Ideoplastia
El vocablo ideoplastia fue creado por el Dr. Durand de Gros, en 1860. Etimológicamente esta palabra viene del griego ideo (idea), plastos (forma) e ia (acción), o sea, es la acción de dar forma a una idea.
Alrededor del año 1912, el renombrado médico y catedrático Doctor Charles Richet, premio Nobel de medicina y fisiología, empieza a utilizar esta palabra para designar las formas mentales exteriorizadas.
La inteligencia es una facultad especial propia de ciertas clases de seres orgánicos que posee el atributo del pensamiento, la voluntad de obrar, la conciencia de la existencia y de la individualidad, así como también los medios de establecer relaciones con el mundo exterior y de atender a sus necesidades, según nos informan los buenos espíritus en el capítulo IV, Inteligencia e Instinto, Principio vital e Instinto, de El Libro de los Espíritus.
Por lo tanto, la especie humana es la que posee todos estos atributos. El concepto de pensamiento hace referencia a procesos mentales relativamente abstractos, voluntarios o involuntarios, un fenómeno psicológico racional y objetivo mediante el cual el individuo desarrolla sus ideas acerca del entorno, de él mismo y de los demás. Es decir, los pensamientos son ideas, recuerdos y creencias en movimiento, relacionándose entre sí.
Los estudiosos actuales no conciben los pensamientos como actividades intelectuales puras, ya que siempre están relacionados con procesos mentales basados en la emocionalidad.
Pensar es crear, pues esa acción genera y moldea imágenes en la mente creando un concepto sobre lo imaginado que se exterioriza alrededor del ser pensante, formando lo denominado como ideoplastia.
Estamos emitiendo continuamente una forma de energía dotada de movimiento y de vida. El cerebro es un órgano que trabaja continuamente, guardando o descartando información, evaluando y haciendo su propio mantenimiento, tal actividad perdura incluso durante el sueño. Nunca tenemos la mente en blanco, pensamos normalmente sin prestar atención al valor de este sencillo acto.
Generamos, según el laboratorio de neuroimagen de la Universidad de California, 70.000 pensamientos por día, lo que resultan más de 48 pensamientos por minuto, de los cuales el 94 % se repiten.
El periodista británico Mike Holderness develó que la cantidad de ideas generadas por el hombre supera 1080.000.000.000.000 en el transcurso de la vida. Este cálculo se basa en la cantidad de neuronas que ocupan la cavidad cerebral y las conexiones que las interrelacionan.
Las neuronas, cuya raíz griega del nombre significa cuerda o nervio, son un tipo de células del sistema nervioso cuya función principal es la excitabilidad eléctrica de su membrana plasmática. Su especialidad está en la recepción de estímulos y en la conducción del impulso nervioso. En muchas ocasiones resumimos todos los procesos mentales relacionados con el intelecto llamándolos de forma general pensamientos, no obstante este concepto es inexacto. En realidad los pensamientos se guían por distintas lógicas e, incluso, involucran distintas partes del cerebro.
Estos procesos están generados y regulados por una zona del cerebro llamada sistema límbico, que incluye el tálamo, el hipotálamo y la amígdala cerebral, que regula las emociones, la memoria, el hambre y los instintos sexuales.
La Psicología es una ciencia que estudia los procesos mentales, las sensaciones, las percepciones y el comportamiento del ser humano, en relación con el medio ambiente físico y social que lo rodea. Ha clasificado los pensamientos dividiéndolos en: deductivo, inductivo, analítico, lógico, creativo, suave, duro, divergente, convergente y mágico.
Como observamos, el espectro de clasificación es muy amplio. Para facilitar el entendimiento, esta ciencia en lugar de hablar de pensamientos buenos o malos, los denomina pensamientos positivos o negativos.
La mayoría de los pensamientos en nuestro nivel evolutivo son negativos, repetitivos y del pasado (muchas veces nos recocijamos en ellos). No resulta sencillo darse cuenta y aceptar que tenemos pensamientos negativos a raudales y que estos limitan nuestra vida. Los pensamientos generan esquemas mentales que, a su vez, originan comportamientos repetitivos.
Cuando predominan los pensamientos de característica negativa, los esquemas mentales forman patrones cognitivos negativos, que originan comportamientos negativos. Estas estructuras mentales están basadas en ideas negativas repetitivas.
Las ideas impuras, de índole inferior, son producciones tóxicas que nos causarán perjuicios en el cuerpo periespiritual y físico, porque contaminan el alma y obliteran el sentido moral. En La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo, encontramos la afirmación de que los malos pensamientos corrompen los fluidos espirituales.
Es pues de cabal importancia, concienciarnos de la responsabilidad de lo que pensamos, esforzándonos para que lo que pensemos sea de calidad. Los obstáculos y los problemas forman parte del crecimiento. Vivir en armonía no significa liberarnos de todos los problemas, sino cambiar la actitud hacia ellos aceptándolos y aprendiendo de ellos.
Al estar encarnados momentáneamente en un planeta de pruebas y expiación como la Tierra, las vicisitudes son parte de las pruebas que debemos pasar en la vida.
Combatir los malos pensamientos requiere un cambio en nuestro estilo de vida, pero principalmente en nuestro razonamiento y actitud mental, pues solamente modificando los pensamientos negativos por positivos alcanzaremos variar los esquemas mentales predeterminados y en consecuencia los comportamientos.
La verdadera pureza no reside tan sólo en las acciones, sino que está también en el pensamiento, porque quién tiene puro el corazón ni siquiera piensa en el mal. (El Evangelio según el espiritismo)
Después de muchos años de investigaciones, los psicólogos están de acuerdo con que los pensamientos positivos alargan la vida y mejoran la salud trayendo beneficio a la persona. Ser positivo significa encontrar siempre la mejor forma posible de responder a cada situación en la vida.
El espíritu es energía pensante, emite y asimila las ondas presentes en torno a sí. Aquel que cultiva malos pensamientos posee a su alrededor una atmósfera espiritual oscura, que atrae vibraciones de igual tenor, estos provocan mal estar físico y psíquico. Las personas que producen y sintonizan con pensamientos buenos crean una atmósfera clara de bienestar atrayendo ondas similares.
El pensamiento es constructivo o destructivo, actúa sobre los fluidos que nos rodean, aglutinándolos, -dispersándolos, dándoles forma, color, funciones y cualidades propias. Las ondas se transmiten de espíritu a espíritu según sea bueno o malo, sanean o degradan los fluidos circundantes. Al actuar sobre el medio se torna agente modelador de las formas ambientales y del propio periespíritu.
El periespíritu es un neologismo creado por Allan Kardec para designar el cuerpo fluídico que acompaña al alma después de la destrucción del cuerpo tangible. Recomendamos para un mayor y mejor entendimiento la lectura de La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo, Capítulo XIV Los fluidos. Formación y propiedades del periespíritu:
Imaginemos un fluido sutil capaz de penetrar todos los cuerpos, mas sin inteligencia y actuando mecánicamente por medio de las fuerzas materiales. Pero si suponemos a ese fluido dotado de inteligencia, de facultades perceptivas y sensitivas, ya no actuará ciegamente, lo hará con discernimiento, voluntad y libertad, y será capaz de ver, escuchar y sentir. Las propiedades del fluido periespiritual pueden ayudarnos a entender: el periespíritu de por sí no es inteligente, ya que es materia, pero es el vehículo del pensamiento, de las sensaciones y percepciones del espíritu. El fluido periespiritual no es el pensamiento del espíritu, pero sí el agente o el intermediario de ese pensamiento. Como es él quien lo transmite, está en cierta forma impregnado del mismo.
Nosotros no somos capaces de separarlo, puesto que pareciera constituir una unidad con el fluido, así como el sonido parece integrarse con el aire. En cierta manera, por lo tanto, estamos materializando el pensamiento. Tomando el efecto por la causa, del mismo modo que decimos que el aire se vuelve sonoro, podríamos decir que el fluido se manifiesta inteligente. (La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo, La Providencia, capítulo II)
En la Revista Espírita, Periódico de Estudios Psicológicos de junio de 1868, encontramos que todo lo que pensamos se fotografía en nuestra mente y repercute en el periespíritu.
Sabemos hoy que el periespíritu es inseparable del alma, que es uno de los elementos constitutivos del ser humano y el vehículo transmisor del pensamiento que durante la vida corporal sirve del lazo entre el espíritu y la materia. El periespíritu juega un papel muy importante en el organismo y en un sinnúmero de enfermedades que están ligadas estrechamente con la Fisiología y la Psicología.
El espiritismo explica cómo podemos crear un pensamiento y formar una ideoplastia. Existe un fluido cósmico universal que rodea absolutamente todo. Una de sus modificaciones es el fluido espiritual. Este fluido es el vehículo de propagación de las ideas, así como el aire lo es del sonido, de allí, ellos extraen los elementos sobre los cuales operan y forma el ámbito en el que ocurren los fenómenos perceptibles a la vista y el oído del espíritu, pero que escapan a nuestros sentidos materiales. Recomendamos la lectura del capítulo XIV de La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo, titulado Acción de los espíritus sobre los fluidos. Creaciones fluídicas. Fotografía del pensamiento.
El estudio de las propiedades del periespíritu, de los fluidos espirituales y de los atributos fisiológicos del alma abre nuevos horizontes a la ciencia y explica una infinidad de fenómenos incomprensibles hasta hoy, debido a la ignorancia de la ley que los gobierna.
Estos fenómenos son negados por el materialismo porque se relacionan con lo espiritual, a la vez que calificados de milagros o sortilegios por otras creencias. Tales son, entre otros, los fenómenos de doble vista y de visión a distancia, de sonambulismo, ya sea natural o provocado, de efectos físicos, catalepsia y letargia, presciencia, presentimientos, transfiguraciones, apariciones, transmisión de pensamiento, fascinación, curas instantáneas, obsesiones y posesiones, etcétera.
Demostrando que tales fenómenos obedecen a leyes tan naturales como las que rigen para los fenómenos eléctricos, así como las condiciones normales en que se producen, el Espiritismo destruye el imperio de lo maravilloso y sobrenatural, y, en consecuencia, la fuente de la mayor parte de las supersticiones.
Al mismo tiempo que hace comprender la posibilidad de ciertos hechos hasta hoy considerados quiméricos, rechaza otros, demostrando su imposibilidad e irracionalidad. (La Génesis, los milagros y las predicciones según el Espiritismo, capítulo I, Caracteres de la revelación espírita.)
Análogamente estamos imbuidos en el pensamiento de Dios:
Ya sea que el pensamiento de Dios actúe directamente o por intermedio de un fluido, para facilitar las cosas vamos a representarlo bajo la forma concreta de un fluido inteligente que llena el Universo infinito y penetra todas las cosas de la Creación: la Naturaleza entera está sumergida en el fluido divino o, en virtud del principio que establece que las partes de un todo son de la misma naturaleza y tiene iguales propiedades que el conjunto, cada átomo de ese fluido, si se puede explicarlo así, posee el pensamiento y los atributos esenciales de la Divinidad.
Dicho fluido está por doquier y todo está sujeto a su accionar inteligente, a su previsión, a su solicitud, pues todos los seres, por más pequeños que sean, están saturados de él. Estamos constantemente en presencia de Dios.
No podemos sustraer a su mirada ni una sola de nuestras acciones y nuestro pensamiento está en contacto incesante con el suyo. De ahí que se diga que Dios está en lo más recóndito de nuestro corazón. Nosotros estamos en Él, como Él está en nosotros, según la palabra de Cristo. (Capítulo II, de La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo)
Cuando emitimos un pensamiento producimos una onda y se la puede clasificar como mecánica o electromagnética. Las ondas mentales son del segundo tipo, cuya característica es no necesitar de ningún medio material denso para propagarse. Cada creación mental tendrá asociada una onda de determinada frecuencia, amplitud y duración, que dependerá de la persistencia en lo que se exprese y la intensidad de la voluntad de la mente que lo impulse.
En física se sabe que cuando un sistema es alcanzado por una onda, éste vibra con la frecuencia de la onda y con una determinada amplitud. Hay algunas frecuencias y amplitudes que absorben la máxima energía y la amplitud de oscilación es cada vez mayor. Se dice, entonces, que el sistema entra en resonancia.
Eso ocurre también cuándo decimos que entramos en sintonía con otro pensamiento, significa que entramos en resonancia con otra onda, anteriormente emitida.
Los espíritus actúan sobre los fluidos espirituales, pero no los manipulan como los hombres hacen con los gases, sino con la ayuda del pensamiento y la voluntad.
El pensamiento y la voluntad son, para los espíritus, lo que la mano es para el hombre. Mediante el pensamiento, imprimen a esos fluidos tal o cual dirección, los unen, combinan o dispersan; forman conjuntos con determinada apariencia, forma o color; cambian las propiedades de los mismos como el químico las de un gas u otros cuerpos, combinándolos de acuerdo a ciertas leyes.
Constituyen el inmenso taller o laboratorio de la vida espiritual. A veces, esas transformaciones son el resultado de una intención, y a menudo producto de un pensamiento inconsciente. A un espíritu le basta con pensar en algo para que esto se produzca. (La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo, Capítulo XIV, Los fluidos)
Los espíritus actúan sobre estos fluidos, crean un pensamiento y con su voluntad les impregnan una fuerza impulsora, de ese modo le dan a esos fluidos una dirección, los unen, los cambian o los dispersan. Los fluidos son el vehículo del pensamiento.
Esas transformaciones pueden ser el resultado de una intencionalidad o de una idea inconsciente. A un espíritu encarnado o desencarnado le basta pensar algo para que se produzca una ideoplastia de lo que piensa poniendo en acción al cuerpo fluídico, el cual lo reproduce. En ese medio se ejecuta el pensamiento y la escena aparece como en un cuadro.
Así es como otro espíritu encarnado o desencarnado en sintonía con el espíritu pensante puede leer en esa imagen como si de un libro abierto se tratara. En efecto, el pensamiento es una emisión que ocasiona una pérdida real de los fluidos espirituales y, como consecuencias, de los fluidos materiales, de manera que el hombre necesita sumergirse en los efluvios que recibe del exterior.
Encontramos además varios pasajes en el Evangelio en que los apóstoles dicen:
Mas Jesús, conociendo el pensamiento de ellos, les dijo…
Pero, ¿cómo podía conocer Jesús sus pensamientos, si no fuese por la irradiación fluídica que le permitía leer el fuero íntimo de los seres? Así, cuando se supone que un pensamiento se encuentra profundamente oculto en lo más hondo de nuestra alma, nadie imagina que lleva en sí un espejo que lo refleja y que revela por su propia irradiación fluídica, lo que se desea ocultar.
Si se viese el mecanismo del mundo invisible que nos circunda, las ramificaciones de esos hilos conductores del pensamiento que enlazan a todos los seres inteligentes, corpóreos e incorpóreos, y los efluvios fluídicos que llevan el sello del mundo moral y que como corrientes aéreas atraviesan el espacio, nos sorprenderían menos ciertos efectos que la ignorancia atribuye a la casualidad. (Capítulo XIV, nº 15, 22 y ss.). Consultar la Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos de julio de 1859: “El zuavo de Magenta”, y El libro de los médiums, capítulo VIII, Laboratorio del mundo invisible. [Nota de Allan Kardec.]
En la cuestión 622 de El Libro de los Espíritus, Allan Kardec afirma que poseemos en nosotros por el pensamiento y la voluntad, un poder de acción que se extiende mucho más allá de los límites de nuestra esfera corpórea.
Los espíritus no atienden en modo alguno a la forma, desprendidos de la materia el lenguaje entre ellos es el pensamiento. Los espíritus desencarnados influyen a los encarnados por medio de ideas sugeridas que el encarnado puede aceptar o no.
En la Introducción al estudio de la Doctrina Espiritista, VI, de El Libro de los Espíritus, Allan Kardec aclara:
Los Espíritus ejercen en el mundo moral y hasta en el físico una acción incesante; obran sobre la materia y el pensamiento, y constituyen uno de los poderes de la Naturaleza, causa eficiente de una multitud de fenómenos inexplicados o mal explicados hasta ahora, y que sólo en el espiritismo encuentran solución racional.
Las relaciones de los espíritus con los hombres son constantes. Los espíritus buenos nos excitan al bien, nos fortalecen en las pruebas de la vida y nos ayudan a sobrellevarlas con valor y resignación. Los espíritus malos nos excitan al mal, y les es placentero vernos sucumbir y equipararnos a ellos. (…) Las comunicaciones de los Espíritus con los hombres son ocultas u ostensibles.
Es circunstancia digna de notarse la contundente y sólida obra de León Denis, El problema del ser y del destino, que aporta sus conocimientos acerca de ¿qué somos?, ¿hacia dónde vamos? y realiza un profundo estudio sobre la voluntad, la conciencia, el libre albedrío, el pensamiento, la disciplina del pensamiento y la reforma del carácter, el amor y el dolor.
En la tercera parte de este libro se aprecian las explicaciones denianas sobre “Las potencias del alma”:
La voluntad es el mayor de todos los poderes. (…) El principio de evolución no está en la materia; está en la voluntad, cuya acción se extiende en el orden invisible de las cosas, como en el orden visible y material. (…) La voluntad, la confianza, el optimismo son otras tantas fuerzas preservativas, otras tantas trincheras opuestas por nosotros a toda causa de desorden, de perturbación interior y exterior. (…) El solo hecho de mirar de frente lo que llamamos el mal, el peligro, el dolor; la resolución de afrontarlos y de vencerlos, disminuye su importancia y sus efectos. (…) Toda alma es un foco de vibraciones que la voluntad acciona. (…) ¡Querer es poder! La potencia de la voluntad no tiene límites. El hombre consciente de sí mismo, de sus recursos latentes, siente crecer sus fuerzas en razón directa de sus esfuerzos. (Capítulo XX)
La libertad es la condición necesaria del alma humana, sin la cual no podría edificar su destino. (…) Si la libertad humana es restringida, por lo menos está en vías de perpetuo desarrollo, ya que el progreso no es otra cosa que la extensión del libre arbitrio en el individuo y en la colectividad. (…) Para ser libre es necesario quererlo ser y hacer el esfuerzo para serlo, libertándose de las servidumbres, de la ignorancia y de las bajas pasiones. (…) El ser no es verdaderamente fuerte para la libertad hasta el día en que las leyes universales, exteriores a él, se transforman en interiores y conscientes por el hecho mismo de su evolución. El día en que se ha penetrado de la ley y la hace la regla de sus acciones, ha alcanzado el punto moral en que el hombre se posee, se domina y se gobierna a sí mismo. (Capítulo XXII).
Modelamos nuestra alma y su envoltura por nuestros pensamientos; estos últimos producen formas, imágenes que se imprimen en la materia sutil de la cual el cuerpo fluídico está compuesto. Así, poco a poco, nuestro ser se puebla de formas, frívolas o austeras, graciosas o terribles, groseras o sublimes; el alma se ennoblece, se orla de bellezas o se hace una atmósfera de suciedad. Según el ideal perseguido, la llama interior se aviva u obscurece. (…) Nosotros somos lo que pensamos, con la condición de pensar con fuerza, voluntad y persistencia. (…) Pensamos raramente por nosotros mismos, reflejamos los miles de pensamientos incoherentes del medio en que vivimos. (…) Ante todo, es preciso aprender a controlar nuestros pensamientos, a disciplinarlos, a imprimirles una dirección precisa, una finalidad noble y digna. (Capítulo XXIV)
Es el hombre quien hace a la Humanidad, y la Humanidad, ante su acción constante, transforma su morada. Hay equilibrio absoluto y relación íntima entre lo moral y lo físico. El pensamiento y la voluntad son las herramientas por excelencia, con las cuales todo podemos transformar en nosotros y nuestro alrededor. Tengamos solo pensamientos elevados y puros y aspiremos a todo lo que es grande, noble y bello. Poco a poco sentiremos regenerarse nuestro propio ser y con él, del mismo modo, todas las capas sociales, el Globo y la Humanidad. Y en nuestra ascensión, llegaremos a comprender y a practicar mejor la comunión universal que une a todos los seres. Inconsciente en los estados inferiores de la existencia, esa comunión se torna cada vez más consciente a medida que el ser se eleva y recorre los grados innumerables de la evolución, para llegar un día, al estado de espiritualidad en que cada alma irradiando el brillo de las potencias adquiridas en los impulsos de su amor, vive de la vida de todos y a todos se siente unida en la Obra Eterna e Infinita.
En el ítem Libertad de pensar, del Capítulo X, dentro de Ley de Libertad, en El Libro de los Espíritus, la cuestión 833 dice:
¿Hay algo en el hombre que se sustraiga a toda violencia, y por lo cual disfrute de libertad absoluta? Por el pensamiento disfruta el hombre de libertad sin límites, puesto que no reconoce trabas. Puede contenerse su manifestación, pero no anonadarlo.”
Una de esas innumerables cuestiones de las que trata la Doctrina Espírita es la importancia que puede tener el pensamiento en el camino evolutivo del ser humano. Detenerse a apreciar los propios pensamientos es un hecho que resulta casi siempre impracticable en los altibajos del día a día. Utilizar el recurso del autoanálisis es sacar un beneficio incalculable de las propias facultades inherentes de cada uno.
Elegir pensar en el bien, es conseguir actuar en el bien.
Léon Denis afirmó que: “Unas de las funciones del espiritismo es que controles tu mente.”
Jesús estaba encargado de traer a los hombres el pensamiento de Dios, en el cual estamos sumergidos y su doctrina prístina es la expresión de ese pensamiento de amor. La verdad es el único camino, toda idea que la quiera destruir o confundir no prosperará. Por eso Él dijo:
Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Mis palabras no pasarán. (Capítulo XVII, de La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo)
© Copyright 2020 Cláudia Bernardes de Carvalho
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Bibliografía:
Denis, L., El problema del ser y del destino.
Kardec, A., El Libro de los Espíritus.
Kardec, A., El Libro de los médiums.
Kardec, A., La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo.
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