Auto de fe en Barcelona en 1861
Censura y cremación de libros
Pedidos por el Sr. Lachâtre, entonces establecido en Barcelona, envié a dicho señor una remesa compuesta por algunos libros : El libro de los Espíritus, El libro de los médiums, colecciones de la Revue Spirite y otras diversas obras y folletos, alcanzando entre todos un total de 300 volúmenes. La expedición fue regularmente hecha por su corresponsal en París, en una caja que contenía también otras mercancías. No se contravino ninguna disposición legal, y a la llegada de los libros se le hizo pagar a su destinatario los derechos de aduana.
Sin embargo, antes de entregárselos, le llevaron un ejemplar de cada uno al obispo. Dicha autoridad, en este país, ejercía la censura de los libros. A la sazón estaba el obispo en Madrid, y hubo de esperarse a que viniera para conocer su fallo. Éste consistió en confiscar y quemar todas las obras en la plaza pública por la mano del verdugo. La ejecución de la sentencia se fijó para el 9 de octubre de 1861.
Derecho internacional y circulación de ideas
Si se hubiera querido introducir estas obras de contrabando, la autoridad española hubiera estado en su derecho disponiendo de ellas a su gusto. Pero desde el momento en que no hubo ni fraude ni sorpresa, sino que voluntaria y rigurosamente se satisficieron todos los derechos establecidos, era de estricta justicia que hubiese reordenado la reexportación si no le hubiera convenido admitirlos. Las reclamaciones hechas ante el cónsul francés en Barcelona no dieron resultado. El Sr. Lachâtre me consultó si quería recurrir a la autoridad superior competente, y yo le respondí que dejase consumar ese acto arbitrario. Por otra parte, creí mi deber pedir consejo a mi guía espiritual.
- Sabéis sin duda, lo ocurrido en Barcelona con las obras espiritistas, ¿tendríais la bondad de decirme si conviene que procure la restitución?
- En derecho, puedes reclamar esas obras, y obtendrías ciertamente la reparación dirigiéndote al ministro de negocios extranjeros de Francia. Pero mis previsiones son que este auto de fe producirá un mayor beneficio que no produciría la lectura de los mismos volúmenes condenados a la hoguera. La parte material no es nada comparada con la fama que un hecho semejante ha de dar a la doctrina. Conviene a una persecución tan ridícula como anticuada para que el Espiritismo progrese en España. Las ideas de este modo volarán más rápidamente, y las obras serán solicitadas con más ahínco que si no fueran quemadas. Todo es en bien.
- ¿Conviene que publique a este respecto artículo en el próximo número de la Revue?
- Espera el auto de fe.
Auto de fe en Barcelona: 9 de octubre de 1861
Esta fecha se señalará en los anales del Espiritismo por el auto de fe de que fueron objeto los libros espiritistas en Barcelona. Véase a continuación el extracto del proceso de la ejecución:
Este día, nueve de octubre de mil ochocientos sesenta y uno, a las diez y media de la mañana, en la explanada de la ciudad de Barcelona y lugar donde son ejecutados los criminales condenados a último suplicio, y por orden del obispo de esta diócesis, han sido quemados trescientos volúmenes y folletos sobre Espiritismo, a saber: El libro de los Espíritus, de Allan Kardec… etcétera.
Los principales periódicos de España han dado cuenta detallada de este hecho, la prensa liberal lo ha condenado justamente. Y es de destacar que en Francia, aun los periódicos más liberales, se han limitado a publicar la noticia sin agregarle comentarios. El Siglo mismo, tan ardiente estigmatizador de los abusos del poder y de los menores actos de intolerancia del clero, no ha tenido ni una palabra de reprobación para éste, digno tan sólo de la Edad Media. Los periódicos de poca circulación lo han hecho objetos de sus cuchufletas.
Una pira de libros en pleno siglo XIX
Aparte de toda creencia, esta era una cuestión de principios, de derecho internacional que interesa a todo el mundo, y sobre la cual no hubiera pasado con tanta ligereza de tratarse de otras obras. No procedieron tan secamente cuando se agitó la cuestión del rehuso de estampillas para un libro materialista. Y sin embargo, no era el asunto tan grave como éste, en que la Inquisición ha ejercido sus funciones en las puertas mismas de Francia con toda la pompa y esplendor de sus mejores tiempos.
¿Por qué tanta indiferencia? Si entonces se creyó obligada a vindicar la justicia en favor de una doctrina de incredulidad, de la que veía con horror sus progresos, si estimó que la autoridad, para conservar su crédito, debía consagrar aquel derecho y protegerle, con igual motivo debía ahora elevar sus clamores, puesto que el auto de fe de Barcelona no será menos funesto en sus efectos. La injusta retención y quema de las obras espiritistas en España puede contribuir muchísimo a la propagación de tales ideas (Véase la Revue Spirite de noviembre de 1861, pág. 321)
Intolerancia e Inquisición
Este acontecimiento dio lugar a numerosas comunicaciones por parte de los espíritus. La que sigue fue obtenida espontáneamente en la Sociedad de París, el 19 de octubre a mi regreso de Burdeos:
Hacía falta que algo arrastrara de un golpe violento a ciertos espíritus encarnados, para que se decidieran ocuparse de esta gran doctrina que ha de regenerar al mundo. Nada se hace inútilmente en vuestra Tierra, y nosotros, que inspiramos el auto de fe de Barcelona, sabíamos bien que, obrando así, haríamos dar al Espiritismo un gran paso hacia adelante. Este hecho es brutal, desconocido en los tiempos actuales, ha sido consumado con el objeto de llamar la atención de los periodistas que permanecían indiferentes ante la profunda agitación que removía los pueblos y las sociedades espiritistas. Ellos dejaban decir y hacer, obstinándose en ser sordos y en responder con el mutismo a los deseos de propaganda de los adeptos de esta idea.
No obstante, con este hecho, por fuerza han tenido que hablar, unos afirmándolo y otros desmintiéndolo, y dando con ello lugar a una polémica que dará la vuelta al mundo y de la que sólo el espiritismo sacará provecho. Véase por qué hoy la retaguardia de la Inquisición ha hecho su último auto de fe: porque nosotros lo hemos querido. Un espíritu.
Un testimonio gráfico del auto de fe en Barcelona
Me ha sido enviado desde Barcelona un dibujo en acuarela, hecho sobre el terreno por un artista distinguido, que representa el auto de fe. Lo hemos hecho reproducir en fotografía reducida, y con algunas cenizas, que también poseo, de las recogidas en la pira, donde pueden leerse algunos fragmentos de las hojas quemadas, la conservo en una urna de cristal.
ALLAN KARDEC (publicado en Obras póstumas)
Nota: El texto precedente es de autoría de Allan Kardec, a excepción de los subtítulos que son aportación de SEDE para organizar estos dos capítulos publicados en Obras póstumas.
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Para saber más sobre el auto de fe en Barcelona, véase también:
- Barrera, F. El auto de fe de Barcelona: Compendio de numerosos textos que estudian el hecho histórico, las personas implicadas, etc.
- Fragmento de una sonata dictado por el Espíritu Mozart: Una de las diversas obras quemadas en el auto de fe era una partitura mediúmnica con un fragmento de música de Mozart venida del mundo espiritual.
- José María Fernández Colavida: Destinatario final de los libros quemados, que iban a ser distribuidos en España. Fue el traductor de las obras de Allan Kardec y conocido con justicia como el «Kardec español».
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