La oración
Sobre la oración, hemos preguntado a las entidades protectoras si las realizadas en conjunto son más poderosas y eficientes que la oración aislada.
Nos contestaron que la oración en conjunto, hecha en las iglesias, no tiene siempre la coordinación necesaria para alcanzar un fin elevado; frecuentemente ella se pierde en el Espacio, antes de alcanzar las esferas divinas.
La Plegaria
Sería preciso que de cada alma emanase una plegaria que tuviese el mismo objetivo: plegaria para los infelices, con la intención de aliviar sus males; plegaria para los que tienen necesidad de evolucionar, etc.
La oración está generalmente marcada por un pequeño sentimiento de egoísmo; ella, con frecuencia, pide a Dios ventajas personales.
Aun cuando no alcance el fin pretendido, la oración contribuye a sanear la atmósfera, a mejorar el ambiente de los mundos inferiores.
Cuando la plegaria en conjunto se hace en buenas condiciones, ella reacciona contra las vibraciones materiales. Bajo este punto de vista, las religiones tienen su utilidad.
La Fe
La plegaria genera la fe que inspira las acciones grandiosas y nobles.
Es la fe esclarecida que nos acerca a Dios, foco radiante de vida, de sabiduría y de amor.
Incluso en una escala más material, diremos: ¿No es la fe lo que inspira los grandes sacrificios?
Es la fe patriótica, lo que ha hecho a nuestros soldados ser invencibles, lo que los ha ayudado a soportar los sufrimientos, la enfermedad, la muerte, y a repeler los ataques de un enemigo más fuerte.
Es la fe en un ideal social lo que ha inspirado, engrandecido, en todas las épocas, a los mártires del derecho, de la justicia y de la libertad.
Es la fe en la Ciencia lo que, en nuestros días, ha inspirado desvelos como los del Dr. Vaillant* y tantos otros, víctimas de su empeño por administrar fuerzas terribles.
La Voluntad
La voluntad sostenida por la fe es, por lo tanto, la mejor fuerza motriz para dirigir las fuerzas psíquicas del ser y proyectarlas hacia un objetivo sublime.
El hombre debe, en fin, comprender que todas las fuerzas del Universo, tanto físicas como morales, en él se reflejan; su voluntad puede comandar a unas y otras, que se manifiestan en su consciencia.
Aprender a armonizarlas, trabajar para desarrollarlas en vidas sucesivas, tal es la ley de su destino.
Bajo este punto de vista, recordemos que tenemos una obra admirable que cumplir.
Ésta consiste en crear en nosotros una personalidad siempre más adiante y, para ello, tenemos el tiempo sin límites, el camino sin final y la vida eterna en la acción perpetua.
Sin embargo, lo que algunos no pueden comprender por las facultades intelectuales, otros pueden sentir por el corazón, por la necesidad de expansión y el amor que en ellos es innato, pues, la verdad, acabamos de decirlo, está al alcance de los sencillos y de los puros.
De todos aquellos que:
En el recogimiento y en silencio, al abrigo de las tempestades, del mundo, del conflicto de las pasiones y de los intereses, saben interrogar a las profundidades de la consciencia y entrar en relación con el mundo superior, foco de toda luz, de toda sabiduría, fuente de todas las grandes revelaciones.
Cada estrella que brilla en el cielo nos enseña una lección; cada tumba que se cava en la tierra fría nos da un aviso.
La existencia terrestre pasa como una sombra, pero la vida celeste es infinita.
En cambio, nuestras vidas humanas, por muy cortas que sean, pueden ser fecundas para nuestro progreso; pese a su carácter precario,
ellas forman los materiales con cuyo auxilio se edifican nuestros destinos;
ellas son como piedras que componen el inmenso edificio del futuro del alma.
Esforcémonos, por tanto, en pulir esas piedras, tallarlas y esculpirlas, para con ellas construir un monumento de líneas puras, de formas grandiosas y armoniosas.
Léon Denis
* Dr Vaillant: Debe ser el Dr. Ch. Vaillant, radiólogo de París, nacido en 1872; según la Enciclopedia Lello, fue víctima de los rayos X.
Bibliografía
Denis, L., El Espiritismo y las fuerzas radiantes, Cap.II.
Kardec, A. El Libro de los Espíritus
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