Miguel Vives y Vives
Miguel Vives y Vives fue un filántropo y dedicado médium perteneciente a la segunda generación de divulgadores del espiritismo en España, junto con Amalia Domingo Soler, Vizconde Torres-Solanot, Manuel Navarro Murillo, Joaquín Huelbes Temprado, Manuel Sanz Benito, etc. Miguel, como su hermano Augusto, ejemplificó la vivencia de la filosofía de la fraternidad universal. De convicciones republicanas, fue modelo de virtud y dedicación a la causa en la creía, hasta el punto de recibir el sobrenombre de «apóstol del bien». Fue autor de una pequeña obra en páginas, pero enorme en contenidos éticos, la Guía práctica del espiritista, que recoge sus experiencias y consejos para una vida en armonía con la filosofía espiritista.
Los primeros años marcados por la orfandad
Las primeras informaciones sobre la vida de Miguel Vives corresponden a sus padres y hermano mayor, conocidas a través del relato de Armengol Farrás, amigo de Augusto Vives, publicado en la revista Luz y Unión en marzo de 1913, con motivo su desencarnación el 24 de febrero de ese año. Para comprender la infancia de Miguel Vives tenemos, pues, que hacer una retrospectiva a los primeros años de vida de su hermano mayor Augusto, que actuó como un verdadero padre para Miguel.
El hogar de los Vives era muy pobre. Y en 1835, cuando su hermano Augusto tenía dos meses, su madre en un momento de desesperación determinó suicidarse. Finalmente no lo hizo por el providencial llanto del bebé, que en el momento en que su madre iba a arrojarse al mar, rompió a llorar y evitó el fatal desenlace. Unos años más tarde, nació su hermano Miguel, en Barcelona. Los datos que nos ofrece Armengol Farrás nos sitúan en el momento histórico del nacimiento de Miguel Vives:
Pasaron siete años y en los días en que el general Espartero bombardeaba la ciudad de Barcelona, nació su hermano Miguel, viéndose precisados a dormir algunos días en el campo para librarse de la metralla hasta que se refugiaron en un pueblo vecino donde murió su madre cuando Miguel contaba dos años.
La referencia histórica del bombardeo de Barcelona por orden del general Espartero nos lleva a situar el nacimiento de Miguel en torno al día 3 de diciembre de 1842 en Barcelona. Casado nuevamente su padre, las circunstancias los llevaron a Sabadell. Su segunda madre hizo crecer el número de su familia con dos hijas más y Augusto fue puesto a trabajar a los nueve años para ayudar al sostenimiento familiar.
Así pues, los primeros años de la vida de Miguel Vives estuvieron marcados por el dolor de ver morir a sus seres más queridos. Cuando contaba solo dos años, quedó huérfano de madre y a los once murió su padre, por lo que quedó al cuidado de su hermano Augusto, que contaba con diecinueve años y que asumió el rol de padre para sus tres hermanos menores, Miguel y las dos niñas.
El matrimonio y la pérdida de la esposa amada
Miguel contrajo matrimonio en 1868, a los 26 años. Este feliz acontecimiento vendría a ser el desencadenante de la mayor crisis que sufrió, ya que de nuevo se vería privado de un ser querido. En plena luna de miel desencarnó de forma repentina la mujer que había elegido como compañera de su vida.
Este suceso llevó a Miguel a una enorme depresión, cuya consecuencia fue una grave enfermedad que le mantuvo en la más absoluta inactividad durante cinco años. No solo su salud psíquica se alteró, sino también la física, resultando que en los mejores y más vigorosos años de su juventud, se encontró postrado con un organismo débil y enfermizo. Él mismo nos describe en su libro aquella etapa de su vida, haciendo referencia a la causa que le dio fuerzas para salir de aquella deplorable situación:
¡Dios mío! ¿Qué era yo, antes de ser espírita? Una criatura ignorada y completamente incapaz. Tanto es así, que me encontraba perdido en la más crítica y miserable situación en que un hombre puede encontrarse, en los más hermosos días de su juventud. Perdiera la salud, los amigos se habían alejado de mí, no tenía fuerzas para trabajar, estuve cinco años sin salir de casa.
Su estado físico y mental era dramático. La familia de su esposa se ocupó de él y lo llevaron consigo al mudarse de Sabadell a Tarrasa.
El conocimiento del espiritismo
Miguel Vives conoció el espiritismo gracias a su hermano Augusto, quien lo había descubierto en el año 1870. Poco después era Miguel el que seguía la estela de su admirado hermano, tal como nos narra él mismo en la Guía práctica del espiritista :
Estábamos en el año 71 del siglo pasado. Después de seis meses de permanencia en Tarrasa, volví un día a Sabadell, y mi hermano carnal me habló de espiritismo. Al principio, el asunto me pareció muy extraño. Pero como me hablaba de manera grave, y yo conocía su seriedad y rectitud en todas las cuestiones de su vida, comprendí que había algo de verdadero en lo que me decía. Le pedí algunas explicaciones, y él, por única respuesta, me entregó las obras de Allan Kardec.
Leer las primeras páginas y comprender que aquello era grande, sublime, inmenso fue cuestión de un momento. ¡Dios mío! -exclamé-, ¿qué es lo que sucede?
Entonces, yo, que ya había renunciado a todo, ahora percibía que, ¿todo es vida, que todo es progreso, y que todo es infinito? Caí postrado y admirado delante de tanta grandeza, y tomé la decisión de ser espírita de verdad, estudiar el Espiritismo y emplear todas mis fuerzas en la propagación de una doctrina que me había restituido la vida y me había enseñado, de manera tan clara, la grandeza de Dios.
Al estudiar la filosofía del espiritismo en las obras de Allan Kardec, Miguel encuentra la razón de sus sufrimientos y de los dolores de la Humanidad. La doctrina de la reencarnación y de la ley de causa y efecto penetran en su mente y en su corazón. Le restituyen la fe y la esperanza perdidas. La vida se le presenta no como una cadena de injustos acontecimientos, sino como un camino de progreso permanente. Cada ser recoge el fruto de sus acciones pasadas. Nada muere, solo el cuerpo llegado su momento se disgrega. Mas el alma, el espíritu inmortal, permanece, vive por encima de la materia y vuelve a encarnar para seguir su aprendizaje, su infinita evolución.
Dios es misericordia, sus leyes justas. La verdad no es inescrutable más que para los que se obstinan en permanecer en sus posiciones rígidas e inmovilistas, los que piensan que todo gira en torno suyo, los que viven sólo por satisfacer su propio ego. Estas ideas hallan eco en Miguel Vives, le revitalizan y devuelven las ganas de vivir y luchar. Su enfermedad tenía como origen la desesperación que le atormentaba al no encontrar una explicación lógica y razonada al problema de la muerte.
Pasados unos años, estando ya plenamente recuperado, siguió el consejo de unos amigos y contrajo matrimonio en segundas nupcias con una señora que compartía sus mismas creencias. Poco después, comenzó a reunir en su casa a varios amigos que simpatizaban con sus ideas. Enseguida empezaron a celebrar reuniones de estudio y sesiones mediúmnicas en las que fue aflorando la mediumnidad de Miguel.
Creación del centro de estudios Fraternidad Humana
En 1872 fundó, junto con el núcleo de amigos que se reunían en su casa, un centro de estudios espiritistas al que llamaron Fraternidad Humana, del que fue presidente durante treinta años. Amalia Domingo Soler participaba a menudo en las reuniones en Tarrasa, así como Vives asistía a las del Centro La Buena Nueva, de Gracia. En el centro de Tarrasa fue donde desarrolló la mayor parte de su labor mediúmnica. Recordando aquellos años, escribía:
«No soy escritor, mas soy médium. Así, nunca podré tener la pretensión de haber hecho nada de bueno solamente por mí. Si alguna cosa salida de mi pluma merece la aprobación de mis hermanos, vendrá de los buenos espíritus que me asisten. Todo cuanto se nota de deficiente en mis escritos, es obra de mi inteligencia.»
El centro Fraternidad humana tenía su sede en 1900 en la calle San Isidro, 77 de Tarrasa (Luz y Unión). Allí trabajó Miguel Vives como médium semiconsciente durante numerosos años, dando muestra de una segura mediumnidad.
Relación con Amalia Domingo Soler
Miguel Vives y Amalia Domingo Soler eran compañeros y amigos. Se visitaban. Para Amalia escuchar a Miguel era como escuchar a un apóstol del cristianismo, como ella misma recoge en sus Memorias:
«Las comunicaciones que me llenaban de inocente alegría eran las de Miguel Vives que de vez en cuando asistía a las sesiones de La Buena Nueva. Me parecía que escuchaba a un apóstol del Cristianismo; retrocedía a los tiempos de Jesús, y lentamente mi alma se iba acostumbrado a aquella atmósfera de reposo y humildad» (Amalia Domingo Soler)
Nueva pérdida de un ser querido
En 1882, de repentina enfermedad, desencarnó su hijo de 9 años, fruto de sus segundas nupcias. De nuevo sintió el desaliento y la desesperación de años atrás, pero esta vez pudo oponer a tales sentimientos sus profundas convicciones. Ya había adquirido la certeza de que la muerte solo es un cambio de morada, un regreso al mundo de los espíritus, el abandono del traje de carne, mas nunca el cese de la vida, porque ésta no tiene ni tendrá fin jamás, sólo hay evolución, continua y permanente transformación de las formas de vida que pueblan el Universo. Sabía todas estas cosas no sólo por la vía del conocimiento racional, sino por la experiencia. El desarrollo de su mediumnidad le permitía percibir estados y vivencias desconocidas para la mayoría de los humanos, así describía estos estados:
La divulgación del espiritismo
A la par que hacía este trabajo médico, se volcó en la propaganda del Espiritismo; era tal la convicción que sentía, tal su ardor y entusiasmo, que cada día conquistaba nuevas adhesiones. Esto produjo una verdadera revolución en su entorno y comenzaron a manifestarse odios implacables contra él:
« …Mi cabeza se tornó en un volcán de ideas en ebullición. Antes de ser espírita era incapaz de pronunciar una pequeña oración para una docena de personas. Como espírita adquirí un coraje y una serenidad tales que nada me impresionaba ni me impresiona aún.»
Así recordaba años más tarde aquellos principios de su labor pública.
Participó activamente en la divulgación del espiritismo a través de distintos medios como los periodísticos y los federativos. En 1882 fundó la Federación Espiritista del Vallés, que agrupaba asociaciones y centros espíritas de esta comarca barcelonesa. A continuación, en 1885-89 dirigió la revista El Faro Espiritista, que fue el órgano de dicha Federación. De la Federación Espiritista del Vallés surgió entonces la Federación Catalana, siendo órgano de esta misma la antigua Revista de Estudios Psicológicos, que había fundado José María Fernández Colavida, hasta que se creó el Boletín de la Federación.
Tuvo también activa participación en los Congresos Internacionales de Espiritismo celebrados en 1888 en Barcelona y 1889 en París. En el de Barcelona, que fue el primero, formó parte de la comisión organizadora y fue vicepresidente del mismo. A este Congreso asistieron representantes de sociedades espíritas de Francia, Italia, Estados Unidos, Sudamérica, Bélgica, etc. Al año siguiente se celebró un nuevo Congreso Internacional en París. También a este asistió Miguel, junto con otros destacados espiritistas españoles. En París, además de las delegaciones europeas y americanas, asistieron otras de India, Egipto e incluso Australia.
Miguel Vives y la vivencia espírita
Miguel Vives siempre demostró una especial sensibilidad hacia los presos, pensaba que era necesario transformar las penitenciarías en institutos de moralización, considerar al culpable como a un enfermo al que se debe sanar y rehabilitar. En una ocasión, fruto del trabajo que desarrollaba con los presidiarios, y con motivo del Congreso Espiritista Internacional, recibió la siguiente carta de 32 penados:
Sr. D. Miguel Vives:
Queridísimo hermano. Estamos agradecidos a sus exhortaciones y sentimos una inmensa alegría al saber que se va a celebrar el Congreso Espiritista Internacional. Mucho sentimos no poder formar parte en él; pero ya que no nos es posible, le suplicamos a usted tenga la bondad de representarnos y decir en pleno congreso que estos treinta y dos individuos que fueron criminales están hoy arrepentidos, perdonan a sus enemigos y desean volver a la vida libre para demostrar el cambio que ha operado en ellos el Espiritismo.
Hoy no pensamos más que en nuestra reforma moral y en la reforma moral de la Humanidad.
Treinta y dos penados le saludan y le desean protección de Dios.
Los últimos años de Miguel Vives en Barcelona
En mayo de 1891 se trasladó a vivir a Barcelona para ver si su quebrantada salud mejoraba; al poco tiempo, en enero de 1892, fue elegido Presidente del Centro Barcelonés de Estudios Psicológicos. En Barcelona, su actividad, a pesar de su estado de salud, no decreció, siguió participando activamente en actos y conferencias. Su energía, sus ideas, su fuerza de voluntad, no provenían de su débil organismo. Él podía sobreponerse a su cuerpo y manifestar las fuerzas que sentía, las potencias del alma que irradia la convicción, la fe, el amor que siente y esparce con sus obras. Ésta era su fuerza, una fuerza que cautivaba a cuantos le escuchaban. Sin embargo, en Barcelona sus discursos tenían un matiz diferente a cuando se encontraba en su centro de Tarrasa. Este hecho fue observado por un periodista admirador suyo, que lo describió así:
«Observé un verdadero fenómeno: desde que habita en Barcelona, sus discursos no tienen aquel sabor especial, aquel dulcísimo sentimiento que, haciéndose dueño del auditorio, llevaba a sus oyentes hasta las puertas de las gloriosas, de las celestes ciudades donde los justos reciben el premio de sus buenas obras.
En Barcelona sus discursos tienen más verdades que palabras, pero esas mismas verdades tienen un sabor amargo, la realidad de la vida le impresiona tan dolorosamente que el médium inspiradísimo, el médium protegido por elevados espíritus, se contagia con la epidemia del realismo humano, y llora sobre las miserias de la humanidad no con tristeza, no con amargura, no con desaliento, antes al contrario, se lamenta con energía, apostrofa con valor a los débiles por su escasa fe, censura clamorosamente nuestra falta de caridad…»
Una despedida multitudinaria
A pesar del cambio de residencia, su salud no mejoró sustancialmente, hasta que el día 23 de enero de 1906 abandonó este mundo. Recibió una entrañable despedida de un pueblo que le quería de verdad. Una multitud de personas se extendía alrededor de la comitiva fúnebre. Muchas fábricas y talleres cerraron sus puertas para permitir a sus empleados dar el último adiós a un hombre al que habían admirado por sus innegables virtudes.
Detrás del coche fúnebre iba una banda de música. La comitiva hacía un cordón compacto de más de cinco mil personas. El cementerio civil, el camino de acceso, y los altos de las tapias se hallaban invadidos, no pudiendo entrar el cadáver en más de una hora. Esta fue la despedida que dieron sus conciudadanos a un hombre, un médium, un espiritista que fue conocido con el sobrenombre de «apóstol del Bien».
Su compromiso político: Fraternidad republicana
Como político figuró siempre en las avanzadas del partido republicano, tal como se desprende del periódico Fraternidad republicana conservado en la biblioteca pública de Tarrasa. En el boletín del partido republicano el obituario de Miguel Vives expresa lo siguiente:
Nuestros convecinos supieron apreciar en Vives al hombre honrado, caritativo e inteligente, lo demostró el acto de su sepelio. Allí vimos a personas de todas las clases sociales y de ideas políticas y religiosas bien opuestas; allí vimos rindiendo tributo de cariño al finado, a quienes comulgan en el credo que él comulgó, a quienes seguramente le compadecerán por considerarle condenado a irremisibles penas, y a quienes teniendo sus particulares creencias, no se escandalizan de las creencias ajenas. Fue un acto en el que la santa tolerancia se puso de relieve…
Guía práctica del espiritista
Miguel Vives escribió Guía práctica del espiritista, publicado en Barcelona por Esteva y Marata en torno a 1903. Se conserva el ejemplar dedicado por Miguel a su hermano Augusto, con esta elocuente nota: «Dedico este ejemplar a mi hermano Augusto Vives, en prueba del amor y respeto que le profeso».
Es un libro eminentemente práctico, como su propio título indica, en el que el autor divide el comportamiento ético en relación a diversos temas: Dios, la humanidad, los compañeros en el centro espiritista, la familia, ante uno mismo, etc. En cada uno de estos ámbitos Vives ofrece consejos llenos de sabiduría y bondad para afrontar y salir airoso de las diversas vicisitudes que atraviesa el espíritu en su paso por la Tierra. La validez y el mérito de estos consejos estriban en que están sacados de sus propias experiencias y él comprobó en sí mismo sus resultados positivos.
En realidad, como reconoce el propio autor, el comportamiento ético se encuentra recogido en las obras editadas por Allan Kardec. Pero, por lo mucho que hay que leer -y no todas las personas están dispuestas a invertir su tiempo en estudiar este conocimiento del máximo interés para la vida presente y la vida futura- , la espiritualidad encomendó a Vives traer este pequeño manual de ayuda, en un tiempo en que el índice de analfabetismo era muy alto y no todos tenían derecho igualitario a la instrucción.
El tesoro de los espíritas
Miguel Vives escribió Guía práctica del espiritista con el ánimo de aproximar a las clases populares la vivencia de esta filosofía de vida. Dicha obra, tuvo una gran fortuna entre los espiritistas de habla hispana y fue reeditada en los años sucesivos. Fue traducida al portugués por José Herculano Pires y vio la luz en Brasil bajo el título El tesoro de los espiritas en 1966. Pero además de incluir la obra clásica de Vives, este título contenía algunos capítulos iniciales complementarios y un opúsculo, Marcha hacia el futuro, del autor espiritual Hermano Saulo. En esta obra, que recoge los frutos maduros de las vivencias de Vives y el complemento del Hermano Saulo, el lector encontrará en un lenguaje sencillo y cercano un tesoro entre sus manos, el espiritismo, una luz inmortal para el autoconocimiento, pues, en palabras de Miguel Vives, «los espiritistas tenemos un tesoro en nuestras manos».
Tesoro de consuelos y modo de vivir cristianamente según Jesús, Teresa de Jesús y otros elevados seres
A su muerte en 1906, Miguel Vives había legado a su amigo el editor Esteva Marata todos sus escritos. Éste reunió y seleccionó algunos textos y resultó la publicación de una obra póstuma en 1907: Tesoro de consuelos y modo de vivir cristianamente según Jesús, Teresa de Jesús y otros elevados seres.
A modo de conclusión
Miguel Vives encontró en el espiritismo no sólo una filosofía de vida capaz de responder a todas sus preguntas. Él como nadie supo intuir la enseñanza de su admirado Allan Kardec cuando dijo: «El Espiritismo tiene por objeto esencial el perfeccionamiento moral del hombre». Su vida fue un ejemplo constante de abnegación y benevolencia. Su caridad hacia los más necesitados era de todos conocida en Tarrasa. Solía reunir a pobres y mendigos y les daba de comer en su propia casa. Incluso el día en que contrajo matrimonio su hija Micaela, llevó junto a sus familiares y amigos a buen número de personas indigentes, a los que quería como verdaderos compañeros de peregrinación:
«Vosotros, ancianos mendigos, sois para mí libros preciosos que encerráis interesantísimas historias y debo aprender de vosotros la humildad para sufrir y la fe para esperar.»
Fue tal la impronta que dejó Miguel Vives en quienes le conocieron, que un año después de su desencarnación se celebró una fiesta en Tarrasa para recordar su legado, y dos años más tarde hubo otra celebración en honor de Kardec y de Vives, tal como recoge la crónica de Luz y Unión en su número de junio de 1908.
Fuentes de información
1900-1914. Luz y unión: revista espiritista. Accesible en la Hemeroteca digital de la BNE.
1903?. Vives, Miguel. Guía práctica del espiritista. Barcelona : Carbonell y Esteva. Con diversas ediciones sucesivas.
1907. Vives, Miguel. Tesoro de consuelos y modo de vivir cristianamente según Jesús, Teresa de Jesús y otros elevados seres.
1908. «Las fiestas en honor de Kardec y Vives en Tarrasa». Luz y Unión. Año IX, nº 6, junio.
1913. FARRÁS, A., «Augusto Vives». En: Luz y Unión. Año XIV, marzo.
1990. DOMINGO SOLER, A. Memorias de una mujer. Barcelona : Amelia Boudet (Numerosos capítulos de esta obra fueron publicados inicialmente en la revista La luz del porvenir)
Comentarios recientes