1981, el año de un gran Congreso Espírita
Al hablar de los días 10, 11 y 12 de octubre del año 1981, en que se celebró el Congreso Nacional de Espiritismo, en el Hotel Osuna de Madrid, los primeros recuerdos que me vienen a la memoria son aquellos en que se gestó la idea del mismo y los meses previos a su celebración.
Ese año estaba finalizando el servicio militar, por entonces obligatorio en nuestro país, precisamente en la capital española, motivo por el cual, dediqué junto con otros compañeros, numerosas tardes a buscar un hotel que reuniera las condiciones de ubicación, espacio y ambiente, más adecuados a tal evento.
Para situarnos en el contexto histórico, ambiental y social de aquella época, y poder tener mayor comprensión de las circunstancias y experiencias que antecedieron al mencionado Congreso, basta recordar que estábamos viviendo los albores de la Democracia en España y que el 23 de Febrero de ese mismo año, aconteció el intento de golpe de Estado centrado en el Palacio de Las Cortes, lo que intensificó las vivencias, los sentimientos y las diferentes dificultades vividas, en comparación con nuestros días, ya que todo ello generó influencias y consecuencias de cierta inquietud durante los siguientes meses.
La preparación del Congreso Nacional de Espiritismo
Es difícil olvidar las miradas de preocupación y expectación en los rostros de las personas, cuando caminábamos por las calles madrileñas y, especialmente, las demostraciones de asombro e incredulidad cuando indicábamos a los responsables de los hoteles que la intención era celebrar, nada más y nada menos, que un Congreso Espírita, ya que algunos de ellos quedaban tan sorprendidos que tenían serias dificultades para articular su respuesta. Pero, como no podía ser de otra forma, en la tarde de un viernes ya lejano, llegamos como guiados de la mano, a las puertas de un hotel, cercano al Aeropuerto de Barajas, con unas condiciones ideales, en todos los aspectos, para la realización de este Congreso Nacional de Espiritismo 1981, al que la Comisión Organizadora, con gran acierto, dio su visto bueno.
Recuerdo el rostro iluminado y ese brillo característico en los ojos de Rafael González Molina, al que visitaba con frecuencia en una tienda de discografía que tenía en Río Rosas, casi sin terminar de creerse que los días del Congreso se acercaban y que por fin llegaría a celebrarse; su incansable trabajo para la legalización del Espiritismo en España y la publicación de la edición de El Libro de Los Espíritus ese mismo año por parte de la Editora Espírita Española, con las notas y mejoras introducidas en el texto por su traductor al portugués, J. Herculano Pires.
Los pasados congresos internacionales celebrados en España
Aunque mucho había llovido en España, desde ese V Congreso Espiritista Internacional de 1934 celebrado en Barcelona, hasta la llegada de ese año 1981, paradójicamente había mucha sequía espírita. Hoy día, acostumbrados a la conexión e información continua e instantánea de las redes sociales y a las facilidades en la relación personal y la convivencia, en todos los sentidos, no nos resulta fácil comprender las complejidades de una época en la que todo resultaba más difícil, más complicado y especialmente rodeado de una mayor soledad. Fueron 47 años cargados de grandes obstáculos, de muchas y variadas experiencias por parte de todas esas personas que, no obstante, consiguieron mantener viva la esencia y el sentir de las enseñanzas de Kardec hasta entonces.
Como consecuencia de ese pasado tan difícil para el desarrollo del espiritismo en España, donde los espíritas sólo podían reunirse a escondidas y con sumo cuidado para dedicarse al sentimiento de su labor espiritual, no había muchos grupos espiritistas, estaban relativamente diseminados, poco unidos y con escasos integrantes, lo que supuso un plus añadido de dificultad que se salvó gracias al extraordinario entusiasmo, trabajo y dedicación de todos los intervinientes y, como no, a la continua y dedicada ayuda del plano espiritual.
La organización del Congreso de 1981
Fueron meses de mucho y arduo trabajo para organizar un evento histórico en España por parte de todas las personas que, en un sentido u otro, cooperaron en el desarrollo de cada uno de los episodios, que un acto de tal envergadura conllevó. Todas y cada una de las particularidades de su celebración fueron pensadas, realizadas y vividas con gran ilusión, teniendo en cuenta hasta el más mínimo detalle, pasando a ser desarrollados con precisión y exquisitez, lo que tuvo su reflejo en la respuesta positiva y la satisfacción de los presentes, con multitud de manifestaciones de afirmación, alegría, agrado y convivencia.
El núcleo organizador del Congreso giró principalmente en torno a tres asociaciones que desarrollaban ya su labor desde tiempos anteriores al año 1981. Es preciso mencionar a FRATERNIDAD HUMANA (Centro Espírita de Tarrasa fundado por el insigne Miguel Vives) CEYDE (Centro de Estudios y Divulgación Espírita) ubicado en Madrid y dirigido por Rafael González Molina. Y por último el GRUPO VILLENA (Asociación Parapsicológica Villenense, llamada así porque en el año de su fundación el Espiritismo no estaba legalizado en España)
Estas tres instituciones fueron claves en el diseño del proyecto de un Congreso Espírita que sirviera de conocimiento mutuo e interconexión de todos los espiritistas existentes en España. Para ello contaban con recursos humanos de primer nivel, compañeros desinteresados que pusieron todo su esfuerzo en el organigrama del Congreso, la selección de los conferenciantes, la elección de los trabajos, la comunicación entre los dispersos núcleos de espiritistas españoles diseminados por toda la geografía nacional, así como la divulgación del evento nacional e internacionalmente, enviando cartas y comunicaciones a las principales instituciones espíritas internacionales con un extraordinario resultado pues asistieron presidentes de Federaciones como la brasileña, colombiana, portuguesa, ingresa, italiana, francesa, etc.
Tal fue el trabajo que algunos miembros de la Comisión Organizadora llegaron a realizar más de 60.000 km durante el año y medio que duró la preparación del evento, recorriendo toda España, localizando, buscando y contactando con núcleos familiares y espíritas diseminados que habían venido realizando su trabajo de forma anónima pero sin descanso durante toda la dictadura.
A todos ellos transmitieron la buena nueva de la celebración de un evento que serviría de punto de partida a una nueva etapa de progreso, desarrollo y evolución del movimiento espírita, a fin de conseguir en el tiempo retomar el protagonismo que el Espiritismo español alcanzó a finales del siglo XIX y principios del XX con los Congresos Internacionales de Barcelona y Madrid además de la proliferación de Centros e instituciones espíritas en toda la geografía española.
El entusiasmo con que fueron recogiendo la idea todos aquellos que habían venido luchando en solitario y con denodado esfuerzo por la represión sufrida fue extraordinario, de ahí que algunos grupos que comenzaban a organizarse se adhirieran con enorme ilusión al proyecto, como por ejemplo, Hogar Fraterno de Valencia y la Asociación de Estudios Psicológicos y Espirituales de Vigo, comandados ambos por los inefables Santiaga Noguero Hinarejos y José Antonio González de Orense.
Este último fue nombrado Presidente Ejecutivo del Congreso debido a su amplia experiencia en eventos semejantes en los que desarrolló su labor en el Movimiento Espírita de Sudamérica años anteriores. La Presidencia de Honor recayó justamente en Rafael González Molina, trabajador incansable y divulgador de la doctrina Espírita en la capital española desde que regresó de Brasil en los años 70.
Cabe resaltar también la colaboración como incansables trabajadores de: Rafael Martínez Solá, Antonia Rueda y Cayetano Borrás Argemí (Terrassa), Natalia del Valle Ferré y Agustín Ibáñez (Madrid), Amadeo Vila Figueras (Igualada), Santiago Gené Mateu (Reus), Amado Gené Mateu (Huesca), Alfredo Bea Alfonso (El Grove-Pontevedra), del Secretario del Congreso, Vicente Amorós Silvestre (Benejama), y de los integrantes del Grupo Villena donde recayó la logística del Congreso y el desarrollo y ejecución del organigrama programado, compañeros inolvidables como Luís Martínez García, Antonio Sánchez López, José Antonio Flor Menor, Antonio Tomás Miralles y un largo etcétera.
La extraordinaria participación en el CNE 1981
Y quiero destacar en este aspecto el que fue más importante de todos: la extraordinaria participación de esa multitud de personas que asistieron al Congreso, no solo de todas las zonas geográficas de nuestro país, sino también de otros países hermanos porque, en definitiva, fueron los auténticos protagonistas del éxito del mismo, colaborando decisivamente con su presencia. Cada uno de ellos se llevó y trasladó a su lugar de origen una pequeña semilla de ilusión y esperanza, de nuevos tiempos y nuevas formas, de renovación y amplitud, de libertad y unión, que sembrar y desarrollar. Más de 400 personas que vinieron a representar un auténtico hito para la vivencia, el desarrollo y la divulgación espírita.
La celebración de este Congreso significó muchas cosas: que el Espiritismo estaba presente, que los espíritas, aún escasos al menos en cuanto al deseo de todos, seguíamos realizando una labor para apuntalar e impulsar su vivencia hacia el futuro y, especialmente, esa necesidad de una unión que fortaleciera lazos ante la disparidad y dispersión existentes. Desencadenó importantes eventos para impulsar y mejorar el devenir de tiempos mejores para los espiritistas, como por ejemplo, la presentación de los Estatutos de la Asociación Espírita Española, por parte de Rafael González Molina, el día 20 de ese mismo mes, a tan sólo unos días de la finalización del Congreso y, posteriormente, la fundación de la Federación Espírita Española en el año 1984. De él también surgió la idea de iniciar una mayor cooperación entre espíritas de Portugal y España, con la participación de algunos ponentes del Congreso en conferencias celebradas con posterioridad en las ciudades de Lisboa, Faro, Oporto y Leiria en Portugal, y que se vio reforzada con la celebración del 1 Simposio Luso-Hispano celebrado en junio de 1982 en la ciudad de Sintra (Portugal). Fueron muchos, en definitiva, los acontecimientos que se desarrollaron como consecuencia de este acto.
La Comisión Organizadora del Congreso tuvo el gran detalle de editar el libro Congreso Nacional de Espiritismo 1981 enviando posteriormente un ejemplar a cada uno de los asistentes, con las actividades celebradas, programa de actos, componentes de la Comisión Organizadora y de la Mesa del Congreso, ponencias, colaboraciones, etc., recogiendo con gran detalle este importante acontecimiento histórico, el cual puede descargarse gratuitamente en internet y cualquier lector interesado puede tener acceso a él.
Las conclusiones del Congreso
Por la transcendencia del evento y el interés que conllevó, detallo a continuación las CONCLUSIONES DEL CONGRESO impresas en la página 245 del mencionado libro y que fueron las siguientes:
- UNIFICACION Y RESURGIMIENTO DEL ESPIRITISMO NACIONAL.
- DEFINIR Y DELIMITAR CLARAMENTE, LO QUE ES ESPIRITISMO, DE TODO AQUELLO QUE LO DESVIRTÚA Y DETERIORA.
- RESALTAR LA MORAL, COMO LÍNEA DE ACTUACIÓN BÁSICA, PARA LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESPÍRITA.
- RESALTAR IGUALMENTE, LA LÍNEA PRÁCTICA Y DINÁMICA DE LA FILOSOFÍA ESPÍRITA, Y COMO TAL, PERFECTAMENTE ADAPTADA Y ADECUADA A LOS TIEMPOS MODERNOS, COMO LÍNEA DE ACTUACIÓN SOCIAL.
Tampoco podemos olvidar su lema “CONGRESO DE LA UNIFICACIÓN ESPÍRITA”. Sin duda bastante apropiado, por la intención de iniciar el resurgimiento del Espiritismo en España, impulsando un nuevo rumbo, apoyados los unos en los otros, conscientes de que el trabajo y la colaboración serían necesarios para llegar a esa unificación de la que tanto se habló, cooperación que se torna imprescindible para alcanzar una mayor repercusión y relevancia social. Había gran ilusión y determinación puesta en ello, siendo conscientes de que no sería fácil, ya que no son los deseos ni la imaginación, sino el tiempo y los acontecimientos, los que terminan definiendo las realidades.
Algo debemos a todas esas abnegadas y laboriosas personas que consiguieron transmitir el Espiritismo hasta nuestros días. Y ese algo es nuestro reconocimiento a través de la continuidad en el trabajo, participando con nuestro esfuerzo y dedicación.
Sin duda, fue un evento extraordinario, al nivel y comparación con todos los Congresos posteriores que se han realizado en nuestro país. Prueba de ello son los comentarios de los visitantes y representantes de las instituciones espíritas, algunas de cuyas opiniones fueron reflejadas al final del libro conmemorativo del Congreso y que pueden consultarse (pág. 249 a 251).
Así lo sentíamos todos los que participamos de aquellos días, recordando en nuestras mentes y corazones las palabras agradecidas, de estímulo y entusiasmo que el Codificador de la doctrina de los espíritus dedicó al Espiritismo español de su época, reconociendo en él un movimiento ejemplar de desarrollo y evolución doctrinaria. Entonces ese impulso, a través del Congreso Nacional de Espiritismo 1981, permitió de nuevo “renacer las esperanzas” para iluminar desde España nuevos tiempos y nuevas oportunidades de progreso, expandiendo libremente la claridad de la filosofía espírita para el consuelo y esclarecimiento de los hombres y mujeres del momento.
Por último, quiero dejar plasmado el recuerdo de esas frases que escuché de algunos de los asistentes porque entiendo que ellos expresaron mejor que nadie el sentimiento y la vivencia de unos días inolvidables:
“Nos hemos sentido tan solos que nunca imaginábamos que hubiera tantos espiritistas. Nuestra mayor ilusión es ver a esta gente joven”
“Siempre nos reuníamos a escondidas y con algo de miedo, ahora por fin somos libres para hacerlo y expresar nuestros sentimientos”
“Tengo 91 años y nunca había vivido momentos como este. Estaba triste porque pensaba que no habría continuidad pero ahora puedo irme tranquila al otro mundo porque estoy convencida de que lo que he vivido hoy nunca morirá”
Antonio Gómez Sánchez
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