Precursores del Espiritismo
Los estudios realizados por la sociedad actual acerca de los registros antropológicos de las primeras civilizaciones demuestran que el hombre, a pesar del exacerbado primitivismo de sus orígenes, poseía desde entonces una intuición inherente del mundo espiritual. Es imposible precisar un marco de las primeras manifestaciones de intercambio mediúmnico porque las comunicaciones y fenómenos espirituales datan de la más remota antigüedad, existiendo desde que el hombre habita en la Tierra, pues tales hechos responden a una ley absolutamente natural. La Humanidad fue desarrollando la intuición de la existencia de un poder superior de forma paulatina y proporcional a su grado de conocimiento.
El más antiguo código religioso que habla de la existencia de los espíritus de que se tiene noticia es el Código Veda. No obstante son numerosos los relatos verbales, que pasan de generación en generación, y que expresan alguna relación de los vivos con los muertos. Progresando un poco más en los conocimientos obtenidos y descorriendo el velo que cubre parte de la historia del hombre antiguo, descubrimos que nuestros antepasados comúnmente se encontraban imbuidos del miedo a todo lo que escapaba a su comprensión, atribuyendo a los fenómenos espirituales cuyo origen ignoraban un carácter completamente sobrenatural y maravilloso, tratándolos más tarde como prodigios o milagros.
Las tentativas de intercomunicación fehacientes reveladas por los hallazgos de épocas remotas manifiestan las numerosas prácticas de la exteriorización de la adoración y del culto a lo desconocido. Las señales pictóricas de edades remotas descubiertas en rocas, así como las esculturas primarias que muestran las ofrendas y ritos al cielo, prueban que esos hechos formaban parte de lo cotidiano de esas sociedades. Culturas como la babilónica, la china, las africanas, la india, la azteca, la maya y la inca son ejemplos de ello.
Igualmente el análisis del rastro histórico de las huellas dejadas por nuestros predecesores egipcios, hebreos, griegos y romanos sigue revelándonos el gran interés que se ha manifestado siempre con relación a lo divino y lo espiritual en el transcurso de la existencia humana. Todos esos pueblos han brindado a la posteridad varios nombres destacables por sus notables capacidades intelectuales y elevación moral.
La historia del Espiritismo se inicia en el momento en que Allan Kardec asiste a las mesas giratorias. No obstante, las enseñanzas que integran la Doctrina Espírita surgieron antes y podríamos dividirlas en períodos.
Período prehistórico
Ese período se caracteriza por los filósofos que introdujeron en el pensamiento de la Humanidad nuevos conceptos, entre los más destacados citamos a Sócrates, Platón y Aristóteles que defendieron en su tiempo ideas innovadoras que más tarde serían explicadas por los espíritus.
Sócrates capitaneó la idea de la existencia eterna del alma; el hombre estaría formado por un cuerpo material y un alma inmaterial. Ésta tendría una capacidad de ejercer un comportamiento ético y estaría dotada de inteligencia, de libertad, de sentido y de voluntad. Estipuló el principio de la especificidad del alma, lo que quiere decir que el alma es indivisible, dotada de movimiento y de conocimiento. Abogaba además el ferviente dominio de los actos frente a cualquier prueba y cuya máxima para lograrlo es el conocimiento de uno mismo. Defendió el concepto de que Dios es la inteligencia omnipresente, omnisciente, omnipotente e invisible al hombre. Para él la finalidad del mundo deriva de la prueba de la existencia de Dios, siendo el orden cósmico obra de un ser inteligente y no del acaso.
Para Sócrates, el alma participa de la naturaleza divina y es concedida al hombre por Dios. La vida no depende del cuerpo, depende del alma. A través de la unión del alma con el cuerpo, el alma alcanza su pureza por la liberación del cuerpo.
Para el Espiritismo, Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas. Es eterno, inmutable, inmaterial, único, todopoderoso y soberanamente justo y bueno. Para creer en él basta con observar la obra de la Creación, pues no puede haber efecto inteligente sin causa inteligente.
El filósofo que abogó por la existencia de dos mundos fue Platón, discípulo de Sócrates. En su percepción el alma es lo divino que el hombre posee, sujeto a la reencarnación. Además defendió en su discurso que el ser que trabaje por el bien en la Tierra podrá seguir después de la muerte en el mundo espiritual. El hombre platoniano es la unión del alma y del cuerpo. Siendo el alma la esencia del cuerpo y donde está la naturaleza de las ideas, es el principio del movimiento y de la vida, por lo tanto inmortal.
Para el Espiritismo, el alma inmortal es el espíritu encarnado. Para progresar en el mundo material, el espíritu se une temporalmente al cuerpo, bajo todas las limitaciones que la materia le impone.
Otro divulgador de la teoría de la inmortalidad del alma fue Aristóteles, que la dividía en dos partes, la parte irracional y la parte racional, siendo la última dividida en dos: la virtud intelectual y la virtud moral.
Analizando los hechos, las ideas superiores no surgen de un día para otro, varias mentes son encargadas de defender los pensamientos innovadores que traerán progreso a la Humanidad. De ese modo esos filósofos prepararon el camino para las grandes revelaciones del Espiritismo.
Más adelante, en la línea histórica de la evolución del hombre observamos en la época medieval europea un carácter prohibitivo que alcanzaba a cualquier práctica mediúmnica debido a la gran intolerancia religiosa ejercida en la Edad Media.
Aproximando la mirada un poco más en el horizonte de las vivencias humanas, verificamos que el intercambio mediúmnico en épocas más cercanas era censurable, sencillamente por mantener las mentes en la ignorancia que aprisiona bajo el abuso del poder de algunos.
Sin embargo, nos percatamos que el hombre a medida que se instruye y progresa moralmente, con mayor lucidez de ideas y claridad de pensamiento, percibe que no puede luchar contra algo vivo, ardiente e innato en su interior -el sentimiento de las verdades espirituales- y se decanta por el entendimiento del mundo imperecedero de una manera mucho más introvertida.
Hay una época no muy remota en el siglo XVIII que se caracteriza por la preparación del advenimiento del Espiritismo, la Tercera Revelación prometida por Jesús, período considerado como precursor del Espiritismo.
Según Sir Arthur Conan Doyle se puede situar muy bien cronológicamente la fase preparatoria de ese advenimiento porque lo que caracteriza esta etapa de los precursores inmediatos del Espiritismo es la diferencia en los acontecimientos: “ya que anteriormente los fenómenos eran esporádicos y sin secuencia metódica y a partir de entonces las manifestaciones son una invasión organizada”. Es en ese período más cercano donde encontramos algunos ejemplos de antecesores del Espiritismo.
Período precursor
En ese tiempo despunta el sueco Emmanuel Swedenborg (1688-1772), considerado como un precursor doctrinario eminente. Fue hombre de mente brillante y erudita, que resalta por su enorme conocimiento científico en diferentes áreas. Como asiduo y modélico escritor ha dejado más de cien obras escritas a las generaciones venideras, todo un legado bibliográfico que más tarde ayudó enormemente a otros científicos en investigaciones diversas. Pero hay un momento de su vida en que abandonó por completo los estudios científicos, porque su inquietud y propósito habían cambiado enteramente. Quería hacer descubrir a los hombres una espiritualidad racional centrándose totalmente en la investigación teológica, psicológica y filosófica.
Su natural desarrollo y potencial psíquico quedó patente al manifestarle sus facultades mediúmnicas, como la videncia a distancia. Swedenborg defendió y puso de manifiesto en el libro de su autoría Sobre el cielo y sus maravillas y sobre el infierno que esos “lugares” son en realidad estados del alma. Afirmó la pluralidad de los mundos habitados, así como pronosticó los principios básicos de la Doctrina Espírita. Esas afirmaciones fueron muy avanzadas para su época. Como mensaje de su legado dejó el lema: «Ama a tu prójimo como a ti mismo, purifícate del mal y trabaja por la armonía universal».
Igualmente sobresaliente es la investigación de las manifestaciones espiritistas del escocés Edward Irving (1792-1834) entre los años 1830 y 1833, siendo de relevante envergadura en lo tocante al estudio del psiquismo humano, que le clasifica indudablemente dentro de los antecedentes del Espiritismo. Irving sirvió de puente entre Swedenborg y Andrew Jackson Davis.
En ese período muchos hombres, al igual que Irving sumidos en profundas reflexiones sobre el retorno de Jesús, estudiaban minuciosamente en sesiones de varias semanas, discutiendo y comparando teorías. Como pastor protestante, desarrolló estudios dirigidos a las manifestaciones espirituales.
Existen relatos de experiencias psíquicas realizadas por él y los miembros de su iglesia, donde hubo un surgimiento mediúmnico en el cual los adeptos manifestaban la mediumnidad de xenoglosia, hablando en diferentes lenguas. Irving no las prohibió creyendo ser tales manifestaciones originadas por el Espíritu Santo.
Otro nombre que requiere nuestro dedicado estudio es el de Andrew Jackson Davis (1826-1910), que un siglo más tarde ha contribuido de forma admirable como continuador de la obra de Swedenborg, que de hecho fue uno de sus mentores espirituales. Davis es considerado como precursor del Espiritismo en América y se presenta como un poderoso eslabón mediúmnico que mantiene la unidad del proceso doctrinario en la historia del Espiritismo, protagonizando diversos fenómenos de desdoblamiento y propiciando la publicación de un conjunto de libros conocidos como Filosofía Armónica.
Fue él quien en el siglo XIX lideró en Estados Unidos un movimiento espiritualista. En el libro Principios de la Naturaleza prevé el advenimiento del Espiritismo como doctrina y práctica mediúmnica. Médium sensitivo, poseía la clarividencia y clauriaudiencia empleando su facultad en diagnósticos de enfermedades a favor del prójimo. Ha sido considerado por Sir Arthur Conan Doyle como el profeta de la Nueva Revelación y padre del nuevo conocimiento de los fenómenos espiritistas.
Estos hombres fueron precursores del Espiritismo y marcaron una fase importante en la historia, preparando la atmósfera psíquica y favoreciendo, con los acontecimientos de sus vidas, el entorno idóneo y necesario para el posterior desarrollo de la Doctrina Espírita.
Período histórico
En el año 1847 algunos sucesos sorprendentes tuvieron lugar en Hydesville, Nueva York, siendo estos parte del movimiento espiritista moderno. Las protagonistas de estos eventos fueron tres hermanas canadienses que nacieron en una pequeña comunidad agrícola llamada Consecon, cerca de Belleville, Ontario.
No obstante, no fue hasta el 31 de marzo de ese mismo año que sus vidas cambiaron irremediablemente, considerándose un ejemplo clásico y bien documentado de la comunicación directa con los espíritus.
Las tres hermanas, Leah, Margareth y Catherine fueron sorprendidas por diversos ruidos dentro de su casa que no tenían explicaciones ni una causa aparente. La hija más pequeña conocida en la intimidad por Kate, al oír los misteriosos golpes trató de imitarlos como si se tratara de un juego, recibiendo también por golpes las contestaciones a las preguntas que formulaba, para sorpresa de todos.
Empieza entonces un juego de preguntas y respuestas, entre las cuales se interroga si es un espíritu quien responde obteniendo una respuesta positiva. Pasaron a utilizar un código de golpes que correspondían a las letras del alfabeto y con ello consiguieron descubrir la solución de un crimen ocurrido en su casa años antes. Un hombre de treinta y un años había sido asesinado entre sus paredes y sus restos estaban enterrados en el sótano.
Las hermanas Fox se tornaron conocidas y célebres, empezaron a presentar en público el levantamiento de mesas, lo que dio inicio a las famosas mesas giratorias.
En el día 18 de abril de 1857, Allan Kardec lanza El Libro de los Espíritus, dando inicio oficialmente a la codificación de la Doctrina Espírita, con ese hecho da inicio y también a lo que se conoce como Historia del Espiritismo.
Con la madurez interior que enseñan las experiencias seculares en diferentes encarnaciones, el ser humano más seguro y decidido amplía con el paso del tiempo sus límites psíquicos. Desarrolla muchos conocimientos y adquiere capacidad para comprender que el sentimiento espiritual está en él desde su creación, como intuición que se dilata poco a poco del mundo real e inmaterial del que es originario, comprendiendo de forma gradual y constante qué es Dios, de dónde venimos, adónde vamos y la naturalidad de los hechos mediúmnicos.
La Doctrina Espírita en su triple aspecto científico, filosófico y moral, brinda una directriz segura para el hombre de hoy, iluminando la conciencia bajo el haz de luz de la razón y llaneza de los fenómenos, evidenciando que lo sobrenatural desaparece por completo con el creciente entendimiento de la Humanidad en lo tocante a las leyes naturales y el mundo imperecedero.
Cláudia Bernardes de Carvalho
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Bibliografía:
Brun, J. Sócrates. Lisboa, Dom Quixote, 1960.
Santos, M. F. Dicionário de Filosofia e Ciências Culturais. 3. ed., San Pablo, Matese, 1965.
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Wantuil, Z. y Thiesen, F. Allan Kardec, FEB, 1a. ed., 2o vol. pp. 86 a 91.
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