Instrumentos del alma: mente, cerebro y conciencia
Eterna es la vida del espíritu, la del cuerpo es transitoria y pasajera. Cuando el cuerpo muere, el alma vuelve a la vida eterna. (Allan Kardec)
En la historia del pensamiento, el hombre ha figurado casi siempre como eje central de análisis y reflexión. ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su origen y su naturaleza? ¿De qué está compuesto? Estos interrogantes y otros muchos han sido respondidos a lo largo de la historia por pensadores, filósofos, investigadores, científicos, fundadores de religiones, etc.
Un resumen de las corrientes de pensamiento más aceptadas nos habla de que en la antigua Grecia, los filósofos Platón, su maestro Sócrates y Aristóteles, abogaban por el dualismo. Es decir, el hombre se compone de dos naturalezas, alma y cuerpo, y cuando la primera se retira, el cuerpo muere, ya que es el elemento que lo vivifica. Transcurrieron algunos siglos hasta que un filósofo francés, matemático y padre del racionalismo llamado René Descartes, dio origen al término mecanicismo que ha venido siendo sustentado por las corrientes materialistas hasta hoy. Descartes dudaba de todo salvo de una cosa, él pensaba, y como tal existía, por lo que al considerar el universo como un gran mecanismo creado por Dios, el hombre era una máquina pensante al poseer un alma inmaterial que era su propio yo pensante.
Con el transcurso de los siglos, un nuevo paradigma sobre el origen del hombre se instaló en el pensamiento racionalista y científico hasta hoy. El origen de las especies de Charles Darwin cambió todo el método científico al situar el origen del hombre en un ancestro común procedente de la especie animal, en vez de en Adán y Eva, tal y como se admitía hasta el siglo XIX. Esto cambió el pensamiento sobre la naturaleza humana dando inicio a corrientes de pensamiento que negaban el principio espiritual en el ser humano, dando alas al pensamiento materialista y ateo que niega la existencia de una Causa Inteligente (Dios) como origen del principio inteligente que se halla en el hombre. Era un naturalista, de fuertes convicciones religiosas, motivo por el cual el mismo afirmó:
Hay grandeza en esta concepción de la vida, que con sus diferentes fuerzas ha sido alentada por el Creador (Charles Darwin, 1859)
La teoría de la evolución y de la selección natural sigue hoy día generando polémica porque, aunque es comúnmente aceptada y cierta en lo que denominamos micro-evolución, existen algunos episodios a lo largo de la historia donde no está demostrada una transición o modificación de las especies animales, sino que surgen de improviso sin tener ninguna referencia fósil, ni por supuesto continuidad evolutiva en el tiempo (ej.: el periodo cámbrico). Darwin ya era consciente de esto, por ello se limitó a formular su teoría sólo en el aspecto biológico-evolutivo basado en la observación.
Por último, hemos de mencionar el concepto que surgió con Allan Kardec (codificador el Espiritismo) contemporáneo de Darwin, y que publicó el Libro de los Espíritus (18 de Abril 1857) casi dos años antes que Darwin lo hiciera con su teoría de la evolución.
Kardec nos habla de que el hombre es un ser integral compuesto por dos naturalezas y una trilogía. El hombre participa de la naturaleza animal en su aspecto biológico (cuerpo físico), mientras que es de naturaleza espiritual al poseer un alma inmortal. Junto a ello explica que el hombre es una trilogía compuesta de cuerpo físico, alma y periespíritu. Este último es un cuerpo intermedio, semi-material, penetrable, que permite la conexión entre los dos primeros. El alma es el principio inteligente o espiritual creado por Dios, y el cuerpo físico el elemento indispensable para poder manifestarse ésta en los mundos físicos y materiales.
Los instrumentos del alma
Teniendo presente estas concepciones de lo que es el hombre, analizaremos ahora tres de los aspectos que más interrogantes ofrecen hasta el día de hoy. ¿Cuál es el papel del cerebro en el hombre? ¿Y la mente, es de origen material? ¿Podemos saber el origen de la conciencia?. Al hilo de estas cuestiones comprobaremos cómo estos tres aspectos son instrumentos al servicio de ese alma inmortal que los maneja a voluntad según su grado de adelanto y libre albedrío.
Esperar que los mecanismos superiores del cerebro puedan llevar a cabo lo que la mente hace, es algo absurdo (Dr. Wilder Penfield, padre de la neurocirugía)
Comencemos por el cerebro
De los tres, es el único de origen material, que permite al alma humana manifestarse en esta dimensión física, de lo contrario sería imposible. El cerebro, además del organizador del sistema nervioso central, con apenas 1,5 kg. de peso y 100.000 MM de neuronas (células) consume el 20% de toda la energía que el hombre utiliza. Es un reductor de vibraciones para el alma, y además es un poderoso emisor y receptor de señales, como si de una radio se tratara.
Estas señales son los pensamientos, las emociones, los sentimientos, las intuiciones, etc. que el alma experimenta y que a través del centro peri-espiritual de la mente situado en el periespíritu son captados por el cerebro y condicionan nuestra vida. A la recíproca, las sensaciones y percepciones externas que experimentamos y vivimos, son captadas y recogidas por esta maravillosa interfaz cerebral para ser procesados por la mente y archivados en nuestra conciencia.
La inteligencia, los sentimientos y los valores superiores no están grabados en las neuronas cerebrales sino en el ser espiritual inmortal.
Vayamos a la mente
Continuando nuestro somero análisis, vayamos a la mente. ¿Qué es? La ciencia todavía no lo tiene claro, sin embargo la mayoría de los investigadores en estas últimas décadas ya han aceptado que no es de origen material. Sin embargo, no son capaces de explicar cómo algo inmaterial que no se localiza en ningún área cerebral surge de algo material como las neuronas cerebrales.
La física, la neurociencia y la psicología convergen en el mismo principio: la mente no puede reducirse a la materia. (G. Stanciu y R. Augros, físico y filósofo)
Desde el conocimiento que la doctrina espírita ofrece, la Mente es la manifestación del principio inteligente (el alma). Es el lugar donde se elabora el pensamiento, el cerebro los reproduce, así como un aparato de Tv reproduce las ondas electromagnéticas y las convierte en imágenes y sonidos. Y sin lugar a dudas, la mente, es un instrumento psíquico al servicio de la conciencia dirigido por la voluntad del espíritu inmortal.
No debemos confundir pensamientos con mente, los primeros son productos de la segunda. Sin embargo, no todos los pensamientos que pasan por nuestra mente son elaborados por nosotros. Pongamos un ejemplo: la mente es una estación y los trenes que llegan a ella o salen de ella son los pensamientos. Estos últimos son propios, nuestros, pero aquellos que llegan no son nuestros, y pueden proceder de otras mentes que, mediante sintonía y frecuencia de onda similar, conectan con nuestra mente y llegan hasta nosotros. Hace ya algunas décadas que los físicos cuánticos, los psicólogos y los biólogos nos hablan de una memoria cósmica, un campo que une todo lo que existe, donde las mentes estarían conectadas unas de otras a través de afinidad vibratoria, pues ya se sabe hoy que la materia no es otra cosa que energía en distintos grados de vibración atómica.
Los físicos lo denominan entrelazamiento cuántico, los psicólogos, inconsciente colectivo y los biólogos, resonancia mórfica. Además, muchos filósofos, coincidiendo con la definición transmitida por Kardec acerca de Dios (¿Qué es Dios?: “Inteligencia Suprema y Causa Primera de todas las cosas” L.E. Item nº 1) asumen la existencia de una Mente Universal de la que procede la Mente Humana como efecto inteligente de una causa inteligente (Dios) que la crea a su imagen y semejanza.
La Mente humana procede de una Mente Absoluta que es la individualidad espiritual trascendente de Dios. (Dr. Stuart Hackett, filósofo)
Así pues la conexión de la mente humana con otras mentes es una realidad también demostrada por la Telepatía, la Psicometría, etc. E incluso la conexión puntual con el Pensamiento Cósmico de la Mente Divina es posible, como lo demostraron algunos genios de la historia que han producido obras de incomparable belleza, cuya procedencia no admite dudas. El aleluya de Haendel, La Capilla Sixtina de Miguel Angel, etc. son ejemplos de estas conexiones puntuales con la Mente Divina que permiten plasmar en la realidad terrena un pálido reflejo de la belleza y elevación del pensamiento divino.
La Conciencia es el tan ansiado puente entre la Ciencia y el Espíritu (Dr. Peter Rusell, físico autor de Ciencia, conciencia y luz)
¿Y qué decir de la conciencia?
Es la gran desconocida para la ciencia. A fecha de hoy, el origen de la conciencia se basa en hipótesis indemostrables. Bajo el paradigma del pensamiento materialista donde sólo existe la materia inconsciente dirigida por átomos ciegos y aleatorios, la experiencia subjetiva que todo ser vivo posee (pensamientos, sentimientos, emociones, vivencias, percepciones, etc..) no tiene explicación. Por mucho que intenten elaborar teorías al respecto de que se trata de un epifenómeno exudado por el cerebro, cuando trepanamos un cerebro y extirpamos un trozo del mismo, la persona puede perder recuerdos o memoria, pero nunca pierde su conciencia (sigue manteniendo su individualidad). Nunca pierde la capacidad de pensar por sí mismo, sobre sus propios pensamientos y experiencias.
La conciencia es la fuerza más poderosa del espíritu. Según la doctrina de Kardec en ella está esculpida la Ley de Dios, para de esta forma marcar al hombre cuál es el camino recto que debe seguir. La conciencia guarda y elabora los registros psíquicos, intelectuales y emocionales a lo largo de las experiencias milenarias del espíritu que va reencarnando vida tras vida. La mente es el instrumento que va captando y archivando las experiencias y vivencias en él inconsciente profundo de la persona. Así los reflejos, automatismos y tendencias de vidas anteriores suelen aflorar de nuestro inconsciente en las distintas vidas, condicionándolas.
Debemos distinguir entre “niveles de conciencia” y “estados de conciencia”. Los primeros hacen referencia a la persona despierta que posee vida interior o que se comporta únicamente como un animal racional más.
Entre los niveles, el primero es el de la conciencia dormida, es el hombre fisiológico que sólo vive para comer, reproducirse, sobrevivir y nada más; es ajeno a los valores superiores del espíritu y a las bellezas, cogniciones y percepciones que hacen “humano” al hombre para distinguirlo de los animales. Un segundo nivel son los hombres que tienen momentos de conciencia, saben que son más que un animal, han progresado y desarrollado algunos valores, pero todavía no son capaces de dominarse más que en algunos momentos, y su nivel de percepción aumenta con su progreso.
El tercero es el del hombre que ya posee autocontrol y dominio de sí mismo, de sus pensamientos y emociones. Este ya se dirige por la vida bajo la comprensión de los valores superiores y logra experimentar puntualmente la felicidad y alcanzar sus objetivos. Y por último están aquellos hombres (muy pocos) que alcanzan un nivel de conciencia trascendental y de plenitud, permanentemente conectados con la conciencia y el pensamiento divino (Jesús de Nazareth, Buda, Krishna, Francisco de Asis, etc.) Iluminados, se unifican con la Mente y el Amor divino.
Respecto a los estados de conciencia podemos establecer que cada uno responde por su origen y que el alma los experimenta biológica, mental y espiritualmente. Por ejemplo, un estado mental patológico es la esquizofrenia, un estado cerebral es un traumatismo craneal, un estado de conciencia alterado puede ser un trance o éxtasis.
La conciencia es independiente del cerebro. (Dr. Eben Alexander, neurocirujano)
Así pues, diremos que el alma procesa toda la información de estos tres instrumentos a voluntad. Al pensar y sentir, nuestro espíritu crea, ejerce y archiva las energías psíquicas conforme a la naturaleza moral de nuestros actos, pensamientos y sentimientos.
El cerebro, la mente y la conciencia son las herramientas con que Dios nos dota para poder progresar y evolucionar desde que entramos en la etapa humana hasta que, después de muchas vidas, llegamos a los mundos sin materia ni necesidad de reencarnación, donde ya prescindimos del cerebro. Lo mismo ocurre después de la muerte, donde la mente y la conciencia no cambian al pasar al otro lado de la vida, pero prescindimos del órgano cerebral que se descompone con el cuerpo.
Desde el dualismo de los filósofos griegos, pasando por el mecanicismo de Descartes y el evolucionismo de Darwin, sólo la filosofía espírita integra la más precisa y concreta explicación de la naturaleza integral del hombre. A Descartes le censuran su concepto del hombre por no existir nexo de unión entre el cuerpo biológico y la mente o el alma inmaterial. A Darwin no podemos concederle una visión integral del hombre, pues demostrado está ya que la conciencia y la mente no son materiales ni biológicas, no proceden del cerebro sino de la experiencia subjetiva del ser humano. El ser humano no es una entidad únicamente biológica, sino biológico-psicológica-sociológica y espiritual plenamente transcendente.
¿Dónde reside el alma? : “El alma no está localizada en una parte del cuerpo, forma con el periespíritu un todo fluídico y penetrable que se asimila a todo el cuerpo físico, constituyendo un ser complejo. (Allan Kardec, ¿Qué es el Espiritismo? Cap. 999)
Por ello afirmamos que la doctrina de los espíritus de Kardec, al formular la evidencia del periespíritu, cuerpo intermedio que une el alma y el cuerpo biológico, ofrece aquello que a Descartes le faltó. Y cuando la experiencia de la conciencia inmaterial es una evidencia demostrada por la ciencia, se confirma la existencia de un principio energético o espiritual que trasciende el proceso biológico, superando el concepto Darwiniano únicamente centrado en la evolución de la forma biológica de las especies.
Para el espiritismo la evolución es una realidad constatada en dos mundos, una evolución animal y biológica que coincide con el concepto de Darwin, y en paralelo una segunda evolución del principio inteligente o alma humana que trasciende a la muerte y que aprovecha (a través de sus instrumentos) la evolución de la forma material hacia estados más perfectos para animar estas formas, dotándolas de vida y constitución energética por intermedio de ese cuerpo intermedio periespíritu (MOB)*, auténtico organizador biológico desde el momento de la concepción del ser humano en el vientre de su madre hasta su muerte o desencarnación en que se marcha con el alma inmortal dando origen a la extinción de la vida del cuerpo que vitalizaba energéticamente.
Lo que estamos afirmando no es otra cosa que la existencia de un “principio inteligente inmortal” al que Kardec y su obra dan carta de naturaleza científica mediante la prueba de la mediumnidad y justificación filosófica mediante su procedencia como efecto inteligente de una Causa Inteligente a la que pobremente llamamos Dios.
Terminamos esta exposición explicando que el mérito de la doctrina de Kardec respecto a la naturaleza del hombre fue no sólo racionalizar el pensamiento sobre el origen del hombre y su naturaleza, sino que además contribuyó a certificar la naturaleza inmortal del alma humana al vencer a la muerte, demostrando que seguimos viviendo después de la misma y que el espíritu humano continúa su vida después de la tumba y puede relacionarse con aquellos a los que ama, en los dos planos de existencia, el físico y el espiritual.
Una de dos: o la muerte es una destrucción absoluta, o es el tránsito del alma a otro paraje. Si todo se aniquila, la muerte será como una de esas noches que pasamos sin soñar y sin conciencia de nosotros mismos. Pero si la muerte es sólo un cambio de morada, el lugar en el que los muertos pueden reunirse, ¡qué felicidad volver a encontrar a aquellos que hemos conocido y amado! (Sócrates, filósofo del s. VI a.C.)
Muchas gracias por su atención.
Antonio Lledó Flor – 2018
Acceso a la conferencia completa en el I Congreso Conciencia:
*(MOB): Modelo Organizador Biológico. Ver referencias en las obras del ingeniero Hernani Guimaraes Andrade.
Bibliografía
Andrade, H.G. (1995) Muerte, renacimiento y evolución. Caracas : Cima.
Barcelos, W. (2016) «Las energías psíquicas del inconsciente«. En: Anuario Espírita, p. 182-191.
Benson, H. El poder de la mente.
Damasio, A. Y el cerebro creó al hombre.
Davidson, R. El perfil emocional de tu cerebro.
Franco, D. (1997) Auto-descubrimiento (una búsqueda interior). Buenos Aires : Ediciones Juana De Angelis.
Huther, G. (2015) La evolución del amor. Barcelona : Plataforma
Jung, C.G. Tipos psicológicos.
Kardec, A. (1857) El libro de los Espíritus.
Kardec, A. (1859)¿Qué es el Espiritismo?.
Russell, P. Ciencia, conciencia y luz.
Schubert, S.C. Mentes interconectadas e a lei da atração. Sao Paolo : EMB editora
Strobel, L. (2005) El caso del Creador. Miami : Vida.
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