Pepito Arriola estudiado por Charles Richet
Charles Richet profesor de la Sorbona, miembro del Instituto de Francia, presidente de la Sociedad de Biología, director de la Revue Scientifique, se convirtió en 1919 en presidente honorario del Instituto Metapsíquico Internacional, ganador del Premio Nobel de Medicina, fue un pionero del espiritismo en Francia así como Albert de Rochas, Léon Denis, Camilo Flammarion, Cesare Lombroso, bien como los ingleses Sir William Crookes, Arthur Conan Doyle, Alfred Rusell Wallace, el italiano Ernesto Bozzano y los españoles José Maria Fernández Colávida, Amalia Domingo Soler, Vizconde Torres-Solanot, Miguel Vives, Capitán Lagier, Salvador Sellés, Quintín López.
Richet se interesó particularmente por el estudio de todas las percepciones extrasensoriales como la hipnosis, la telepatía, la clarividencia, la premonición y la psicoquinesia.
Experimentó con ahínco las manifestaciones espíritas y como padre de la Metapsíquica publicó muchos estudios sobre este tema. Trabajó durante años con diferentes médiums, demostrando la irrefutable veracidad de los fenómenos mediúmnicos producidos. Creó el término ectoplasma para el fluido semimaterial que emanan los médiums de efectos físicos.
El Premio Nobel presenció junto a Dellane en el IV Congreso Internacional de Psicología de París en el año 1900, al niño español José Rodríguez Arriola (1896-1954), más conocido como Pepito Arriola, que con apenas tres años y medio de edad tocaba e improvisaba variadas arias delante de un público impresionado por su talento precoz.
Richet decidió explorar el origen de los dones musicales de Pepito. Hijo único de Josefa Rodríguez y huérfano de padre que había desencarnado durante la gestación. Su madre afirmó que descubrió los dones musicales de su hijo cuando este tenía dos años y medio.
Este niño que no sabía leer ni escribir por su corta edad, sin conocer las notas musicales pudo reproducir delante de los Reyes de España, seis composiciones de su creación. Tocó para el emperador alemán Guillermo II y actuó en Estados Unidos en los teatros más importantes, donde tocaba de forma natural llamando la atención de los presentes. Le adjudicaron el apodo del Mozart español.
Para el investigador Richet el hecho de que la madre tocase el piano con perfección evidenciaba la herencia genética del pequeño. Decidió estudiar al niño prodigio.
Hoy día para detectar las altas capacidades de una persona se analiza la parte linguística, cognitiva, emocional, social y creativa del sujeto.
Un niño prodigio es aquel que realiza una actividad fuera de lo común para su edad y condición, manifiestándose llamando la atención en un campo específico, memoria, lenguaje, ritmo, etc. También son conocidos numerosos casos de niños prodigio que en la edad adulta no han desarrollado más habilidades que cualquier otro adulto.
La Doctrina Espírita explica que las facultades del Espíritu no se pierden en virtud del progreso adquirido. La inteligencia y el avance moral son independientes del organismo físico. Sabemos por medio del estudio del espiritismo que la similitud de organización, se transmite como las demás cualidades físicas.
Es un hecho demostrado por el espiritismo que en las diferentes encarnaciones el Espíritu desarrolla sus facultades expresándolas en encarnaciones posteriores no perdiendo jamás el conocimiento intelecto-moral adquirido a lo largo de sus experiencias.
Las facultades extraordinarias que se manifiestan en niños pequeños son en realidad fruto del trabajo anterior realizado en encarnaciones pasadas y que el espíritu manifiesta tempranamente en la actual encarnación.
Hace la pregunta Allan Kardec en la cuestión 370 a Los Espíritus Superiores que aclaran:
¿Se puede inferir, a partir de la influencia de los órganos, una relación entre el desarrollo de los órganos cerebrales y el de las facultades morales e intelectuales?
“No confundáis el efecto con la causa. El Espíritu siempre posee las facultades que le son propias. Ahora bien, no son los órganos los que otorgan las facultades, sino las facultades las que estimulan el desarrollo de los órganos.”
Según esto, la diversidad de aptitudes en el hombre, ¿depende únicamente del estado del Espíritu?
“Únicamente no es un término del todo exacto. El principio de esa diversidad de aptitudes reside en las cualidades del Espíritu, que puede estar más o menos adelantado. No obstante, hay que tener en cuenta la influencia de la materia, que obstaculiza en mayor o menor medida el ejercicio de sus facultades.”
El Espíritu puede elegir antes de encarnar características físicas que heredará genéticamente pudendo así desarrollar por experiencia en la materia buenas aptitudes u oportunidad de frenar malas tendencias.
En Influencia del organismo, ítem de El Libro de los Espíritus, Libro Segundo – Capítulo VII encontramos:
Cuando se une al cuerpo, ¿se identifica el Espíritu con la materia?
“La materia es tan sólo la envoltura del Espíritu, así como la ropa es la envoltura del cuerpo. Cuando se une al cuerpo, el Espíritu conserva los atributos de su naturaleza espiritual.”
El Espíritu, después de unirse al cuerpo, ¿ejerce sus facultades con plena libertad?
“El ejercicio de sus facultades depende de los órganos que le sirven de instrumentos. Dichas facultades se debilitan a causa de la densidad de la materia.”
El libre ejercicio de las facultades del alma, ¿se encuentra subordinado al desarrollo de los órganos?
“Los órganos son los instrumentos para la manifestación de las facultades del alma. Esa manifestación se encuentra subordinada al desarrollo y al grado de perfección de dichos órganos, así como la calidad de un trabajo depende de las herramientas con que se lleva a cabo.”
¿Se puede inferir, a partir de la influencia de los órganos, una relación entre el desarrollo de los órganos cerebrales y el de las facultades morales e intelectuales?
“No confundáis el efecto con la causa. El Espíritu siempre posee las facultades que le son propias. Ahora bien, no son los órganos los que otorgan las facultades, sino las facultades las que estimulan el desarrollo de los órganos.”
Según esto, la diversidad de aptitudes en el hombre, ¿depende únicamente del estado del Espíritu?
“Únicamente no es un término del todo exacto. El principio de esa diversidad de aptitudes reside en las cualidades del Espíritu, que puede estar más o menos adelantado. No obstante, hay que tener en cuenta la influencia de la materia, que obstaculiza en mayor o menor medida el ejercicio de sus facultades.”
Al encarnar, el Espíritu es portador de ciertas predisposiciones.
Si se admite que a cada una de ellas le corresponde un órgano en el cerebro, el desarrollo de esos órganos será un efecto, no una causa. En cambio, si las facultades tuvieran su principio en los órganos, el hombre sería una máquina desprovista de libre albedrío y de la responsabilidad de sus actos.
Habría que admitir que los más grandes genios, los sabios, los poetas y artistas, lo son apenas porque el acaso les ha otorgado órganos especiales, razón por la cual sin dichos órganos no serían genios.
El último imbécil habría sido un Newton, un Virgilio o un Rafael, si hubiese estado provisto de determinados órganos. Esta suposición resulta aún más absurda cuando se la aplica a las cualidades morales.
Así, según este sistema, San Vicente de Paul, dotado por la naturaleza de tal o cual órgano, habría sido un criminal, y al mayor de los criminales sólo le habría hecho falta un órgano para ser un San Vicente de Paul.
Por el contrario, si admitís que los órganos especiales, si es que existen, son la consecuencia de las facultades y se desarrollan mediante el ejercicio de estas –así como los músculos lo hacen por medio del movimiento–, nada os resultará irracional. Hagamos una comparación trivial, a fuerza de ser cierta.
Por determinados rasgos fisonómicos podéis reconocer al hombre entregado a la bebida. Ahora bien, ¿son esos rasgos los que hacen de él un ebrio, o es la embriaguez la que los produce? Se puede decir, pues, que los órganos reciben la impresión de las facultades.
Los buenos Espíritus esclarecen además en la pregunta 72 realizada por Allan Kardec que:
¿Cuál es la fuente de la inteligencia?
“Ya lo hemos dicho: la inteligencia universal.”
¿Se podría decir que cada ser toma una porción de inteligencia de la fuente universal y la asimila, así como toma y asimila el principio de la vida material?
“Eso no es más que una comparación, pero no es exacta, porque la inteligencia es una facultad propia de cada ser y constituye su individualidad moral. Además, como sabéis, hay cosas que no es dado al hombre penetrar, y ésta forma parte de ellas por el momento.”
Ya en la cuestión 127 encontramos la siguiente respuesta a esta pregunta:
Los Espíritus, ¿son creados iguales en cuanto a sus facultades intelectuales?
“Son creados iguales, pero al no saber de dónde provienen es preciso que el libre albedrío siga su curso. Progresan con mayor o menor rapidez, tanto en inteligencia como en moralidad.”
En al 189 hallamos:
El Espíritu, ¿goza de la plenitud de sus facultades desde el principio de su formación?
“No, porque el Espíritu, al igual que el hombre, también tiene su infancia. En su origen, los Espíritus sólo tienen una existencia instintiva y apenas tienen conciencia de sí mismos y de sus actos. La inteligencia sólo se desarrolla poco a poco.”
En la cuestión 219:
¿Cuál es el origen de las facultades extraordinarias de los individuos que, sin estudios previos, parecen tener la intuición de determinados conocimientos, como los idiomas, el cálculo, etc.?
“Recuerdo del pasado. Progreso anterior del alma, pero acerca del cual el propio individuo no tiene conciencia. ¿De dónde quieres que procedan? El cuerpo cambia, pero el Espíritu no, aunque cambie de vestimenta.”
Vemos que los Espíritus elevados nos enseñan que la reencarnación es necesaria, que el Espíritu es creado simples e ignorante y por medio de diversas experiencias encarnatorias va acumulando vivencias que le forjan su perfil, las reencarnaciones no impiden la manifestación de facultades adquiridas, el progreso no retrocede.
Nos esclarecen además por medio de la respuesta a esta pregunta:
¿Cambiando el cuerpo, ¿pueden perderse ciertas facultades intelectuales, dejando de tener, por ejemplo, el gusto por las artes? que:
Sí, si se ha manchado esa inteligencia, o se hizo un mal uso de ella. Además una facultad puede permanecer adormecida durante una existencia, porque el Espíritu vino a ejercitar otra con la que no se relacione aquella. Entonces permanece en estado latente para reaparecer más tarde.
Pepito Ariola fue un ejemplo de niño prodigio como fueron tantos otros como Mozart que compuso con cinco años y con ocho escribió su primera sinfonía, concluyendo su primera ópera con doce años.
Gabriel Delanne que también presenció la destreza de Arriola en el Congreso de 1900, relaciona una serie de niños prodigios en su libro La Reencarnación.
Beethoven se distinguía a los diez años por su notable talento de ejecución siendo considerado por muchos como el dios de la música. Paganini que, con solo nueve años lo aplaudían en un concierto, en Génova, demostrando su precocidad como violinista.
Liszt, maravilloso virtuoso desde la más tierna infancia, escribió, a los catorce años, una ópera en un acto, D. Sancho o el Castillo de Amor.
Rubinstein, con once años vino de Rusia a París y provocó la admiración por la delicadeza de su toque de piano.
Meyerbeer con apenas seis años, poseía bastante talento para dar conciertos muy apreciados.
El mayor violinista de su época Sarasate, a los once años, mostraba las cualidades de su virtuosidad precoz.
Kim Ung- Yong es un ejemplo más reciente de facultades manifestadas por el Espíritu, poseía un coeficiente intelectual de 210. Habló con apenas 6 meses de edad, con tres leía en su lengua nativa, japonés, alemán e inglés. Ung-Yong empezó un curso de física en Harvard que concluyó con seis años. A los siete participó en algunas actividades para la NASA. Es considerado uno de los niños prodigio más importantes de la actualidad.
En Historia Animalium de Aristóteles afirmaba que “la naturaleza avanza poco a poco desde lo inanimado hasta la vida animal, de una manera que es imposible determinar exactamente, cuál es el límite de demarcación, ni a qué grupo podrían pertenecer las formas intermedias.”
“Natura non facit saltus”, del latín: “la naturaleza no da saltos”, es un principio que expresa la idea de que la naturaleza varía de manera continua y no de manera abrupta. Conocida como Ley de continuidad de Leibniz, o sea, es una ley que niega que exista un vacío que se interrumpa la gradación de la serie de los fenómenos de la naturaleza.
Con el Espíritu que se desarrolla hacia su perfección ocurre lo mismo, aprende de forma gradual, exteriorizando la virtuosidad por actitudes sobresalientes. Estas altas capacidades son consolidadas en el tiempo en distintas encarnaciones.
La infancia y la niñez deben ser abordadas desde una dimensión biológica y psicosocial, el espiritismo trata al ser como un todo y explica con verdad irrevocable el origen de las facultades extraordinarias.
Cláudia Bernardes de Carvalho
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