Reencarnación: Hechos que prueban (2ª parte)
Vamos a abordar el tema de la reencarnación desde distintos enfoques. El primero desde el punto de vista científico, desde el área de la psicología y psiquiatría. Nos referimos a lo que son Terapia de Vidas Pasadas, (TVP).
Para ello vamos a mencionar el trabajo de tres investigadores reconocidos mundialmente, como es el caso del doctor Morris Netherton en USA, quien en la década de los 60 comenzó con sus investigaciones, realizando más de 40 mil sesiones con pacientes, labor que le ocupó 45 años de su vida. O la doctora María Julia Prieto Peres en Brasil, quien fue presidenta del Instituto Nacional de Terapia de Vivencias Pasadas de São Paulo desde 1987.
Nos vamos a detener en especial en el giro profesional que realizó la también norteamericana doctora Edith Fiore, la cual, en contra de sus creencias religiosas, pues era protestante, y las experiencias vividas hasta un determinado momento de su carrera como psicóloga clínica, pudo comprobar que muchos de los conflictos o traumas que arrastraban algunos de sus pacientes tenían su origen no en esta vida, sino en vidas pasadas; sobre todo, en los traumas provocados en el momento de la muerte. La doctora Fiore llegó a declarar lo siguiente:
Ayudé a más de mil personas a morir. Todas en mi consultorio.
Hay que tener en cuenta que la terapia regresiva, por lo general, conlleva tres procesos fundamentales que facilitan la resolución de muchos conflictos, que permanecen ocultos en el subconsciente:
La primera es la identificación.- Se revive y se produce la descarga emocional.
La segunda es la desidentificación.- El paciente adopta una posición de testigo. Empieza a desvincularse del problema.
La tercera es la transformación.- Comprensión del sentido de la experiencia y reestructuración mental.
El enfoque sociológico e histórico
Otro enfoque a tratar es el de orden sociológico e histórico. Existe la falsa idea en nuestra sociedad europea, de que la reencarnación es una creencia exótica y que procede de Oriente, sin ningún vínculo con las tradiciones culturales y religiosas occidentales. ¡Nada más lejos de la realidad!
Hemos de incidir en un dato muy interesante, y es que en la Nueva Edad de Piedra, entre el año 10.000 y 5.000 a. de C., se enterraban los cuerpos en posición fetal para facilitar así su renacimiento. En otras culturas se sostenía una creencia, que consistía en marcar los cuerpos de los familiares recién fallecidos porque creían que reencarnarían con las mismas marcas que se les implantaron.
Los primeros cristianos creían en la reencarnación. Existían diversas facciones entre ellos, también distintos modos de interpretar la doctrina de Cristo. Todos ellos fueron perseguidos por las autoridades romanas hasta el siglo IV. Con el paso del tiempo, y como suele ocurrir siempre, “lo que se gana en cantidad se pierde en calidad”. El Emperador Constantino encontró en el cristianismo la posibilidad de crear una nueva religión que satisficiera sus intereses mundanos de poder y de control. Los distintos concilios que se fueron sucediendo sentaron las bases de la doctrina que nos ha llegado hasta hoy. Fueron rechazadas algunas corrientes del pensamiento cristiano hasta ese momento, en especial aquellas ideas que pudieran poner en riesgo el estatus del emperador o el de la jerarquía eclesiástica naciente, como lo era el de las existencias múltiples. La reencarnación, por tanto, fue eliminada de los textos y repudiados los autores cristianos que la defendían, como sucedió con uno de los padres de la iglesia, Orígenes de Alejandría.
No obstante, pese a que fueron seleccionados los textos considerados sagrados de aquellos que consideraron heréticos, nos han llegado hasta nosotros referencias muy claras en torno a la reencarnación en los evangelios. Un caso muy claro es el diálogo entre Nicodemo y Jesús:
¿Cómo puede un hombre puede nacer siendo viejo?… -En verdad, en verdad te digo, que no puede entrar en el Reino de Dios, si no aquel que fuere renacido de agua y espíritu… No te maravilles porque te dije: os es necesario nacer otra vez. (San Juan; capítulo III, v. 1 al 12).
El enfoque filosófico y espiritual
Sin embargo, desde un punto de vista filosófico y espiritual, tan sólo existen tres posibilidades que puedan explicar el origen y el destino de las almas: La primera, somos producto del azar y cuando morimos no queda nada; versión puramente materialista que no merece un mayor análisis. La segunda, somos creados por Dios en el momento del nacimiento, y cuando morimos somos juzgados para no volver jamás. Pasamos a vivir en un cielo o un infierno eterno; según esta versión la felicidad consiste en una contemplación de Dios por toda la eternidad. Esta versión de pasividad y ociosidad permanente es muy difícil de aceptar por cuanto observamos que todo en el Universo es actividad y acción. Un ejemplo claro lo encontramos en los mismos evangelios con las siguientes palabras del Maestro Jesús:
Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo. (San Juan; 5, 17).
Y la tercera es aquella que nos dice que somos creados sencillos e ignorantes y comenzamos un periplo de existencias físicas casi sin fin, en el que vamos forjando nuestro destino, con el desarrollo de las cualidades y potencialidades que Dios nos ha puesto en estado latente. Una evolución ascendente, fruto de nuestro propio esfuerzo y trabajo, que nos permite dar los pasos adecuados hacia la angelitud, hacia la perfección. Resumido en una frase: del hombre primitivo al ángel.
Por tanto, la reencarnación no es una posibilidad filosófica entre varias, sino que nos atrevemos a decir que es la única posible, que resiste cualquier análisis lógico, coherente, y que podemos ver reflejado en la ingente cantidad de evidencias científicas que existen en la actualidad; avalada también por unas creencias ancestrales en torno a la multiplicidad de existencias, iguales o muy similares a las que existen hoy día, lo cual nos permite pensar que se trata de un conocimiento íntimo, innato en el ser humano desde la noche de los tiempos.
Por último, consideramos la importancia del papel que juega el Espiritismo como doctrina filosófica y científica, siendo la reencarnación uno de sus principales pilares junto con otros postulados básicos. Una doctrina que se define como la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus y de sus relaciones con el mundo corporal.
En definitiva, la doctrina espírita nos aporta varias ideas que son fundamentales: Que la vida continúa después de la muerte; los lazos con los seres queridos nunca se pierden; se nos ofrecen cuantas oportunidades necesitemos para crecer y caminar hacia la plenitud a través de la reencarnación; y también nos enseña la solidaridad que existe entre los dos planos, el físico y el espiritual.
José Manuel Meseguer
Reencarnación: Evidencias científicas, hechos que prueban, 2ª parte, de la conferencia en el I Congreso ConCiencia:
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