Necesidad de la Caridad, según Pablo de Tarso
Hay varios meses del año que son especiales para mí; Diciembre es uno de ellos, pues entre otros detalles que no vienen al caso, en sus primeros días se celebra en la ciudad de Calpe, (Alicante, España) un evento espiritual al que suelo asistir. Es organizado por SEDE (Sociedad Española de Divulgadores Espíritas).
En Diciembre de este 2021, hoy viernes 31, último día, decido escribir y relatar lo vivido y sentido por mi misma en ese ambiente precioso y bonito, no sólo por el lugar físico, sino por las energías que allí se desarrollan, emanadas por las buenas vibraciones de los Inmortales de Luz que en todo momento nos rodean y acompañan.
Hoy llega a mí el recuerdo lindo y amable del encuentro con los amigos/as, compañeros/as, conocidos/as de antaño; también, me alegra ver a las nuevas personas que cada año van sumándose al mencionado evento, siento un gran júbilo que se convierte en felicidad…
Felicidad, ese estado permanente y sinónimo de prosperidad en el que cada día que pasa se afianza un poco más en mi alma, es el estado diferente a la alegría del momento, en el cual nos reencontramos todos los presentes.
En esos momentos se percibe a la persona caritativa tal como nos lo detalla el apóstol Pablo en su Primera Carta a los Corintios, cap. 13, v. 1-7 y 13.
Ahí se ve la necesidad de la caridad de unos para con los otros:
Aunque hablase yo todas las lenguas de los hombres, e incluso la lengua de los ángeles, si no tuviese caridad, sería como un bronce resonante y un címbalo retumbante,(1); y aún cuando tuviese el don de la profecía y penetrara todos los misterios y poseyera una ciencia perfecta de todas las cosas; aunque tuviese toda la fe posible, hasta transportar las montañas, si no tuviese caridad, yo, nada sería. Y aún cuando hubiese distribuido mis bienes para alimentar a los pobres y, hubiese entregado mi cuerpo para ser quemado, si no tuviese caridad, todo eso no me serviría de nada.
La caridad es paciente; es dulce y bienhechora; la caridad no es envidiosa; no sabe de celos; no es temeraria y precipitada; no se llena de orgullo; no es desdeñosa; no busca sus propios intereses; no es remilgada y no se irrita con nada; no sospecha mal; no se regocija con la injusticia; pues se regocija con la verdad; todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera y todo lo sufre.
Ahora, estas tres virtudes: la fe, la esperanza y la caridad, permanecen; sin embargo, entre ellas, la más excelente es la caridad.
(El Evangelio según El Espiritismo, cap. XV, párrafo 6)
«Aunque tuviese yo el lenguaje de los ángeles; aún cuando tuviese el don de profecía y penetrase todos los misterios; aún cuando tuviese toda la fe posible, hasta transportar las montañas, si no tuviese caridad, yo nada sería. Entre estas tres virtudes: la fe, la esperanza y la caridad, la más excelente es la caridad.”
El apóstol sitúa de este modo sin equívoco, la caridad por encima de la fe, porque la caridad está al alcance de todo el mundo, del ignorante y del sabio, del rico y del pobre y es independiente de toda creencia particular.
E hizo más: definió la verdadera caridad; la mostró no sólo a través de la beneficencia, que es dar dinero o cosas materiales, sino que la expuso en el conjunto de todas las cualidades del corazón, en la bondad y en la benevolencia con relación al prójimo.
(El Evangelio según El Espiritismo, cap. XV, párrafo 7)
Hoy, día 31, viernes, último día del año 2021, más que nunca:
¡Gracias a todos los Espíritus de Caridad que nos guían por el mejor camino hacia nuestro progreso en busca de la Felicidad Plena, al lado del Buen Pastor de almas Jesús de Nazareth!
Hoy especialmente…
María Borrell
(1) Instrumento musical empleado por los griegos y romanos de la antigüedad.
Bibliografía
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