Incomprensión y fidelidad
La consideración que tenías súbitamente desapareció y pasaste a engrosar las filas de los que padecen difamaciones, entre afrentas sibilinas y acusaciones impiedosas.
Las palabras melodiosas que vibraban en tus oídos, ahora llegan agresivas, devastadoras, como trueno que anuncia tempestad inmediata.
Las sonrisas se marchitaron y muchos labios ahora contraídos en ritos de amargura, y en otras ocasiones, coléricos, listos para desbordarse en furia destructiva.
Los afectos que demostraban seguridad y las amistades que hacían ruido, si que lo puedas explicara, se han convertido en amenazas sombrías cual tiranos soeces que no ocultan los sentimientos animados interiormente.
Las manos fraternales siempre extendidas a fin de envolverte, se recogieron y dieron ligar a las tenazas que podrían dilacerarte con inusitada crueldad.
La aduana de la cordialidad que tenía las puertas abiertas para los tesoros de tu alegría, yace cerrada y fiscales impenitentes revisan tus bagajes, complaciéndose en afligirte en demasía, a través de referencias tan rencorosas cual inconcebibles.
Extraña amargura domina las ambiciones y los sueños de tu espíritu, mientras sombras densas comandan tus paneles mentales.
No te sorprenda el ataque necesario del dolor y el suplemento de agonía que te ocurren. Constituyen indispensable proceso de depuración que no puede postergar.
Facilidad es sinónimo de debilitamiento del carácter.
La cicatriz es el tributo que la herida exige al organismo para liberarlo.
Examen, apreciación de fuerza y capacidad son medidas aplicadas para verificar el aprendizaje.
En ningún momento Jesús prometió la tierra de los hombres de la Buena Nueva. Todas sus donaciones se refieren al Reino de los Cielos, que ahora están siendo edificado entre las criaturas, considerando que sus fundaciones, solo poco a poco, penetran en la roca dura de las almas.
Dijo Él, que el “camino es estrecho” y “la puerta angosta,” reservando a aquellos que le fuesen fieles la misma copa que el sorbió.
No debe, pues, causarte extrañeza, que al seguirlo en régimen de fidelidad, te sientas fuera de lugar, expulsado de la rueda de la comodidad por los salteadores de la paz ajena, cultores de la insensatez, usurpadores de los bienes de todos.
Mientras estuviste muy cerca de ellos, cuando aún no te conocían y creían la posibilidad de sobornarte el alma sensible, a fin de que fuese embellecido el mensaje del cual eres portador, y por consiguiente mensajero del Señor, se valían de la ofrenda mentida de la apariencias para conquistarte.
Entre tanto, al constatar que el Evangelio es luz y el Señor es rey, ante la imposibilidad de destruirlos, planean destrozarte, silenciándote el verbo, hiriéndote hasta las entrañas, abrazando tus horas y oprimiéndote.
Pigmeos no enfrentan a gigantes. Los traicionan o atraen otras fuerzas para lograr engendrar el combate, en el cual serán aplastados, caso tal utilizasen la astucia y la intriga, con las cuales piensan dominar las fuerzas de la fuerza interior, que sin embargo sin invencibles cuando están estructuradas dignamente.
Por lo tanto, únete más al Señor.
Y han pasado los engañosos favores que suponías merecer. También habrán de pasar las débiles persecuciones que ahora sufres.
Elevado el espíritu al Divino Amigo, Él te concederá desconocido valor e ignorada resistencia, revistiéndote de dulce alegría, mientras perseveras en el cumplimiento recto del deber, en el cual avanzas rumbo a las estrellas.
Si en esta lucha sientes el asedio de otras fuerzas, aunadas a aquellas que pertenecen a tus antiguos amigos, hoy transformados en hermanos atormentados, recuerdas a los Espíritus infelices que se revuelven más allá de la tumba en desesperación y rebeldía, complaciéndose en afligirlos e impacientarlos – como fuga para la propia desdicha –, envolviéndolos en la luz de la oración, para que puedas ayudarlos, aunque no te comprendan el gesto fraternal ni crean en la honestidad del mismo, entregándolos a todos, en régimen de totalidad, al Excelso Bienhechor, a fin de que permanezcas en paz.
“Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa”. Mateo: 5-11.
“Cuando tengáis un motivo de pena o contrariedad, procurad haceros superiores a él, y cuando lleguéis a dominar los impulsos de la impaciencia, de la cólera o de la desesperación, podréis decir con justa satisfacción: “He sido más fuerte.” Cap. V – Ítem 18, párrafo 2.
Joanna de Ângelis
No importa las difamaciones ni las persecuciones, pues todo pasa en esta vida. Demos tiempo al tiempo, pues aquellos que nos agreden acaban por pedirnos disculpas en esta vida o en la otra. En realidad no las necesitamos, sin embargo, nuestros perseguidores acaban por dárnoslas cuando se percatan de sus errores hacia nosotros.
Sigamos cotidianamente con nuestra tarea, ya que debemos únicamente a Dios y a nuestra consciencia, la tranquilidad del buen trabajo realizado.
Cláudia Bernardes de Carvalho
© Copyright 2021 Cláudia Bernardes de Carvalho
Todos los derechos reservados
Bibliografía
Franco, D. P. Floraciones Evangélicas.
Kardec, A. El Evangelio según el Espiritismo
Comentarios recientes