Carta al alma amiga…
Solemos tener conversaciones instructivas ¿verdad que sí alma amiga…?
Con la sana intención de aprender sobre la enseñanza moral que el Buen Pastor de Almas Jesús-Cristo impartió cuando anduvo entre nosotros hace más de dos mil años, examinemos hoy la cuestión:
Conocimiento del Futuro
En El Libro de los Espíritus, en la pregunta nº 868, se plantea la cuestión de si el futuro se le puede revelar al ser humano, los Espíritus responden:
–En principio el futuro está oculto para él; (…).
En la nº 869, el maestro Kardec insiste preguntando: ¿Con qué objeto se le oculta ese futuro al hombre?
–Si el hombre conociese el futuro, descuidaría el presente y no actuaría con la misma libertad; porque le dominaría la idea de que, si una cosa ha de suceder, no debe ocuparse de ella, o bien procuraría impedirla. (La perfecta Voluntad de) Dios no ha querido que así fuese, con el fin de que cada uno contribuya a la realización de las cosas, incluso de aquellas a las que quisiera oponerse.
Así, pues, tú haces preparativos con frecuencia y sin sospechar, preparas los acontecimientos que tendrán lugar durante el curso de tu vida.
Volvamos a la primera parte de la respuesta, a la 868:
“En principio el futuro está oculto para él…”
¿Porqué? o mejor dicho, ¿para qué se nos oculta “ese futuro”?
Alma amiga…¿Qué sentido tendrá conocer lo que haya de venir si lo que tenemos muy cerca, mucho, lo más inmediato, se desconoce por completo?
El conocimiento muy cercano es el propio conocimiento de sí mismo; pocos son los que se auto-conocen en profundidad; ¿cómo amar de forma natural y altruista a la manera del Cristo, si desconocemos esa clase de amor…?
El Maestro Jesús estableció: “Ama a tu prójimo, agregando, como a ti mismo”.
Entonces, alma amiga, el auto amor que debemos aprender a ejercer hacia nosotros mismos, será necesario para la sana y armoniosa convivencia, primero con nuestro más cercano prójimo, yo mismo, y después con las almas de mi entorno.
Sin embargo, ese auto amor habrá de apartar el hábito enfermizo que nos lleva a atender los caprichos personales; aunque nos duela reconocer que la sombra que hay en todos nosotros, es parte de la personalidad negada o desconocida que arrastramos a través de los milenios.
Y pretendemos… ¡conocer el futuro!
La primera parte de la respuesta a la 869 del libro mencionado antes, sigue en la misma línea que lo expuesto anteriormente;
“Si el hombre conociese el futuro, descuidaría el presente y no actuaría con la misma libertad; porque le dominaría la idea de que si una cosa ha de suceder, no debe ocuparse de ella, o bien procuraría impedirla.” (…)
¿Qué mejor propuesta pues, para este presente, será aquella que nos haga desear el querer llegar al auto-conocimiento personal e íntimo, sabiendo apartar el dolor, los traumas, los sentimientos de culpa, las carencias, etc, que tantas emociones distorsionadas nos causa?
Sí, alma amiga, es hora ya de escuchar e integrar en ti, en mí, esa frase de Jesús, breve, pero intensa, profunda y contundente:
“Ama a tu prójimo…..como a ti mismo”
Ahora, es el momento de saber escuchar “aquello” que grita desde el interior de sí mismo; para que cuando llegue ese futuro que nos causa tanta curiosidad, estemos en paz con nuestra conciencia y conectados a la Esencia Divina de los Cielos.
Pensemos…¿Por qué el rechazo a auto-conocernos, a impedir amarnos los unos a los otros sin personalismos individualistas? ¿Miedo a ver nuestras fallas ocultas…?
¿Qué zozobra nos podría causar el saber con ese buen auto-conocimiento que somos hijos de Dios creados por Su inmenso e infinito amor?
Si conseguimos identificar la naturaleza interior de las emociones que sentimos, seremos capaces de producir sentimientos verdaderos y loables de caridad, amor, paz y bienestar hacia nosotros mismos y hacia las demás almas del entorno; concluyendo en que es preciso la transformación de los sentimientos y de ello el comportamiento resultante, ¿para qué? para ser mejor persona cada día, cada hora, cada minuto… construyendo así una sociedad humana mucho más feliz pues, reconoceremos en el momento justo qué emoción o sentimiento negativo llega al corazón, y con caridad le marcaremos el límite.
-“A cada uno su misión, a cada uno su trabajo. La nueva cruzada comenzó; apóstoles de la paz universal y no de la guerra, San Bernardos modernos, mirad y marchad adelante: la ley de los mundos es la ley del progreso.”
Estas palabras recogidas en El Evangelio según el Espiritismo son de Fénelon dictadas por ese Espíritu en el año 1.861, al final del párrafo 10 del capitulo I.
Por tanto, de todo lo comentado anteriormente se desprende la prudente conclusión de Allan Kardec al ampliar el tema sobre las dos preguntas a las que nos referíamos al principio de esta “conversación” cuando dice: (…)
-“Cuanto más se reflexione sobre las consecuencias que resultarían para el hombre acerca de ese conocimiento del futuro, más se comprende lo sabia que ha sido la Providencia en ocultárselo.
La certeza en un acontecimiento feliz le llevaría a la inacción; la de un acontecimiento desdichado le hundiría en el abatimiento. (Un ejemplo es: la salida del sol y su puesta todos los días; ningún esfuerzo humano puede forzar o impedir ese acontecimiento.)
En un caso o en el otro, sus fuerzas de acción estarían paralizadas.
Por eso, el futuro no le es mostrado al ser humano sino como un fin, una meta que deberá alcanzar por sus propios esfuerzos, pero sin conocer el proceso que debe pasar para lograrlo.
El conocer todos los incidentes que se le presentarán en el camino de su existencia, disminuiría su iniciativa y el uso de su libre albedrío, y se dejaría arrastrar por la fatalidad de los acontecimientos, sin desarrollar sus capacidades.
Por otro lado, cuando el éxito de una cosa está asegurado, nadie se preocupa más por ella.”
En consecuencia, nos gusta ser libres, queremos ser libres y no autómatas, para decidir y escoger aquello que pensamos será lo mejor para nuestras diversas situaciones en la vida; pongamos pues, el empeño en conocer el futuro más cercano que tenemos ahora, en este momento, y es aquello que somos por dentro, los sentimientos que producimos hacia uno mismo y hacia los demás, así tendremos presentes las palabras del Señor Jesús, cuando él mismo dijo: “Hay más felicidad en dar que en recibir”.
(Pablo de Tarso, en Hechos de los Apóstoles cap. 20, ver. 35)
María Borrell
Bibliografía
Kardec, A., El libro de los Espíritus
Kardec, A., El Evangelio según el Espiritismo
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