La última obra preparada por Allan Kardec
El 31 de marzo de 1869 Allan Kardec dejaba su envoltura física en la Tierra. Su misión había concluido. Dejaba tras de sí un inmenso legado de sabiduría, consuelo y bondad. Tras sus primeros pasos, con la publicación de decenas de obras pedagógicas de gran impacto en Francia, se dedicó en cuerpo y alma a la tarea del estudio científico de los fenómenos de las mesas giratorias, que traería como consecuencia la creación de una nueva filosofía, ciencia y ética: el espiritismo.
En ese día de 31 de marzo, hace 150 años, el profesor se encontraba en su casa y sede de la Revue Spirite, en el número 59 de la rue Sainte Anne, en París. El contrato de alquiler expiraba y se encontraba ultimando la mudanza de sus enseres personales para trasladarse a vivir al otro lado del Sena, a la Villa Ségur.
Soñaba con concluir allí sus días en su nueva casita, escribiendo, junto a su amada esposa Amélie Boudet. Allí mismo podría descansar más tarde al lado de otros espíritas sin recursos en las casas de retiro que proyectaba construir, manifestando su elevado sentido de la fraternidad y justicia social. Asimismo, ultimaba ese día el traslado de los paquetes correspondientes de la Revista Espírita a su nueva sede en el número 7 de la calle Lille, en la misma ciudad del Sena, donde ya se encontraba la editora espírita, esto es, la Librarie Spirite et de Sciences Psychologiques.
El Catálogo razonado para formar una biblioteca espírita
Sin embargo, el último día de marzo de 1869 ya había dejado preparado para la imprenta el número de la Revue correspondiente al mes de abril y junto a la revista se encontraba su última aportación bibliográfica, prometida desde 1858, el Catalogue raisonné des ouvrages pouvant servir à fonder une bibliothèque spirite. Era la obra más breve y al mismo tiempo a la que había dedicado más tiempo, 11 años. Y ello porque se trata de una obra cocinada a fuego lento, sintética y a la par enorme de contenidos. Un opúsculo en el que recomendaba lecturas espiritistas y otras que siguen los mismos principios del espiritismo, finalizando con la reseña de obras contrarias a la nueva revelación.
En efecto, en 1858 Allan Kardec había emprendido la tarea de editar la Revue Spirite. En su presentación, a través de una nota, el Codificador manifiesta el interés por reunir una selección bibliográfica “de obras antiguas o modernas, francesas o extranjeras, con la designación y –si es posible- la cita bibliográfica de los pasajes”.
Diez años más tarde, en diciembre de 1868, Allan Kardec anuncia la próxima edición de una obra para ayudar a la formación de bibliotecas espíritas:
Publicaremos próximamente también un catálogo de todas las obras que pueden interesar a la doctrina: tanto de las que han sido publicadas desde el punto de vista del Espiritismo, como aquellas que, publicadas fuera del mismo en diferentes épocas, tienen una afinidad de principios con las nuevas creencias. Será una guía para la formación de bibliotecas espíritas. Cuando tenga lugar, la indicación de las obras se acompañará de una breve apreciación para conocer su espíritu, y con nota al número de la Revista donde se haya dado cuenta. (Revue Spirite, décembre, 1868, avis)
La recomendación del estudio y la lectura en Allan Kardec
Y aunque Kardec tenía el Catálogo razonado de obras que pueden servir para formar una biblioteca espírita, preparado en marzo de 1869 (publicado en abril), no lo vio impreso. Moría el 31 de marzo de 1869 fulminado por un aneurisma.
Si procuramos indagar en las razones que movieron a Allan Kardec a preparar este opúsculo, podemos ver su profundo compromiso con la educación, con el cultivo de las mentes y los corazones de los hombres. El maestro no podía por menos que aconsejar lectura y conocimiento para libertar a las conciencias de la ignorancia.
En el Catálogo de obras recomendadas por Allan Kardec encontramos más de 200 referencias, tanto de obras fundamentales de la doctrina espírita (El libro de los Espíritus, El libro de los médiums, El Evangelio según el Espiritismo, El cielo y el infierno, La génesis, los milagros y las predicciones, ¿Qué es el espiritismo?, El espiritismo en su más simple expresión, Revista Espírita…) , como obras complementarias de diversas materias: poesía, música, dibujo, teatro, filosofía e historia, novelas, ciencias o magnetismo. Entre las obras citadas fuera del espiritismo figuran por ejemplo el Dictionnaire universel de Maurice Lachatre, obras de Fenelon, Fourier, Swedenborg, así como obras de grandes autores de la literatura, como Balzac, Dickens, Gautier, Poe, Defoe, Sand, etc. Finaliza con referencias de obras contra el espiritismo.
En esta breve guía para formar una biblioteca espírita, Allan Kardec muestra su vasta cultura, recomendando obras que conocía bien. Y también su visión acerca de la necesidad de conocer las obras enfrentadas al espiritismo para poder combatirlas.
Función social de las bibliotecas espíritas
La idea de la necesidad de formación de bibliotecas en los grupos espíritas que se iban formando se encuentra recogida también en un texto kardeciano esencial, la Constitución del Espiritismo, publicada en la Revue Spirite en diciembre de 1868. Este texto de gran calado, junto con otros inéditos entresacados de los archivos del maestro, fueron reunidos por Amélie Boudet y más tarde publicados por sus más estrechos colaboradores en Obras póstumas. Así pues, en la Constitución del Espiritismo, tras la exposición de las consideraciones preliminares, encontramos la organización del comité central. Y entre sus atribuciones figura la de “fundar y conservar la biblioteca, los archivos y el museo.” Seguidamente, se consignan las instituciones complementarias del comité central:
Como dependencias locales anexas al comité central, serán creadas algunas instituciones a medida que las circunstancias lo permitan. Entre ellas figurarán:
- Una biblioteca, donde se hallarán reunidas todas las obras que interesen al Espiritismo, las cuales podrán ser consultadas dentro del local o prestadas para su lectura.
- Un museo, en el que estarán las primeras obras del arte espírita, los trabajos medianímicos más dignos de consideración, los retratos de los adeptos a quienes deba la causa por sus servicios, los de los hombres que el Espiritismo honra y los de cualquier extraño a la doctrina, cuyos méritos como hombre de genio, bienhechor de la Humanidad, etc., le hagan digno de semejante distinción… (Obras póstumas, cap. Constitución del espiritismo)
¿Para qué crear bibliotecas?
Las bibliotecas recogen las voces de los hombres que nos han precedido, sus conquistas en los diferentes campos del conocimiento. Son la memoria de la humanidad. Su progreso queda así fijado, impreso para no ser perdido, para no ser olvidado o desfigurado. Por eso, la destrucción de una biblioteca es la destrucción de la memoria.
El carácter eminentemente pedagógico de Kardec comprendió inmediatamente la importancia de la formación de los espíritas. De ahí su recomendación de la lectura para crear unas bases firmes sobre las que asentar el edificio espírita. Junto a las obras fundamentales de la doctrina espírita, Kardec no olvidaba recomendar la lectura de otras obras para cultivar los espíritus.
Allan Kardec en El Evangelio según el Espiritismo recoge la siguiente enseñanza:
Espíritas, amaos, he aquí la primera enseñanza. Instruíos, he aquí la segunda. En el Cristianismo se encuentran todas las verdades. Los errores que han echado raíces en él son de origen humano. Y he aquí que desde más allá de la tumba, a la que creíais la nada, surgen voces que os gritan: «¡Hermanos! Nada perece, Jesucristo es el vencedor del mal, sed vosotros los vencedores de la impiedad». (El Espíritu de Verdad, París, 1860, en El Evangelio según el Espiritismo, cap. 6, 5)
La instrucción es muy importante, pero por encima de ella se encuentra el amor. Deseamos que esta biblioteca espírita de Sede inspire muchas nobles realizaciones, amorosas y sabias, en concordancia con las recomendaciones de Jesús y Kardec.
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