Expiación y arrepentimiento
Expiación y arrepentimiento, cuantas dudas solemos tener sobre estos dos puntos.
¿Por qué sufro?, ¿Qué debo hacer para ser feliz?
¿Si cometo un error, tendría una oportunidad para repararlo?
En el Libro de los Espíritus encontramos en el Libro Cuarto, capítulo II, Penas y goces futuros, estas cuestiones planteadas por Allan Kardec y explicadas de forma magistral por los espíritus superiores.
Perlas únicas de enseñanza elevada, este libro sublime trae la explicación de los padecimientos, la forma de rescate de las faltas y dónde se expían los errores.
Cuestión 990:
El arrepentimiento, ¿tiene lugar en el estado corporal o en el espiritual?
“En el estado espiritual. No obstante, también puede tener lugar en el estado corporal, cuando comprendéis correctamente la diferencia entre el bien y el mal.”
Cuestión 991:
¿Cuál es la consecuencia del arrepentimiento en el estado espiritual?
“El deseo de una nueva encarnación para purificarse. El espíritu comprende las imperfecciones que le impiden ser feliz, por eso aspira a una nueva existencia en que podrá expiar sus faltas.”
Véase cuestión 332:
El espíritu, ¿puede adelantar o retrasar el momento de su reencarnación?
“Puede adelantarlo con sus ruegos. También puede diferirlo si retrocede ante la prueba, pues entre los espíritus también los hay cobardes e indiferentes. No obstante, no lo hace con impunidad. Sufre por ello, como el que se niega a tomar un remedio saludable que puede curarlo.”
Véase cuestión 975:
Los espíritus inferiores, ¿comprenden la felicidad del justo?
“Así es, y eso constituye su suplicio, pues comprenden que se hallan privados de esa felicidad por su propia culpa.
Por esa razón, una vez desprendido de la materia, el espíritu aspira a una nueva existencia corporal, dado que cada existencia puede abreviar la duración de ese suplicio, en caso de que sea bien empleada.
Elige, entonces, las pruebas mediante las cuales podrá expiar sus faltas.
Porque, tenedlo en cuenta, el espíritu sufre por el mal que ha hecho o que ha causado voluntariamente, por el bien que habría podido hacer y que no hizo, así como por el mal que resulta del bien que no ha hecho.
”El espíritu errante ya no tiene velo: se encuentra como si hubiera salido de la niebla y ve lo que lo aleja de la felicidad. En ese caso, sufre más, porque comprende cuán culpable ha sido.
Para él ya no hay ilusión: ve la realidad de las cosas.”
El espíritu en estado errante, por un lado, abarca todas sus existencias pasadas; por el otro, ve el porvenir prometido y comprende lo que le falta para alcanzarlo.
Tal como un viajero que, al llegar a la cima de una montaña, ve el camino recorrido y el que le falta recorrer para llegar a la meta.
Cuestión 992:
¿Cuál es la consecuencia del arrepentimiento en el estado corporal?
“Avanzar desde la vida presente, si se tiene tiempo de reparar las faltas. Cuando la conciencia formula un reproche y señala una imperfección, siempre se puede mejorar.”
Cuestión 993:
¿No hay hombres que sólo poseen el instinto del mal y son inaccesibles al arrepentimiento?
“Te he dicho que se debe progresar sin cesar. Aquel que en esta vida sólo posee el instinto del mal, habrá de poseer el del bien en otra.
Por eso renace muchas veces, pues es necesario que todos avancen y lleguen a la meta. Conforme a su deseo, algunos lo harán en un tiempo más breve, otros en uno más prolongado.
Aquel que sólo posee el instinto del bien ya se ha purificado, pues ha podido tener el instinto del mal en una existencia anterior.”
Véase cuestión 894:
Hay personas que hacen el bien por un impulso espontáneo, sin que tengan que vencer ningún sentimiento contrario. ¿Poseen ellas tanto mérito como las que tienen que luchar contra su propia naturaleza y la dominan?
“Las que no tienen que luchar es porque en ellas el progreso ya se llevó a cabo. Lucharon anteriormente y triunfaron.
Por eso, los buenos sentimientos no les cuestan ningún esfuerzo y sus acciones les resultan absolutamente naturales.
Para ellas, el bien se ha convertido en un hábito.
Se las debe honrar, pues, como a experimentados guerreros que conquistaron sus títulos.
”Como vosotros aún estáis lejos de la perfección, esos ejemplos os asombran por el contraste, y los admiráis tanto más cuanto más raros son.
No obstante, sabed bien que lo que en la Tierra constituye una excepción, en los mundos más adelantados que el vuestro es la regla.
El sentimiento del bien es espontáneo en todas partes, porque en esos mundos sólo habitan los espíritus buenos y una única mala intención sería una excepción monstruosa.
Por esa razón los hombres son felices allí. Lo mismo sucederá en la Tierra cuando la humanidad se haya transformado y cuando comprenda y practique la caridad en su verdadera acepción.”
Cuestión 994:
El hombre perverso que no ha reconocido sus faltas durante la vida, ¿lo hace siempre después de la muerte?
“Sí, siempre. Entonces sufre más, porque siente todo el mal que ha hecho o que ha causado voluntariamente. No obstante, el arrepentimiento no siempre es inmediato.
Hay espíritus que se obstinan en el camino del mal a pesar de sus padecimientos.
Con todo, tarde o temprano habrán de reconocer que tomaron el camino equivocado y llegará el arrepentimiento. Los espíritus buenos trabajan para esclarecerlos, y vosotros también podéis hacerlo.”
Cuestión 995:
¿Hay espíritus a los que, sin ser malos, su propia suerte les resulta indiferente?
“Hay espíritus que no se ocupan de nada útil: se mantienen a la expectativa.
Pero en ese caso sufren de manera proporcional. Además, como en todo debe haber progreso, ese progreso se pone de manifiesto a través del dolor.”
Cuestión 995a
Esos espíritus, ¿no tienen el deseo de abreviar sus padecimientos?
“Lo tienen, sin duda. Pero no tienen suficiente energía para querer lo que podría aliviarlos. ¿Cuántas personas hay entre vosotros que prefieren morirse en la miseria antes que trabajar?”
Cuestión 996:
Dado que los espíritus ven el mal que resulta para ellos a causa de sus imperfecciones, ¿a qué se debe que haya algunos que agravan su situación y prolongan su estado de inferioridad haciendo el mal como espíritus y apartando a los hombres del camino del bien?
“Los que actúan de ese modo son espíritus cuyo arrepentimiento es tardío. El espíritu arrepentido puede luego dejarse llevar nuevamente al camino del mal por otros espíritus aún más atrasados.”
Véase cuestión 971:
Entonces, la muerte, ¿no nos libra de la tentación?
“No, aunque la acción de los espíritus malos es mucho menos importante en los otros espíritus que en los hombres, porque no cuentan con el auxilio de las pasiones materiales.”
Cuestión 997:
Vemos algunos espíritus que, pese a su notoria inferioridad, son accesibles a los sentimientos buenos, y se conmueven con las oraciones que se hacen para ellos.
¿A qué se debe que otros espíritus, a quienes deberíamos considerar más esclarecidos, muestren
una obstinación y un cinismo que nada puede atenuar?
“La oración sólo produce efecto cuando se hace a favor del espíritu que se arrepiente.
En aquellos que, incitados por el orgullo, se sublevan contra Dios y persisten en sus extravíos, e incluso los exageran, como hacen algunos espíritus desdichados, la oración no produce ningún efecto, ni podrá hacerlo hasta el día en que una chispa de arrepentimiento se manifieste en ellos.”
Véase cuestión 664:
¿Es útil orar por los muertos y por los espíritus que sufren? En ese caso, ¿de qué modo nuestras oraciones pueden suministrar les alivio y abreviar sus padecimientos? ¿Tienen ellas el poder
de hacer más leve el peso de la justicia de Dios?
“La oración no puede producir el efecto de cambiar los designios de Dios.
No obstante, el alma por la cual se ora experimenta alivio, porque la oración es un testimonio de interés que se le brinda.
El desdichado siempre siente alivio cuando encuentra almas caritativas que se compadecen de sus dolores.
Por otra parte, mediante la oración se lo estimula al arrepentimiento y al deseo de hacer lo necesario para llegar a ser feliz.
En ese sentido se puede abreviar su pena, si de su parte coopera con buena voluntad.
Ese deseo de mejorar, estimulado por la oración, atrae junto al espíritu que sufre a espíritus mejores, que acuden a instruirlo, consolarlo y darle esperanzas. Jesús oraba por las ovejas descarriadas.
De ese modo os muestra que seréis culpables si vosotros no oráis por aquellos que están más necesitados.”
No debemos perder de vista que el espíritu, después de la muerte del cuerpo, no se transforma de manera súbita. Si su vida ha sido reprensible, se debe a que era imperfecto. Ahora bien, la muerte no lo vuelve perfecto de inmediato.
Puede persistir en sus errores, en sus falsas opiniones y en sus prejuicios, hasta que se haya esclarecido mediante el estudio, la reflexión y el sufrimiento.
Cuestión 998:
La expiación, ¿se lleva a cabo en el estado corporal o en el estado de espíritu?
“La expiación se lleva a cabo, durante la existencia corporal, mediante las pruebas a que el Espíritu se encuentra sometido; y en la vida espiritual, mediante los padecimientos
morales inherentes al estado de inferioridad del espíritu.”
Cuestión 999:
El arrepentimiento sincero durante la vida, ¿es suficiente para borrar las faltas y obtener la gracia de Dios?
“El arrepentimiento contribuye a que el espíritu mejore, pero el pasado debe ser expiado.”
Cuestión 999a:
Según esto, si un criminal dijese que no tiene necesidad de arrepentirse, ya que de todos modos debe expiar su pasado, ¿qué consecuencias tendría eso para él?
“Si se obstina en la idea del mal, su expiación será más prolongada y más penosa.”
Cuestión 1000:
¿Podemos, desde esta vida, rescatar nuestras faltas?
“Sí, mediante su reparación.
Sin embargo, no penséis en rescatarlas con unas pocas privaciones pueriles o con la distribución de vuestros bienes después de la muerte, cuando ya no los necesitáis.
Dios no toma en cuenta en modo alguno un arrepentimiento estéril, que siempre resulta fácil, y que sólo cuesta el esfuerzo de golpearse el pecho.
Perder un dedo meñique mientras se presta un servicio borra más faltas que padecer durante años el tormento del cilicio sin otro objetivo que el bien de sí mismo.
Véase cuestión 726:
Si los padecimientos de este mundo nos elevan según el modo en que los soportamos, ¿nos elevamos al soportar aquellos que creamos voluntariamente?
“Los únicos padecimientos que elevan son los naturales, porque proceden de Dios. Los padecimientos voluntarios no sirven en absoluto cuando en nada contribuyen para el bien del prójimo.
¿Acaso crees que los que acortan su vida con rigores sobrehumanos, como lo hacen los bonzos, los faquires y algunos fanáticos de numerosas sectas, adelantan en su camino?
¿Por qué mejor no trabajan en favor de sus semejantes?
Vistan al indigente, consuelen al que llora, asistan al que está enfermo, soporten privaciones para alivio de los desdichados, entonces sus vidas serán útiles y gratas a Dios.
Cuando, en los padecimientos voluntarios que se soportan, sólo se piensa en sí mismo, es egoísmo.
En cambio, cuando se sufre por los demás, es caridad. Esos son los preceptos de Cristo.”
”El mal sólo se repara con el bien. La reparación no tiene ningún mérito si no alcanza al hombre ni en su orgullo ni en sus intereses materiales.
”¿De qué le sirve, para justificarse, restituir después de la muerte los bienes mal habidos, cuando ya no le sirven y les ha sacado todo el provecho?
”¿De qué le sirve privarse de algunos goces fútiles y de algunas cosas superfluas, si no reparó el daño que ha hecho a otros?
“¿De qué le sirve, por último, humillarse ante Dios, si conserva su orgullo ante los hombres?”
Véanse cuestión 720:
Las privaciones voluntarias, con miras a una expiación igualmente voluntaria, ¿tienen algún mérito ante Dios?
“Haced el bien a los demás y tendréis más mérito.”
Véanse cuestión 721:
La vida de mortificaciones ascéticas ha sido practicada desde la más remota antigüedad y en diferentes pueblos. ¿Es meritoria, desde algún punto de vista?
“Preguntaos a quién le sirve y obtendréis la respuesta. Si sólo sirve al que la practica, y le impide hacer el bien, es egoísmo, sea cual fuere el pretexto con que se la coloree.
La verdadera mortificación, según la caridad cristiana, consiste en privarse y trabajar para los otros.”
Cuestión 1001:
¿No hay ningún mérito en asegurarnos que después de la muerte los bienes que poseíamos sean utilizados para hacer el bien?
“Ningún mérito no es la expresión adecuada, pues siempre es mejor obrar de ese modo que no hacer nada.
Con todo, la desgracia radica en que el hombre que sólo distribuye sus bienes después de la muerte suele ser más egoísta que generoso.
Pretende tener el honor de hacer el bien sin esforzarse.
En cambio, quien se priva de sus bienes en vida tiene un doble beneficio: el mérito del sacrificio y el placer de ver a las personas a quienes ha hecho felices.
No obstante, el egoísmo le dice: ‘Lo que das a otros es lo que quitas a tus propios goces’.
Y como el egoísmo grita más fuerte que el desinterés y la caridad, el hombre acumula bienes
con el pretexto de sus necesidades y de las exigencias de su posición.
¡Ah, tened compasión del que no conoce el placer de dar!
Porque en verdad ha sido desheredado de uno de los más puros y agradables goces. Dios, al someterlo a la prueba de la fortuna, tan resbaladiza y peligrosa para su porvenir, ha querido compensarlo con la dicha de la generosidad que puede gozar desde la Tierra.”
Véase cuestión 814:
¿Por qué Dios ha dado a algunos la riqueza y el poder, y a otros la miseria?
“Para probar a cada uno de una manera diferente. Por otra parte –ya lo sabéis–, son los propios Espíritus quienes han escogido esas pruebas, y con frecuencia sucumben ante ellas.”
1002. ¿Qué debe hacer aquel que, al borde de la muerte, reconoce sus faltas pero no tiene tiempo de repararlas? En ese caso, ¿es suficiente con arrepentirse?
“El arrepentimiento apresura su rehabilitación, pero no lo absuelve. ¿Acaso no tiene ante él el porvenir, que nunca se le niega?”
Bibliografía
Kardec, A., El Libro de los Espíritus
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