, Dios ha creado los espíritus simples e ignorantes, todos deben progresar, pero este progreso dependerá de cada cual. La duración de la pena está subordinada al deseo del espíritu de progresar. Las penas son impuestas por un tiempo, Dios siempre acepta el arrepentimiento.
2-La pluralidad de existencias está de acuerdo a la justicia divina. La iglesia por medio del dogma de la resurrección enseña la reencarnación. El espiritismo no viene a destruir la religión sino a confirmarla mediante las pruebas que aporta. Los espíritus se expresan sin alegorías explicando con un sentido preciso y claro, no dejando margen a falsas interpretaciones.
3- El reino de Dios ¿podrá algún día establecerse en la Tierra?
Responde San Luis que esto ocurrirá cuando entre los espíritus que habiten la Tierra, los buenos prevalezcan frente a los malos.
En otro libro de la codificación espírita El Cielo y el Infierno o La justicia divina según el Espiritismo, nos expone diferentes temas.
El Cielo y el Infierno o La justicia divina según el Espiritismo
La primera parte de esta obra, titulada Doctrina, contiene el examen comparado de las diversas creencias sobre el cielo y el infierno, los ángeles y los demonios, las penas y las recompensas futuras. El dogma de las penas eternas se trata de un modo especial y se refuta con argumentos sacados de las leyes de la misma Naturaleza, que no sólo demuestran la parte ilógica, repetida cien veces, sino la imposibilidad material. Con las penas eternas caen, naturalmente, las consecuencias que se creería poder sacar de aquéllas.
La segunda parte encierra numerosos ejemplos en apoyo de la teoría, o mejor dicho, que han servido para establecer la teoría. Tienen su autoridad en la diversidad de los tiempos y lugares en donde se obtuvieron, porque si dimanasen de un solo origen, podrían considerarse como producto de una misma influencia. La tienen, además, en su concordancia con aquello que se obtiene todos los días, por todas partes en donde se ocupan de las manifestaciones espiritistas bajo el prisma formal y filosófico.
Resumen:
San Luis es citado en el capítulo II, Segunda Parte, Espíritus felices, en la comunicación de El Sr. Sanson. El espíritu comunicante suplica a Dios y en particular a San Luis, y le nombra como presidente espiritual, el objeto de guiarle en la elección y época de su próxima encarnación.
Capítulo III Segunda Parte, Espíritus de mediana condición.
La señora Anna Belleville
Este ejemplo es un caso de un espíritu que se encuentra en el plano espiritual en una condición intermedia. Una joven señora, cuando encarnada, tenía una enfermedad derivada de un accidente que la obligó a permanecer en cama durante tres años con muchos dolores. Era inteligente y con firme rectitud moral, no guardaba rencor a nadie. Cierto día se siente desfallecer y sintió que era llegada su hora de la partida, sin embargo, se lamentaba que fuera morir antes de que regresara su marido.
Hizo un esfuerzo y decidió no morir. Al sentir que renacía su vida y recobró las facultades.
Al comunicase al día siguiente de su desencarnación, afirmó que no sufría más pues lo hizo en vida con resignación.
Sin embargo, a medida que va pasando el tiempo el espíritu de Anna va contando que no hacía ningún sacrificio para atenuar el sufrimiento de otro, pues apreciaba su bienestar.
Afirma que en el mundo espiritual las categorías se establecen por el mérito personal de cada cual.
Allan Kardec interroga a cerca de que una persona puede mediante de su voluntad, retardar el momento en que su alma se separa del cuerpo. ¿Una persona puede, por un esfuerzo de su voluntad, retardar el momento de la separación del alma y del cuerpo?
El instructor ilustra que un espíritu encarnado puede, en determinadas circunstancias, cuando tenga que terminar una misión prolongar la existencia corporal para terminar instrucciones indispensables. Esto puede permitírsele.
Sin embargo, la prolongación de la vida no podría ser de mucha duración, porque no es permitido al hombre invertir el orden de las leyes de la Naturaleza, cuando los órganos están gastados pueden recibir un suplemento de fluido vital que les permita añadir algunos instantes a la manifestación material del pensamiento.
Es solamente una prorrogación momentánea y este hecho no deberá deducirse que pueda ser general, ni creer que dependa de cada uno prolongar así su vida.
Estos casos son excepciones y no la regla general y hay que observar que en ellos no existe en ningún caso una derogación de las leyes inmutables de Dios, sino una consecuencia del libre albedrío.
El espíritu tiene conciencia de la misión de que ha estado encargada, y quisiera, a pesar de la muerte, en el último instante cumplir lo que no ha podido acabar.
Puede ser además una especie de castigo impuesto al espíritu que duda del porvenir, concediéndole una prolongación de vitalidad, por la cual sufre.
El capítulo IV, Segunda Parte, Espíritus sufridores, San Luis da instrucciones sobre la comunicación de Ferdinand Bertin:
1-Donde aclara que la confesión de los errores de este espíritu le traerá gran alivio a su sufrimiento después de su muerte. La existencia que acaba de dejar ha sido horrorosa. El espíritu denota gran confusión de ideas, lo que ocurre con las muertes violentas.
Era amado y estimado de sus jefes. Su desencarnación violenta fue el fruto de su arrepentimiento y de las buenas resoluciones que había tomado antes de volver a venir a la Tierra, donde quiso ser comprensivo para compensar la crueldad que realizó en otra encarnación.
Explica San Luis que la abnegación de que hizo prueba tenía un fin reparador, pero le era necesario rescatar faltas pasadas por medio de su última expiación, la de la muerte cruel que ha sufrido.
Él mismo quiso purificarse sufriendo los tormentos que hizo experimentar a los otros, y observad que una idea le persigue: el sentimiento de ver que se le mira como un mártir, cuando en realidad no lo es.
El espíritu al rescatar sus faltas ha dejado la vía expiatoria para entrar en la rehabilitación.
Advierte el instructor espiritual que con oraciones se le puede ayudar a marchar con paso más firme y más seguro.
2-En otra psicografía, esta vez del espíritu de Clara, San Luis enseña que la siguiente comunicación no se exagera nada.
Este cuadro es muy verdadero. Puede que uno se pregunte qué hizo esa persona para ser tan desdichada. ¿Ha cometido algún crimen? No, nos aclara el instructor espiritual que ella no había hecho nada que haya merecido castigo de la justicia de los hombres. Se ocupaba solamente por la hermosura, fortuna, placeres, adulaciones, y se envidiaba su suerte. Pero fue egoísta. Todo lo tenía, excepto un buen corazón. Si no violó la ley de los hombres, ha violado la ley de Dios, porque ha desconocido la caridad, la primera de las virtudes.
¿Qué debe entenderse por las tinieblas en que están sumergidas ciertas almas que sufren? ¿Serán las mismas de que habla con tanta frecuencia la escritura?
Las tinieblas de que se trata son en realidad las designadas por Jesús y los profetas, hablando del castigo de los malos. Pero esto no debe entenderse más que como una figura destinada a afectar los sentidos materiales de sus contemporáneos, que no hubieran podido comprender el castigo de una manera espiritual.
Ciertos espíritus están sumergidos en las tinieblas, es una inconsciencia de sí misma y de lo que le rodea, que se presenta lo mismo a la vista que en ausencia de la luz material.
Es, especialmente, el castigo de los que han dudado del destino de su ser: han creído en la nada, y la apariencia de esta nada viene a hacer su suplicio, hasta que el alma, vuelta en sí, venga a romper con energía la red de enervación moral de que se halla dominada.
De la misma manera que un hombre agitado por un sueño penoso lucha en un momento dado con toda la potencia de sus facultades contra los terrores por los que se ha dejado dominar desde un principio.
Esta reducción momentánea del alma a una nada ficticia, con el sentimiento de su existencia, es un sufrimiento más cruel de lo que podría imaginarse, en razón de la apariencia de reposo a que está sujeta.
Este reposo forzado, esta nulidad de su ser, esta incertidumbre, es lo que forma su suplicio. El castigo más terrible es el fastidio de que está abrumada, porque nada percibe a su alrededor, ni objetos ni seres. Para el alma, éstas son las verdaderas tinieblas.
Sigue explicando, San Luis cuando responde a la pregunta:
¿De dónde proviene que la educación moral de los espíritus desencarnados es más fácil que la de los encarnados?
Las relaciones establecidas por el espiritismo entre los hombres y los espíritus han dado lugar a observar que estos últimos se enmiendan con más rapidez bajo la influencia de consejos saludables que los que están encarnados, según se ve por las curas de obsesiones.
Respuesta: El encarnado, por su misma naturaleza, está en un estado de lucha incesante, en razón a los elementos contrarios de que está compuesto y que deben conducirle a su fin providencial obrando uno sobre otro.
La materia sufre fácilmente la dominación de un fluido exterior. Si el alma no obra con toda la potencia moral de que es capaz, se deja dominar por el intermediario de su cuerpo, y sigue el impulso de las influencias perversas de que está rodeada.
Esto sucede con una facilidad tanto más grande cuanto los invisibles que la estrechan atacan con preferencia las partes más vulnerables, esto es, las tendencias hacia la pasión dominante.
Todo eso se produce de distinta manera en el espíritu desencarnado. Es verdad que está todavía bajo una influencia semimaterial, pero este estado no es nada comparable con el del encarnado.
El respeto humano, tan preponderante en el hombre, es nulo para él, y este pensamiento no podía apremiarle a resistir mucho tiempo a las razones que su propio interés le muestra como buenas. Puede luchar, y generalmente lo hace, con más violencia que el encarnado, porque es más libre.
Pero ninguna mira mezquina de interés personal ni posición social viene a poner trabas a su discernimiento. Lucha por amor al mal, pero adquiere pronto el sentimiento de su impotencia frente a la superioridad moral que le domina.
El espejismo de un porvenir mejor tiene más acceso en él, porque se halla en la misma vía en que debe cumplirse, y esta perspectiva no se borra por el torbellino de los placeres humanos.
En una palabra, como no está bajo la influencia de la carne, su conversión es más fácil, cuando sobre todo ha adquirido cierto desarrollo por las pruebas que ha sufrido.
Un espíritu enteramente primitivo sería poco accesible al raciocinio, pero es muy diferente en aquel que tiene la experiencia de la vida. Por otra parte, tanto en el encarnado como en el desencarnado debe actuarse sobre el alma, sobre el sentimiento.
Toda acción material puede suspender momentáneamente los sufrimientos del hombre vicioso. Pero no puede destruir el principio mórbido que reside en el alma. Cualquier acto que no tienda a mejorar el alma, no puede apartarla del mal.
No amó a nadie sino a sí misma, después de la muerte nadie la ama. Está aislada, desamparada, abandonada, perdida en el espacio, donde nadie piensa en ella.
Esto es lo que constituye su suplicio. Como sólo procuró los goces mundanos, y hoy esos goces no existen, el vacío se ha formado a su alrededor. Sólo ve la nada, y la nada le parece la eternidad. No sufre tormentos físicos, se atormenta a sí misma.
Capítulo V, Segunda Parte, Suicidas.
1-El suicida de la Samaritana
Un hombre de mediana edad entra en un establecimiento y solicita un baño, pasadas dos horas el empleado preocupado por el silencio decide entrar para ver lo que pasaba. AL entrar se encontró con un escenario de un suicidio.
El espíritu estaba completamente sumergido en el torbellino de la materia y no aceptaba la muerte. Habla de su sufrimiento en el momento de su muerte.
Al espíritu de San Luis le pregunta Allan Kardec:
¿Qué entiende el espíritu, diciendo que el momento de la muerte ha sido menos doloroso que después? La respuesta de San Luis elucida: El espíritu se descargaba de un peso que le abrumaba, sentía la voluptuosidad del dolor. El espíritu del suicida queda ligado a su cuerpo hasta la finalización de esa vida pues el suicidio la interrumpe de forma brusca.
2-El padre y el quinto
Al principio de la guerra de Italia, en 1859, un negociante de París, padre de familia, que
disfrutaba de la estimación general de todos sus vecinos, tenía un hijo que tenía que ser soldado.
Encontrándose, por su posición, en la imposibilidad de librarle del servicio, tuvo la idea de suicidarse a fin de eximirle como hijo único de viuda. Fue evocado un año después en la Sociedad que deseaba saber de su suerte en el mundo de los espíritus.
El profesor espiritual contesta a la cuestión planteada por Kardec ¿Queréis darnos vuestra apreciación personal sobre el acto del espíritu que acabamos de evocar?
Este espíritu sufre justamente, porque no ha tenido confianza en Dios, y esto es una falta siempre punible.
El castigo sería terrible y muy largo si no tuviese en su favor un motivo laudable, que era el de impedir a su hijo que fuese a buscar la muerte.
Dios, que ve el fondo de los corazones y que es justo, no le castiga sino según sus obras.
3-Louis y la costurera de botines
En esta comunicación viene a explicar el caso de una joven que rompió con su novio poco tempo antes de contraer matrimonio y que le llevó al suicidio.
Tras una serie de interrogaciones del codificador, San Luis contesta: La joven, causa involuntaria de la muerte de su amante, en este caso, ¿incurre en responsabilidad?
Sí, porque no le amaba.
Para prevenir una desgracia, ¿debía casarse a pesar de su repugnancia?
El educador espiritual contesta: Ella buscaba una ocasión para separarse de él. Hizo al principio lo que hubiera hecho más tarde.
¿De modo que su culpabilidad consiste en haber fomentado en él sentimientos en los
cuales no tomaba parte, sentimientos que fueron la causa de la muerte del joven?
Sí, esto es.
¿Su responsabilidad, en este caso, debe ser proporcionada a su falta, ésta no debe ser tan
grande como si se hubiera provocado voluntariamente la muerte?
Evidentemente.
¿El suicidio de Louis encuentra una excusa en el extravío en que le había puesto la obstinación de Victorina?
Sí, porque su suicidio que proviene del amor es menos criminal a los ojos de Dios que el
suicidio del hombre que quiere librarse de la vida por un motivo de cobardía.
Capítulo VI, Segunda Parte, Criminales arrepentidos.
4-El espíritu de Castelnaudary
En este caso un espíritu estaba relacionado con una casa, por haber asesinado allí un hermano suyo y años más tarde a la esposa de aquel. Después de su propia muerte siguió haciendo el mal, provocando varios accidentes en ella.
Se realiza una serie de interrogaciones a San Luis y se las describimos integralmente:
¿Queréis describirnos el género de suplicio de ese espíritu?
Es atroz para él. Fue condenado a morar en la casa en que el crimen se cometió, sin poder dirigir su pensamiento sobre otro asunto sino sobre ese crimen, que siempre tiene ante sus ojos, y se cree condenado eternamente en el tormento.
Se ve constantemente en el momento en que cometió su crimen. No puede tener ningún otro recuerdo ni comunicarse con otro espíritu. No puede estar más que en esa casa, y si está en el espacio, se halla en las tinieblas y en la soledad.
¿Qué medio podríamos adoptar para hacerle desocupar la casa?
Si uno quiere desembarazarse de las obsesiones de semejantes espíritus, es fácil: orando por ellos, y esto es lo que no siempre se hace. Se prefiere asustarles con las fórmulas del exorcismo, que les divierten mucho.
Dando a personas interesadas la idea de rogar por él y haciéndolo nosotros mismos, ¿se le haría desocupar?
Sí, pero notad que he dicho orar, y no hacer orar.
Hace dos siglos que está en esta situación. ¿Aprecia él este tiempo, como lo hubiera hecho en su vida, esto es, el tiempo le parece tan largo o menos largo que si viviese?
Le parece más largo, el sueño no existe para él.
Se nos ha dicho que para los espíritus el tiempo no existe, y que para ellos un siglo es un punto en la eternidad. ¿Acaso no sucede lo mismo para todos?
No ciertamente, eso es para los espíritus que han llegado a un grado muy elevado de adelanto. Pero para los espíritus inferiores, el tiempo es algunas veces muy largo, sobre todo cuando sufren.
¿Cuál era la procedencia de este espíritu antes de su encarnación?
Había tenido una existencia en las poblaciones más feroces y más salvajes, y anteriormente aún, vino de un planeta inferior a la Tierra.
Este espíritu es castigado muy severamente por el crimen cometido. Si vivió en poblaciones bárbaras, pudo cometer actos no menos atroces que el último. ¿Fue castigado del mismo modo por ellos?
Fue menos castigado, porque como era más ignorante, comprendía menos lo que hacía.
El estado en que se encuentra este espíritu, ¿es el de los seres vulgarmente llamados condenados?
Precisamente, los hay mucho más horribles todavía. Los sufrimientos están lejos de ser los mismos para todos, incluso para crímenes semejantes, porque varían según el culpable es más o menos accesible al arrepentimiento. Para éste, la casa en que cometió su crimen es un infierno.
Otros lo tienen en sí mismos, por las pasiones que les atormentan y que no pueden dominar.
Este espíritu, a pesar de su inferioridad, siente los buenos efectos de la oración. Hemos visto lo mismo en otros espíritus igualmente perversos y de naturaleza muy brutal.
¿Cómo es que espíritus más ilustrados, de una inteligencia más desarrollada, demuestran una ausencia completa de buenos sentimientos, que se ríen de todo lo que hay de más sagrado, en una palabra, que nada les conmueve, y que su cinismo no tiene ninguna tregua?
La oración sólo produce efecto en favor del espíritu que se arrepiente. Con aquel que seducido por el orgullo se rebela contra Dios y persiste en sus extravíos e incluso los exagera, como lo hacen los espíritus desgraciados, la oración no puede nada, y no podrá nada hasta el día en que una luz de arrepentimiento los envuelva.
La ineficacia de la oración es también para ellos un castigo. No alivia más que a aquellos que no están del todo endurecidos.
Cuando se ve a un espíritu inaccesible a los buenos efectos de la oración, ¿es ésta una razón para abstenerse de rogar por él?
No, sin duda, porque tarde o temprano podrá triunfar de su endurecimiento, y hacer germinar en él pensamientos saludables.
Si este espíritu reencarnase, ¿en qué categoría de individuos se encontraría?
Eso dependerá de él y del arrepentimiento que experimentará.
Capítulo VII, Segunda Parte, Espíritus empedernidos.
5-La reina de Oudh
Es la comunicación de una reina india que profesaba la religión musulmana, aún conserva después de la muerte toda la ilusión de su posición social.
San Luis advierte: Dejad a la pobre alucinada, tened piedad de su ceguera. Que os sirva de ejemplo, no sabéis cuánto sufre su orgullo. Las ideas terrestres han conservado en ella toda su fuerza, el orgullo no ha perdido nada de sus ilusiones.
Capítulo VIII, Segunda Parte, Expiaciones terrenales.
6-Charles de Saint G …, deficiente mental
Charles de Saint G… era un joven con deficiencia mental, de trece años edad. Sus facultades intelectuales eran de tal nulidad, que no reconocía a sus padres y podía apenas tomar alimento.
Había en él paralización completa de desarrollo en todo el sistema orgánico. El niño seguía encarnado y Kardec quería preguntarle mientras dormía y su espíritu se desprendía durante el sueño.
Kardec interpela a San Luis:
¿Querríais manifestarnos si podemos hacer la evocación del espíritu de este niño?
Podéis evocarle como si evocaseis al espíritu de un muerto.
Vuestra respuesta nos haría suponer que la evocación podría hacerse en cualquier momento.
Sí, su alma está unida a su cuerpo por lazos materiales, pero no por lazos espirituales. Puede desprenderse siempre.
Sigue Allan Kardec preguntando al guía espiritual:
¿Las oraciones por un espíritu encarnado, pueden tener la misma eficacia que para un espíritu errante?
Las oraciones son siempre buenas y agradables a Dios. En la situación de este pobre espíritu no pueden servirle para nada, le servirán más tarde, porque Dios las tomará en cuenta.
Esta evocación confirma lo que siempre se ha dicho sobre los deficientes mentales. Su nulidad moral no depende de la nulidad del espíritu.
La imperfección de los órganos no es sino un obstáculo a la libre manifestación de los pensamientos, no los aniquila. Este es el caso de un hombre vigoroso cuyos miembros estuviesen atados.
Recomendamos la lectura y el estudio de todas las obras de la codificación espírita en especial de este gran comunicador, que además de haber demostrado caridad y justicia cuando encarnado por medio de su postura frente a la vida, ha ejemplificado en sus aportaciones de enorme valía una gran capacidad de trasmitir a la Humanidad las enseñanzas profesadas por los buenos espíritus que nos harán mejores espíritus, ayudando de este modo al progreso colectivo.
Este pedagogo ha explicado las siete categorías generales de espíritus: los felices, de mediana condición, sufridores, suicidas, criminales arrepentidos, empedernidos y terrenales.
Como vemos, el espíritu magnánimo de San Luis ha participado de manera muy extensible en la codificación espírita.
Ha demostrado un alto nivel intelectual y moral en sus aportaciones.
El intervalo de tiempo trascurrido desde su encarnación como Luis IX y sus comunicaciones junto a muchos otros espíritus fue de 646 años.
Vemos cómo un espíritu progresa siempre, pues a pesar de su inclinación hacia la justicia y equidad, este espíritu participó en dos guerras y ordenó muertes, con una finalidad de preservar las tierras de Jesús.
No obstante, pese a su error en las formas de declarar su amor a Jesús, supo reponerse, resaltar las buenas cualidades que tenía, reforzándolas y buscando el progreso en otras áreas de desarrollo, creció moralmente y varios años después, ya de una manera correcta prestó sus servicios para el Maestro, participando en la diseminación del espiritismo.
Observamos en la maravillosa carta dejada en herencia a su hijo, los valores nobles que procura transmitir, dejando como rumbo su proprio ejemplo de conducta.
Por fin, después de haber intentado conquistar la Jerusalén terrestre, la dedicación, el esfuerzo, el progreso constante a que todo el espíritu está sujeto, le condujeron a la Jerusalén celestial. San Luis hace poco más de siglo y medio tenía algo más que ofrecer, hablándonos de las verdades espirituales por intermedio de los médiums dando una prueba irrefutable de la existencia del espíritu.
Es un verdadero espíritu guía, que presidió la confección de la Doctrina Espírita, monumental obra de luz y por ello le rendimos homenaje como Exponente del Espiritismo.
Cláudia Bernardes de Carvalho
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Bibliografía
Kardec, A., El Libro de los Espíritus
Kardec, A., El Libro de los Médiums
Kardec, A., El Evangelio según el Espiritismo
Kardec, A., El Cielo y el Infierno o La justicia divina según el Espiritismo
Villiers, Philippe de. San Luis, Rey de Francia. Una biografía novelada. ed. Arcadus Palabra. 2014.
WIKIPEDIA, la enciclopedia libre. Biografías.
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