Ligeras consideraciones
«Desbordamiento de fenómenos espiritistas en la edad media«, titula nuestro querido hermano y coloborador Navarro Murillo, el artículo cuya conclusión dimos en nuestro anterior número.
Las noticias que en las páginas de la Revista se contienen, así de España como del extranjero, señalan también ahora una especie de desbordamiento de fenómenos físicos que se ofrecen al estudio, y son de ello prueba los relatos que hemos publicado y publicamos de Alcoy, de Mahón, de Barcelona y otros, dejando a los firmantes la responsabilidad de la exactitud de los hechos, aunque nada de particular y extraño tienen dentro de lo que medianímicamente puede obtenerse.
Lo que sí llama la atención es que aparezcan gran número de médiums de efectos físicos, donde tanto escasearon basta ahora.
Sin duda a algo responde, pues todo tiene su razón de ser, por más que la miopía, la ignorancia y, lo que es peor, la presunción humana nada sepan o puedan ver.
Diríase que para humillar el orgullo del hombre y para impulsarle a no despreciar ni lo más insignificante en el estudio del Universo, Naturaleza preséntale lo más insignificante y trivial al lado de lo más inmenso y más grandioso, lo infinito en lo pequeño confundido con lo infinito en lo grande.
A si el acontecimiento más grande de este siglo, el advenimiento o divulgación del Espiritismo moderno, data de las trivialísimas manifestaciones debidas a la mediumnidad de las hermanas Fox; la filosofía de las filosofías, la espiritista, arranca de la recopilación hecha por un hombre tan modesto com o Allan Kardec; y estos fenómenos que son nada menos que la demostración física de la existencia del alma y el preludio de la más grande revolución para todas las ciencias y las artes, revisten- generalmente los más humildísimos y aun al parecer extravagantes caracteres que se observan en las sesiones de experimentación espiritista y en las mismas manifestaciones espontáneas de los Espíritus.
Algunos pretenciosos experimentadores que presumen de sabios, y algunos noveles espiritistas que no creen en ciertos fenómenos o se burlan de ellos (com o nosotros nos burlábamos en los comienzos de nuestros estudios espiritistas, hace treinta y cuatro años, y durante diez después de haber conocido el Espiritismo y hasta profesando ya la creencia); algunos, decimos, no pueden comprender que en sesiones espiritistas se den cierta clase de manifestaciones, que no por parecer triviales y hasta si se quiere ridiculas, dejan de ser asombrosas y muy dignas de estudio, pues para eso se producen; y, sin embargo, son un hecho, como los que antes hemos señalado respecto a la divulgación del Espiritismo y la primera recopilación de su filosofía.
Este hecho se observa también en las sesiones de experimentación de los afamados sabios que se han decidido a comprobar la realidad de los fenómenos.
No desvirtuarán el hecho espiritista, ni la incredulidad de los que no pueden admitir lo que no comprenden, ni los fraudes que se quieran hacer, y alguna vez se hicieron (generalmente por los médiums retribuidos, cuando perdieron su facultad) a la sombra de la buena fe de algunos, o tomando el nombre del Espiritismo, con el propósito de desacreditarlo.
Sirvan estas ligeras consideraciones, de contestación a un novel colega que piensa de distinta manera que nosotros.— T. S.
Fuente
Revista de Estudios Psicológicos, nº 5, Mayo, 1894.
www.memoriademadrid.es/doc_anexos/Workflow/2/133762/hem_estudiospsicologicos_189405.pdf
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