Espiritismo experimental
El espiritismo experimental estudió las propiedades de los fluidos espirituales y su acción sobre la materia.
Ha demostrado la existencia del periespíritu, sobre el cual había sospechas desde la Antigüedad, y que san Pablo denominó cuerpo espiritual, es decir, cuerpo fluídico del alma después de la destrucción del cuerpo tangible.
Se sabe hoy que esa envoltura es inseparable del alma; que forma uno de los elementos constitutivos del ser humano; que es el vehículo de la transmisión del pensamiento y que, durante la vida del cuerpo, sirve de lazo entre el Espíritu y la materia. El periespíritu representa un rol tan importante en el organismo y en una cantidad
de afecciones, que se liga a la fisiología tanto como a la psicología.
El estudio de las propiedades del periespíritu, de los fluidos espirituales y de los atributos fisiológicos del alma, abre nuevos horizontes a la ciencia y aporta la clave de una infinidad de fenómenos incomprensibles hasta hoy, pues faltaba el conocimiento de la ley que los rige; fenómenos que el materialismo niega, debido a que
se hallan vinculados con la espiritualidad, y que otras creencias califican como milagros o sortilegios.
Tales son, entre otros, el fenómeno de la doble vista, la visión a distancia, el sonambulismo natural y artificial, los efectos físicos de la catalepsia y la letargia, la presciencia, los presentimientos, las apariciones, las transfiguraciones, la transmisión del pensamiento, la fascinación, las curas instantáneas, las obsesiones y posesiones, etc.
Al demostrar que esos fenómenos reposan en leyes tan naturales como las de los fenómenos eléctricos, y en qué condiciones normales se pueden reproducir, el espiritismo destruye el imperio de lo maravilloso y lo sobrenatural y, por consiguiente, la fuente de la mayor parte de las supersticiones.
Así como lleva a la creencia en la posibilidad de ciertas cosas que algunos consideran quiméricas, también impide que se crea en muchas otras, pues comprueba su imposibilidad e irracionalidad.
Lejos de negar o destruir el Evangelio, el espiritismo viene, por el contrario, a confirmar, explicar y desarrollar, por medio de las nuevas leyes de la naturaleza, que él revela, todo lo que Cristo dijo e hizo.
El espiritismo elucida los puntos oscuros de la enseñanza cristiana, de tal manera que, con su auxilio, aquellos para quienes eran ininteligibles ciertas partes del Evangelio, o parecían inadmisibles, las comprenden y admiten sin dificultad; ven mejor su alcance y pueden distinguir entre la realidad y la alegoría; Cristo les parece más importante: ya no es simplemente un filósofo, sino un Mesías divino.
El poder moralizador del espiritismo
Además, si se considera el poder moralizador del espiritismo, por la finalidad que confiere a todas las acciones de la vida; por las consecuencias del bien y del mal que hace tangibles; por la fuerza moral, el coraje y el consuelo que da en las aflicciones, mediante una inalterable confianza en el porvenir; por la idea de que cada uno tiene cerca de sí a los seres a quienes amó, así como la certeza de volver a verlos y la posibilidad de conversar con ellos; en fin, por la convicción de que todo cuanto hemos hecho, cuanto hemos conquistado en inteligencia, sabiduría y moralidad, hasta la última hora de la vida, no se ha perdido, sino que beneficia al adelanto del Espíritu, se reconoce que el espiritismo realiza todas las promesas de Cristo respecto del Consolador anunciado.
Ahora bien, como el Espíritu de Verdad es quien preside el gran movimiento regenerador, la promesa de su advenimiento se encuentra de esa forma cumplida, porque, de hecho, él es el verdadero Consolador.
Allan Kardec
La Génesis, los milagros y las predicciones según el Espiritismo
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